viernes, diciembre 16, 2022

El olvido que seremos

 



Lecturas de papel

 

El olvido que seremos

 

Juan Guerrero (*) 

 

Es grato leer un buen libro. Mejor sabiendo que ha sido escrito por alguien cercano y a quien le sigues la pista en su fluir literario, como hacedor de la palabra poética. He terminado de leer, Del olvido y otras menudencias(Madrid, 2022) libro de poesía de Golcar Rojas. Desde que le entrevisté, hace ya unos cuantos años al presente, su lucidez poética ha ido descubriendo un lenguaje muy cercano a la reflexión filosófica, a la visión intimista, lograda con una escritura directa, clara, concisa y cercana a la cotidianidad, a la mirada de las cosas intrascendentes y que están ahí, tan cerca de nosotros, como la vida sencilla que nos circunda.

 

Abandonarlo todo para entrar, despojado de toda vestimenta que sobra y acaso, estorba, en la vida de todos los días. Sentir mientras leemos, la claridad de un acontecimiento que nos estremece, nos deja en el asombro de la certeza de ser eso y nada más: despojos de la vida, simples transeúntes del presente. Olvidar el pasado y olvidar el futuro. Quedarnos en el puro instante, en este ahora que celebra el acontecimiento de lo que está vivo y fluye como ‘álamo’ que cobija “la semilla que fue”, y la ‘albahaca’ que desprende su olor para seguir existiendo. Olvidar como avatar, como demiurgo de estremecimientos que nos acercan mientras se olvidan de haber sido iniciadores, germinadores, manos que se acercaron para estrecharse en el infinito sentimiento del encuentro y la partida.

 

La de Rojas es una escritura poética de la despedida, donde se nombra el vacío que deja la ‘distancia’ y que colma el próximo encuentro. Trazar la huella de un inicio e ir borrándola mientras la cotidianidad, los actos banales de todos los días, nos dejan la imperceptible mirada en la memoria que enfoca, como ser fotográfico, la imagen de encuadres, ángulos, que captan eso que ha sido y continúa en nuestra memoria como registro vivo de una infinita historia.

 

El olvido como ejercicio de plenitud, que colma el ser para la aventura que significa el tránsito de la vida. Seguir en la vida a pesar del dolor que puede significar el cuerpo que con los años se abre a la vejez y deviene eso que nos dice el poeta: “Es necesario olvidar el cuerpo/ olvidar los tobillos los talones/ la fascia plantar/ Se trata de sobrevivir/ al cuerpo” Es tan cierto lo afirmado por Rojas, tan evidente y al mismo tiempo resulta revelador. Desde el dolor que aqueja al cuerpo por el tiempo que deteriora, poder elevarse y trascender, olvidarse de esa materia que hiere y saber que está la plenitud del presente, la ventana que abrimos para dejar entrar la bulla del día, la luz de las miradas furtivas, desconocidas, voces, rostros, pisadas que encontramos mientras disfrutamos la vida, a pesar del ahogo del tiempo que todo lo añeja. 

 

Transcribo íntegro, porque creo haber encontrado en él, el centro y sentido del libro, uno de sus reveladores poemas: Ensoñación De los sueños también/ se encarga el olvido/ En algún momento olvidamos/ Como quien despierta/ y siente que soñó/ algo de lo que no se acuerda/ Queda solo la ensoñación/ y ya no esperamos la lotería/ apenas queremos seguir/ en paz,/ El sueño es/ una nevera provista/ una cama cómoda/ un techo    Un hogar/ Limpiar la casa los domingos/ se convierte en alegría/ Olvidamos los sueños de grandeza/ de fama y fortuna/ comprendemos que no fueron/ más que sueños/ que se sueñan y se olvidan. 

 

Hacer de la cotidianidad su trascendencia ha sido tema de poetas y pensadores. María Mercedes Carranza me viene a la memoria; pero en Rojas lo cotidiano adquiere matices únicos, tan personales que se vuelven de un estilo original, con una lucidez que logra construir imágenes donde olores, sabores y saberes, otorgan plenitud a una lectura que no deseamos que termine. Las imágenes se van amontonando mientras leemos, hay un ‘vibrato’ que se siente y deja una sensación de nostalgia por un ‘tiempo/espacio’ que es irrecuperable y al mismo tiempo, sabemos que ha sido atravesado, pisado y solo el ‘olvido’ logra sanar. Esta aparente contradicción es movimiento, línea de tiempo que sigue una ruta que será, también ella, olvidada por el poeta.

 

¿Sana el olvido? Cada lector encontrará en estos poemas su particular respuesta. Cada poema es una voz que se nutre en su cadenciosa enunciación. Dice de sí mismo y a la vez, alimenta su propio olvido. Y es que el olvido se muestra desde su propia piel, porque es carne y es sangre de un cuerpo mayor. Por eso el poeta lo declara: “El peor olvido/ es el de la piel.” Es entonces, una poética de la alegría, pero también del dolor sentido en el cuerpo. Una poesía que acompaña al hombre en su propia soledad, en la celebración de los actos más intrascendentes y en la plenitud amorosa, su pasión de odiar y bendecir, para luego olvidar. 

 

Grata lectura ésta la de una escritura poética, que nos ofrecGolcar Rojas. Limpia, plena. Una voz poética densa, construida en la aventura de su vida que celebramos, y de su libro, que recomendamos.

 

(*) camilodeasis@hotmail.com TW @camilodeasis IG@camilodeasis1   FB @camilodeasis 

sábado, noviembre 12, 2022

Mala leche

 



Lecturas de papel

 

Mala leche

 

Juan Guerrero (*) 

 

El piso de la panadería lo llenaron de leche. Derramaron unos cuantos litros de los envases que estaban en los anaqueles. De manera violenta y a ‘grito pelao’ lanzaban contra el suelo, litros y más litros de leche. Se cansaron de romper envases y de empujar a los clientes, impidiéndoles su derecho para comprarlos. Eran unos pocos, creo que no más de cuatromanifestantes anti clima o algo parecido. Protestaban por los pesticidas que les dan a los alimentos que ingieren las vacas y que posteriormente, son transferidos, al ordeñarlas, a los seres humanos.

 

En fin, que en varios sitios de Londres y otras ciudades europeas se vienen presentando estos actos de supuestas protestas para llamar la atención sobre el recalentamiento global y el derretimiento de los polos.

 

Mientras veía estas imágenes pensé en los niños africanos o acá mismo en Venezuela, que no tienen nada para comer mientras en otros lugares, hacen protestas como esta que describo. En la panadería en cuestión, los presentes apenas si mascullaban (-como rumiantes) palabras incoherentes y seguían cada quien, por su lado. Apenas uno que otro aseador y el administrador del local, les señalaba la puerta para que los manifestantes se fueran. Todo muy educado y como a ‘sotto voce’. No me inquieta tanto la actitud de los mozalbetes que supuestamente protestan como de quienes les observan.

 

Se nota en ellos una tranquilidad, paciencia o indolencia ante una queja que no parece tener relación con lo que en realidad ocurre. Porque, ¿qué sentido tiene derramar una lata de sopade tomates, un puré de papas, a un Van Gogh o a un Monet, o pegarse las manos al marco del cuadro de La Maja Desnuda, en el Museo de El Prado.

 

Frente a semejantes ‘hechos vandálicos’ de estos supuestos ecologistas muy pocos en el mundo han levantado la voz. Más bien parecen, con su silencio, admitir que está bien estos atentados contra el arte, contra la cultura y contra la misma civilidad y civilización

 

Lo más insensato y absurdo de estos hechos es la protesta de unos jóvenes a quienes les dejaron por dos días retenidos en las instalaciones de uno de los museos, al quejarse porque no les permitieron ir al baño para asearse y hacer sus necesidades. Fueron dos noches a oscuras que pasaron estos manifestantes, quienes se sintieron nerviosos, antes de que el personal de seguridad llamara a la policía.

 

Los de Futuro Vegetal en Madrid fueron más al grano. Con sus caritas de ‘niños de mamá y papá’ pegaron sus manitas a las obras mientras una encargada del museo, atribulada, nerviosa y con voz quebrada, regañaba a quienes osaban filmar con sus móviles la escena. 

No sé si para impedir la propagación de la noticia o en apoyo a los chicuelos, lo cierto era que esa escena era de lo más tragicómica. 

 

Usar las obras de arte que pertenecen al repertorio de la cultura universal es un acto que, a todas luces, resulta poco civilizado y tolerable. En lo personal, no sería tanto la amonestación por trasgresión e intento de ultraje a una obra de arte, sino como lo he mencionado, la intolerable pasividad de una ciudadanía que ve como un acto ‘normal’ de protesta, el uso de la violencia (-porque obviamente lo es) para intentar destruir bienes culturales de la civilización.

 

Lo menos que se debe catalogar semejante afrenta contra el arte y la cultura es como intento de ‘crimen ecológico’ y a quienes lo permiten, por acción u omisión, en sancionarlos judicial y moralmente por permanecer impasibles y no hacer nada para impedirlo.

 

Como cosas de la ‘política ecológica’, esto que ocurre contra las obras de arte se viene ejecutando y de pronto, el mundo despierta una mañana enterándose de que en una ciudad de Egipto se reúnen algunos líderes mundiales para hablar del calentamiento global y sus secuelas. Pero nada advierten de que en sus propias narices ocurren estos incidentes. Unos hablan de preservar el medio ambiente, como el ‘carnicero’ del régimen venezolano, quien permite el ecocidio al sur de Venezuela, y, en el balneario de Sharm el-Sheikh, en el Mar Rojo, entrecruzan sus discursos de hipocresía.

 

Tal parece que estos grupos de ecologistas están unidos a ciertos dignatarios para llamar la atención, inflar la burbuja de la información, arrastrar a estos chicuelos para que peguen sus manitas a las obras de arte, tomarse unas foticos y, después, continuar con el festín de la destrucción de casquetes polares para tomar güisqui con hielo puro, deforestar bosques y selvas, como en el Arco Minero al sur de Venezuela, donde sus empresas extraen el ‘oro de sangre’ para enviar a las grandes trasnacionales.

 

Las obras de arte, hoy, indefensas, parece que no tienen dolientes. No tienen quien las defiendan de los furibundos ecologistas.

 

(*)  camilodeasis@hotmail.com  TW @camilodeasis  Ig@camilodeasis1  FB @camilodeasis

sábado, octubre 22, 2022

Noticia criminal

 



Lecturas de papel

 

Noticia criminal

 

Juan Guerrero (*) 

 

No sé en realidad si lo soñé o fue tal vez que entre tanta noticia que uno lee o le comentan, lo supe o mi memoria lo bloqueó para no traerlo a este tiempo del presente de todos los días. –La vejez tiene algo bueno, me digo; uno olvida mucho. Sobre todo, aquellas imágenes que perturban la vida.

 

Lo cierto es que la mujer estaba encaramada en medio de la pasarela (especie de puente peatonal) en la vía principal del sector El Cujíal oeste de Barquisimeto, en la Venezuela de la desesperación y el terror cotidiano. Tenía en su mano derecha un pedazo de vidrio de una botella que recién había partido contra el suelo. Con él comenzaba a desollar al pobre perro que minutos antes había atropellado un irresponsable conductor.

 

El espectáculo es dantesco, pútrido, atroz y doloroso. Ella está de rodillas como si comenzara a rezar antes de iniciar el rito del desmembramiento de ese anónimo ser. Aun se nota al perro con algún signo de vida, mientras por su hocico sale sangre, también por su nariz y por una oreja. Ella lo revisa y busca las partes donde imagina que pueda haber más carne y entonces hace un primer corte. Lo va despellejando poco a poco. No es un jaguar que sube al árbol para comerse a su presa mientras está alejado de los otros predadores. Es la escena moderna de una mujer que se lleva a un perro que acaban de atropellar hasta lo alto de un puente, alejada de las miradas indiscretas.

 

Veo dos jóvenes que, subiendo las escaleras, se percatan del dantesco espectáculo. Gritan. Alertan a otros que están debajo de la pasarela. Otros suben para observar. Ninguno se atreve a detener a la improvisada carnicera. Ella corta un pedazo y prueba. Sacia en algo su hambre. Hay un breve momento donde nadie dice nada. Todos quedan inmóviles viendo semejante rito del más primitivo instinto de supervivencia. 

 

Las personas se miran incrédulas mientras ella sigue de rodillas tasajeando el cadáver. Llamen a la policía! Se escucha de pronto. Casualmente estaban de ronda varios de ellos. Dos policías suben la pasarela y se acercan a la mujer. Conversan con ella. Extrañamente se notan apacibles mientras ella intenta continuar. Los minutos se alargan en una difusa cámara lenta donde las miradas, la languidez del rostro de la mujer y los policías, conforman un cuadro, una escena surrealista. Son tres seres humanos arrodillados que se suplican, junto al cadáver de un perro. Dos que buscan convencer, suplican, ruegan, mientras ella, con el pedazo de vidrio en mano, suavemente corta pequeños pedazos y los ingiere. Detrás, a los lados, los parroquianos solo observan y se miran

 

En la parte baja de la avenida se aglomera más gente. Los comentarios construyen historias diversas. –Es la mujer que anda por el barrio vagando, que no tiene qué comer. No! Ella tiene problemas psiquiátricos. –Yo la vi la otra noche comiéndose un gato. –No está bien de la cabeza.

 

Los policías logran convencerla y al rato bajan con ella. Despejan la vía, retiran el cadáver y quitan los pedazos de vidrio. En mi imaginación la veo de espaldas. Encorvada, sucia, con su cabello hecho jirones, esquelética. 

Entonces todo vuelve a la normalidad en un país de absoluta anormalidad. Un país de suspenso, un espacio donde todo es posible que suceda. Donde lo increíble, lo inesperado puede asomarse en cualquier esquina. 

 

Estos son los signos de la desesperación. El despertar de los instintos de la sobrevivencia. Una población que ya está instalada en el ciclo instintivo, primario. 

 

-¡Es que el hambre tiene cara de perro! Le escucho murmurar a uno que vio eso que ocurrió allá arriba, en la pasarela. Ahora vuelvo a pensar si esto lo soñé, lo imaginé, lo viví o lo leí en una noticia. No lo sé y mejor es que no revise más información por el resto del día.  

 

(*) camilodeasis@hotmail.com  TW @camilodeasis  IG@camilodeasis1  FB @camilodeasis

sábado, octubre 15, 2022

Migrantes




 Lecturas de papel

 

Migrantes

 

Juan Guerrero (*) 

 

Es medianoche. Reviso por las redes sociales algunas informaciones antes de acostarme. De improviso me topo con una serie de imágenes que me llaman la atención. Están referidas a los migrantes venezolanos y su paso por el llamado ‘tapón del Darién’ en la frontera entre Colombia y Panamá.

 

No dejo de observar los rostros de mujeres, hombres y niños. Están como saliendo de un inmenso barrial, de una película apocalíptica. El entorno es selvático, húmedo, resbaloso. Una de las fotografías muestra a una niña que en su inocente mirada observa a un hombre, sin camisa y sus botas de hule saturadas de barro, sentado sobre un madero y pegando su frente a un árbol. Se nota exhausto, agotado. La niña lo mira, sentada a su lado con sus botas también cubiertas por el lodo y parte de sus pantalones. Es una escena surrealista. En otra imagen, una joven duerme sobre una roca mientras sus pantalones, cubiertos por el barro, muestran sus zapatos deportivos embarrados. Ella se nota agotada. Como puede (-está ladeada y tiene de almohada un morral) encuentra lugar para un improvisado reposo.

 

Otras imágenes captan grupos de migrantes caminando por la selva espesa, inhóspita. Se ayudan unos con otros. Unos con otros se sostienen, se agolpan en medio del barro. Soportan su extremo cansancio. Estas son las imágenes del fotógrafo, Federico Ríos ( @historiassencillas ) que realizó para un reportaje del diario norteamericano, @nytimes y aparecidas en días recientes.

 

Bien podríamos afirmar que este grupo de fotografías tienen un perfil que calificarían para un premio Pulitzer. Tanto por la calidad técnica, como por la conceptualización que remite a resumir en imágenes una tragedia humana, apocalíptica, que coloca a Venezuela como el primer país en el mundo con una población migrantes que supera los 7 millones 100 mil venezolanos. Muy por encima de Ucrania, con 6, 8 millones, producto de una guerra. Detrás siguen, Siria, Afganistán y Sudán del sur. Todos con dolorosas y crueles cifras millonarias.

 

Es ahora cuando la migración venezolana se ha vuelto una realidad tangible, una verdadera amenaza para la seguridad nacional de países, como México o Estados Unidos de Norteamérica, y que las organizaciones humanitarias, como la Acnur, Cáritas, entre otras, se han cansado de advertir el riesgo de esta explosión humano.

 

Los migrantes venezolanos, el mayor grupo humano conformado casi exclusivamente por los denominados sectores de los estratos más bajos socialmente, D-E (la marginalidad), están recorriendo el trayecto, entre Venezuela y la frontera sur de EE.UU., en gran parte a pie. Son poco más de 3.500 kilómetros, parte de ese trayecto corresponde a uno de los espacios más impenetrables e inhóspitos del mundo: los 130 kilómetros de la selva del Darién, frontera entre Colombia y Panamá.

 

Los testimonios de quienes han logrado sobrevivir manifiestan que nunca más volverían a ese lugar. El trayecto se realiza, en promedio, en cerca de 8 días. Las cifras que llevan los organismos de atención humanitaria indican que poco más del 71% de los migrantes que la atraviesan son venezolanos. De agosto a septiembre del 2022, ya sobrepasa las 80 mil personas. El tránsito hasta ‘el sueño americano’ se realiza a pie, por vía fluvial y marítima, y por carretera. En gran parte de las fronteras (se atraviesan casi todos los países centroamericanos), deben pagarles a las autoridades para que los dejen pasar. Se exponen a los sobornos, amenazas, ultrajes, humillaciones, robos, violaciones, y a convivir conlos peligros constantes, tanto de las autoridades como de las bandas de paramilitares, guerrilleros y narcotraficantes, y los ‘coyotes’ que los extorsionan y muchas veces les abandonan en medio de la selva.

 

Como lo afirmé en otros escritos, (ver en: https://astorgaredaccion.com/art/23031/aporofobia ), a los pobres y, sobre todo, a los marginales nadie los quiereporque solo aportan atraso, violencia, dolor, sufrimiento y problemas de todo tipo a los países donde llegan. Esa es la visión que se tiene de ellos. Sabíamos que esta ‘bomba nuclear’ humana iba a explotar, tarde o temprano, y ahora cuando comienza a estallar el escándalo mundial apenas si se escucha a lo interno del país donde se ha generado, Venezuela, donde su régimen mantiene una férrea censura para que no se sepa de semejante apocalipsis migratorio. Los últimos estratos que siempre escapan de los estragos de países en conflicto, son quienes ya nada tienen que ofrecer, salvo su propia humanidad. Es lo que está pasando con estos venezolanos que se atreven a transitar un espacio tan semejante al infierno, como es la selva del Darién.

 

(*)  camilodeasis@hotmail.com TW @camilodeasis  IG@camilodeasis1  FB @camilodeasis

domingo, octubre 09, 2022

La amenaza ancestral

 



Lecturas de papel

 

La amenaza ancestral

 

Juan Guerrero (*) 

 

Los verdaderos y trascendentales cambios en la humanidad no lo hacen los hombres sino las mujeres. Los hombres lo que hacemos es desangrar el mundo, crear conflictos, revoluciones y guerras, establecer diferencias de todo tipo, sojuzgar y martirizar al semejante y lanzarlo al barranco del odio, del hambre y el olvido. Creamos sufrimiento, dolor y muerte.

 

Son las mujeres quienes aportan la secuencia lógica para transitar la vida. Luchan con la razón y la sensatez, el sentido común y la pasión por lo que es justo y vale la pena sacrificarse. El derecho al trabajo, el derecho al voto universal, los derechos humanos, por ejemplo. En esto último, la reina Magnífica Isabel La Católica, la más grande reina que ha tenido la humanidad y madre de la Hispanidad, animó a sus asesores para que reflexionaran sobre esto último, lo que hoy conocemos como los derechos humanos.

 

La cultura occidental comienza a girar para encontrar sus propios pasos. Más allá de las experimentaciones político-económicas de las democracias liberales, que han permitido cubrir parte de Europa con rostros ajenos a su historia y cultura, y a la América hispana con lo más perverso del progresismo/populismo, podrido y fosilizado. Lo cierto es que las sociedades occidentales vuelven sus pasos para asirse a sus tradiciones, a su idioma, a su religión, a la vida civilizada, y su esplendor.

 

Es la única y última defensa ante la barbarie que significan las grandes migraciones de grupos humanos que buscan imponer por la fuerza, sus propias tradiciones, lengua, credos religiosos y costumbres primitivas ya superadas, ajenas a la idiosincrasia de las sociedades occidentales.

 

Lo ocurrido en Italia con la victoria de Giorgia Meloni, no es algo secundario o al margen. Si vemos en sus propuestas, el acento recae en la defensa de la tradición, los valores y principios de la cultura italiana. “-Sí a la defensa de la lengua. Sí a la defensa de la religión cristiana. Sí a la defensa de los valores y de la cultura”. Sea esto cierto o no en su cumplimiento posterior, lo que sí es un hecho real es que logró sumar gran parte del electorado, cansado de tantas promesas incumplidas y la insatisfacción de las nuevas generaciones de electores quienes permanecen invisibilizados por un Estado que los ignora.

 

Pero si esto ocurre en Italia y en la Europa del siglo XXI, en la América hispana las diferentes sociedades aun parecen estar ancladas en las postrimerías del siglo XIX-XX. El populismo más perverso, cínico y aterrador cubre gran parte de las naciones que apenas comienzan a vivir y convivir en sociedades republicanas. El poder patriarcal hecho Estado todo lo controla, todo lo cubre. 

 

Las historias de los pueblos hispanoamericanos aun se cuentan, comienzan y terminan en la época de las guerras de independencia. Toda gira alrededor de las figuras totémicas de los prohombres, como San Martín, Sucre, Bolívar, entre cientos de rostros que a estas nuevas generaciones poco les interesa como sustento ideológico y espiritual para comprender su dramática realidad. Lo diré de manera tajante: ¡Basta de tanto heroísmo populista trasnochado! Dejemos que los muertos descansen en paz.

 

Los nuevos tiempos piden otro tipo de héroe: cívico, ajeno al protagonismo de falsa pantalla, que establezca acuerdos entre comunidades, que encuentre su fortaleza en la educación y tradición cultural, principios y valores. Ético-estético, que se afirme en la razón y el sentido común de la realidad y las cosas. Que permita construir riqueza material y espiritual. Porque todo mesianismo, toda imagen que roce el populismo, hoy, es una enfermedad que encuentra su propagación en las fuerzas ideológico-políticas que solo construyen miseria, hambre y marginalidad. El populismo banaliza las comunicaciones e implanta la barbarie en bruto, el primitivismo más atroz.

 

Hay mucho héroe de utilería, fabricado por las tecnologías de la telecomunicación para alimentar tanta ‘masa inculta y bárbara’, tanto fanatismo perverso, ortodoxo y radical. Las sociedades republicanas, democráticas y liberales no son para todo el mundo. La vida cívica no es para todos. Las mentalidades radicales, totalitarias, arbitrarias y fanáticas, sean religiosas o ideológico-políticas, son contrarias a la vida civilizada, de principios, valores y respeto al semejante.

 

Este tiempo abre el camino que marcará la huella de la mujer y la visión/acción de lo femenino en todo aquello que signifique progreso, adelanto y felicidad para la humanidad. Tiempo que dejará atrás tanta falsa división en el pensamiento/acción humanos. 

 

(*) camilodeasis@hotmail.com TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1  FB @camilodeasis

domingo, septiembre 25, 2022

Los Derechos Humanos en Venezuela

 



Lecturas de papel

 

Los derechos humanos en Venezuela

 

Juan Guerrero (*) 

 

La Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre los Derechos Humanos en Venezuela, en su sede de Ginebraha emitido su tercer informe señalando directamente a los responsables de las detenciones arbitrarias, tratos crueles y humillantes, torturas y desapariciones forzosas (delitos de Lesa Humanidad), en la cadena de mando, comenzando por el propio Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, Padrino López, y continuando con personajes, como Diosdado Cabello y la red de subalternos hasta llegar a quienes directamente se ocupan de perseguir, hostigar, torturar y asesinar a los opositores venezolanos. Todos ellos actúan como una ‘maquinaria’ para aniquilar toda disidencia en Venezuela.

 

La oficina de la Misión ha emitido su informe (ver en https://www.ohchr.org/es/press-releases/2022/09/venezuela-new-un-report-details-responsibilities-crimes-against-humanity ) centrado en señalar que en Venezuela existe una ‘cadena de mando’ que ha orquestado un plan para hostigar y silenciar la disidencia. Además, señala los gravísimos actos de asesinatos contra miembros de las comunidades indígenas, al sur del país (Arco Minero), en el estado Bolívar, por la extracción y comercialización del oro y otros minerales preciosos y estratégicos. En su lectura, la presidente de la Comisión, Marta Valiñas, indica: “El Estado venezolano utiliza los servicios de inteligencia y sus agentes para reprimir la disidencia en el país. Esto conduce a la comisión de graves delitos y violaciones de los DDHH.”

 

Si es doloroso leer este documento más terrible es el silencio que arropa, como un inmenso trapo rojo, la información que apenas se difunde a los venezolanos por algunos medios de comunicación. La censura impuesta por el régimen impide que esta información pueda llegar al común de la sociedad. El acceso a la información en Venezuela, hoy, solo es posible para quienes nos mantenemos investigando sobre estos y otros temas, llegando a las fuentes ciertas y veraces de la información. El día a día del venezolano se centra en sobrevivir: buscar alimentos, agua potable, gas doméstico, o esperar que regrese la electricidad.

 

En el documento se denuncia, además, la existencia de al menos 17 centros de detención en Caracas y su zona metropolitana, donde se mantienen prisioneros, tanto mujeres como hombres, civiles y militares, sometidos a períodos prolongados de tratos crueles e inhumanos, torturas, violencia sexual, entre otras humillaciones y vejaciones. 

 

Nada ha cambiado en Venezuela. Por el contrario, y como hemos estado afirmando en escritos anteriores, es imposible esperar de delincuentes que pertenecen a carteles del crimen organizado internacional (sea de las drogas, oro de sangre, trata de seres humanos, terrorismo o hampa común), que cumplan acuerdos, bien de respeto a los derechos humanos o en mesas de negociaciones políticas. Esto porque tienen por principio el uso de la mentira y el engaño como ‘política de Estado’, como estrategia para ganar tiempo y alargar, por cansancio con sus opositores, su permanencia en el poder. Tenemos que ser claros en ello: con pillos no es posible lograr acuerdos en beneficio de la sociedad. A los pillos y ladrones se les señala, acorrala y somete a la justicia para que cumplan condena por sus fechorías.

 

La tragedia de la sociedad venezolana no es tanto política o económica. Es, básicamente, de sobrevivencia de su población. Cerca de 7 millones de desplazados ya son una amenaza para la seguridad e integridad de algunos países que les han dado cobijo. Y esta avalancha va en ascenso. 

 

Detener la humillación y maltrato contra la población venezolana, denunciar el abuso y violación de los derechos humanos a su liderazgo opositor y disidencia, por parte del régimen de Nicolás Maduro y sus pandilleros, es una prioridad que permitiría avanzar a un real y verdadero proceso de elecciones libres, justas y creíbles.

 

(*)   camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1