sábado, marzo 26, 2011

La venus hotentote


Por estos días he visto la puesta en escena, en una combinación de técnicas dancísticas, de la dramática historia sobre la tristemente célebre Venus Hotentote o la vida de Saara Baartman. La compañía de danza Difé Kako, con sede en París, presentó esta semana en los espacios de la Fundación Juan Carmona del diario El Impulso de Barquisimeto, el espectáculo Te Llamamos Venus, con el auspicio de la embajada de Francia y de la Alianza francesa.
La de Baartman es la vida de una joven sudafricana de la étnia khoikhoi (hombres de los hombres), humillada por la sociedad europea de inicios del siglo XIX al haber sido dotada por la naturaleza con un prominente culo (esteatopigia) lo mismo que una gran vulva con amplios labios. Rasgos característicos en algunas mujeres negras africanas y caribeñas. Hacia mediados de 1810 fue traída bajo engaño por un médico inglés a Londres donde fue objeto de estudios médicos y antropológicos. Posteriormente, cuando ya no generó mayor interés científico, fue exhibida desnuda dentro de una jaula como un animal salvaje. Siendo objeto de burla y mofa, con el mote de Hotentote (tartamudo) término despectivo usado por los holandeses para humillar a las culturas de África del Sur por su característica del chasquido en el habla de esta lengua. Saara Baartman permaneció en Londres hasta mediados de 1814 cuando fue vendida a un empresario circense francés quien la llevó a París para presentarla en los espectáculos como una atracción animal al tiempo que era examinada por científicos, como el médico Georges Cuvier, padre de la anatomía comparada. Su prominente culo al igual que su vulva abultada, junto con su piel color miel terminaron por ser objeto de fascinación y deseo sexual. Hacia mediados de 1815, ya olvidada y abandonada, Baartman murió posiblemente de hambre en un intenso invierno. Su cerebro y esqueleto fueron mostrados en el Museo del Hombre de París, hasta mediados de los años ’70, cuando fueron retirados y dejados en los depósitos. Finalmente en 2004 el presidente Nelson Mandela solicitó al gobierno francés la repatriación de los restos de Baartman para ser enterrados en su tierra natal.
La historia de esta mujer es representada por Chantal Loïal, directora y coreógrafa de la compañía de danza Difé Kako, con textos de Marc Verhaverbeke. El solo de actuación que representa Loïal muestran la versatilidad y plasticidad en los movimientos de un cuerpo que va contando la historia de este ser humano, quien es humillado hasta la saciedad y que encuentra en el acto dancístico una expresión verdaderamente artística, más allá del contenido temático que tanto horror nos causa.
Sencilla es la escenografía así como la muestra coreográfica. La escena inicia desde la oscuridad y en ella se mantiene hasta el final con la presencia de esta excelente representante de la danza moderna, quien protagoniza todo el torbellino del drama corporal que artísticamente es resuelto en una combinación de movimientos donde el cuerpo expresa la violencia a la que es sometida esta mujer. Expresiones guturales que hablan desde el fondo del cuerpo, como voz primaria que aúlla sufrimiento y humillación, combinado con declamación de partes de poemas dedicados a esta mujer.
Habría que agregar el acompañamiento musical en dos momentos. El inicio, mientras el cuerpo apenas está reposado, con música clásica, como muestra de los primeros momentos cuando es encontrada y vive como esclava de unos granjeros holandeses en su país natal. Posteriormente, cuando es traída y maltratada en Londres y París, la música se convierte en registro de voces que acompañan el cuerpo en movimientos y giros más ágiles, quizá agresivos, junto con cantos tribales y de voces que acompañan los restos de una calavera que quedó y fue mostrada en uno de los museos más prestigiosos de la antropología mundial, el Museo del Hombre de París. Triste historia y agravio a la dignidad de la mujer, por una sociedad de hombres misóginos que una vez más muestran su corrosiva idea de seudo inteligencia y superioridad.
(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis

viernes, marzo 18, 2011

Lo que va a pasar pasará


Por estos tiempos escuchamos y leemos, casi como un estribillo, expresiones construidas por personajes tardíamente angelicales. Exbeodos, exfumadores, exmaridos, extimadores, exconvictos, “ex-cétera”. Pero lo más interesante es ver a otros, quienes repiten semejantes expresiones sin mayor rubor ni preocupación sobre la lógica de ellas. Hay una de esas expresiones particularmente risible y jocosa; cuando hablas con algún neoespiritualista y creído elegido por el Altísimo, le mencionas que intentarás acceder a un nuevo amor o que tendrás suerte en alguna transacción, de manera solemne te sentencia: “Es que el universo conspira para que lo obtengas”. Y para rematar, te dice tajantemente: “Con Dios todo sin Dios nada”. Los motivos profundos de estas y otras frases preconstruidas se han constituido en comodines de las conversaciones en los últimos tiempos y se observan en los círculos académicos, como ornamento a una pedagogía matizada por un barniz de tecnicismo, donde la denominada inteligencia emocional cede su puesto a la ahora llamada “Inteligencia Espiritual”. Sabiondos especialistas en principios espirituales se han hecho doctos en semejantes temas e introducen sus inicios de conversaciones con sentencias, tan oscuras y rocamboleras, que generan hilaridad: “Lo que sucede conviene”, “Lo mejor es lo que pasa”, “El tiempo de Dios es perfecto”. Pero no tanto estas frases prefabricadas son del todo descabelladas y sin sentido, lo más curioso y lamentable es el sustento intelectual donde se aferran estos discípulos de Paulo Coelho, Mayte y demás predicadores del espiritualismo light: libros tales, como Quién se comió mi queso, Chocolate caliente para el alma, Dios viene en una Hardley, El hombre de la armadura oxidada, El Horóscopo de Adriana A, entre un mar de libros editados como chorizos por las casas de publicaciones que saben cómo alimentar el interés y miedo de los desprevenidos creyentes. Además, los fieles oficiales de las instituciones religiosas tradicionales, como los católicos, los musulmanes, los shick, los diferentes ghettos de evangélicos, judíos, budistas, cienciólogos, han adecuado sus ya destartalados argumentos celestiales para hacerse de esta ingente multitud de neocreyentes.
Pero qué es lo que atrae a estas débiles expresiones y libros de ligeras lecturas. En todas las épocas de incertidumbre socioeconómica, de ajustes políticos, incluso de movimientos geológicos por cambios en la geografía de algunas partes del planeta, las personas entran en crisis. Los antiguos paradigmas, las viejas ideas, las fosilizadas leyes y normas y sobre manera, las inquebrantables creencias sobre la divinidad, al verse enfrentadas con la razón de la lógica humana, pues deben fijar su atención en algo aún más poderoso y sobrenatural para lograr que los seres humanos se vuelvan a atar con ideas y creencias particularmente atractivas y continuar en este eterno devenir que es el fluir constante de la vida. Miedo y temor; ese es y ha sido el artilugio de quienes secularmente han detentando el Poder: sacerdotes y militares. Y contra esta insanía se debe educar a las nuevas generaciones. Para erradicar el mal principal de este mundo: la ignorancia envuelta en superstición, ortodoxia y misoginia.
Lo curioso es que en este grupo de débiles intelectuales se encuentran docentes universitarios quienes, con mitad del cerebro instalado en una fe insustancial, achacosa, pervertida y desfasada de la realidad, buscan conciliarse con su otro medio cerebro donde hay una lógica que les impide hacerse de un pensamiento sano y comprensible para lograr al menos, entender la lectura del pensamiento científico moderno.
El mundo no se va a acabar, tampoco la humanidad. Dios no vendrá en una motocicleta a salvarnos de esta hecatombe que nosotros mismos hemos permitido. La divinidad, de existir, es una razón mayor instalada en el cerebro de cada quien. Y en el cerebro no existe pecado alguno sino responsabilidad, individual y colectiva. Y de tener semejante órgano en óptimo funcionamiento, debemos comprender que ese tal Dios no tiene necesariamente que ver con religión alguna. Las religiones son instrumentos de sometimiento y sojuzgamiento que pervierten la libertad humana. La idea de la divinidad es una realidad-virtual de proyección humana, antropomórfica, donde todos coincidimos para que expíe nuestros pecadillos y demás hierbas. Entonces, como este envejecido Zeus-Deus-Dios, que ya tiene poco más de dos mil años de funcionamiento, está llegando al llegadero, pues no nos queda de otra sino reconstruirlo, con celular y demás, y presentarlo en pildoritas, como estas expresiones de las cuales comentamos.
(*) camilodeasis@hotmail.com / twitter@camilodeasis

domingo, marzo 13, 2011

La felicidad posible


La corrupción política rara vez se inicia desde el pueblo.
Luis Castro Leiva. Sed Buenos Ciudadanos.
Es evidente que aún y a pesar de las dramáticas experiencias que en la actualidad vive la sociedad venezolana en su conjunto, no es menos cierto el cambio actitudinal de su población en todos los campos donde ella se desenvuelve. Por ello descreo de los cientos de opinólogos agoreros que por los medios de comunicación, permanentemente indican lo inevitable de nuestro desgraciado destino, como consecuencia de la incapacidad como ciudadanos para lograr niveles de desarrollo óptimos.
Independientemente de las torpezas y desmanes que ejerce la administración actual del gobierno del Estado en muchas áreas, pues también es notoria la incapacidad y sentido retrógrado de quienes le adversan. Al medio de esas dos aceras se encuentran millones de ciudadanos que continuamos construyendo, a contracorriente, nuestro destino individual y colectivo, con perseverancia, reflexión crítica, más allá de una trivial confrontación sobre si A es mejor que B o B resulta más honrado que A. Los venezolanos comunes y corrientes somos superiores a estas y tantas otras adversidades que se nos presenten. Desde hace siglos venimos construyendo una cultura como comunidad organizada. Si se revisa la historia se notará que han sido los líderes militares, políticos, junto con un minúsculo grupo moralmente corrupto, quienes han detenido el avance de las comunidades organizadas, desmantelando formas novedosas de desarrollo integrales, locales, municipales y regionales.
Las comunidades sanas y sus líderes resaltan siempre las ganancias, las visiones positivas y dejan a un lado tanta alharaca negativa de quienes se dan a la tarea de destruir los valores de la tradición, de la cultura nacional, bajo argumentos maniqueístas del fin de nuestra sociedad.
La situación social, política, económica será superada como ha ocurrido en todas las sociedades que se han propuesto, de manera organizada, superar la mentalidad marginal de sus gobernantes.
Esto lo recordaremos como una experiencia significativa, de aprendizaje en la construcción colectiva de una ciudadanía que debe aprender a convivir y compartir desde la diferencia, aprender a vernos como seres humanos que podemos y debemos ser reflexivos, críticos, participativos y en todo momento defensores de nuestra cultura y tradición como nación.
En estos tiempos de tensión y ansiedad es indispensable creer en nosotros. Nadie vendrá en nuestra ayuda real, más allá de elegantes declaraciones de personalidades e instituciones extranjeras. Ahora es el momento de asumir nosotros mismos nuestro destino compartido. Y en ello es evidente que habrá desaciertos. Muchos. Habrá disgusto y rechazo. Pero ya es imposible volver atrás. Los años pasados ya se vivieron. Ahora tenemos que continuar juntos, nos guste o no. Tendremos que vernos las caras y aprender a soportarnos. Pasaremos de las injurias a encontrar líneas comunes para compartir. Eso ya lo aprendieron las comunidades hace tiempo. Ahora les toca aprender a los líderes políticos.
Estas contradicciones las estamos superando en tiempos de relativa paz, pero paz al fin y al cabo. Otros países, como los europeos, debieron experimentar dos guerras sangrientas hace relativamente pocos años. Estados Unidos de Norteamérica vivió su propia guerra civil sanguinaria para aprender a convivir y hasta mediados del siglo pasado tenían a parte de su población, los negros, segregados. Nosotros estamos viviendo nuestra propia realidad, que en parte es sangrienta, como lo muestran las estadísticas de la violencia e inseguridad. Esta situación, esta problemática sólo la entendemos nosotros y nosotros debemos darle solución. Es nuestro deber como ciudadanos. Tengo confianza y seguridad en nosotros. En nuestra capacidad para crear y construir una sociedad que tenga nuestro propio rostro. Que no sea ni cubana ni norteamericana. Que hable y se exprese en español venezolano. No hay escapatoria: estamos destinados, a pesar de esta hora gris y terrible, a ver nacer una nación, una república donde impere la educación como piedra angular del progreso social. Una república donde impere la calidad del trabajo digno y la rectitud de la moral ciudadana.
(*) camilodeasis@hotmail.com / twitter@camilodeasis

viernes, marzo 04, 2011

La tía Ambrosia y el limosnero


Mi fisoterapéuta es de esas personas que tienen un don para contar historias. Mientras me da masajes en la espalda me cuenta sobre su pueblo, Uracoa, una especie de Macondo venezolano, perdido en las extensas sabanas del estado Monagas. Me dice que es tan solo y perdido que la única funeraria que había quebró por falta de muertos. Sólo pudieron velar a un colombiano que apareció en media calle, y eso porque no tenía deudos y el dueño se apiadó del difunto.
-Pasan cosas raras allí, me dice ella mientras enreda sus consonantes a lo oriental y deja salir una estridente risita que sacude mis tímpanos. –Figúrese que la otra vez mi tía Ambrosia iba para la misa de la mañana y cuando estaba por entrar se le apareció un limosnero y ella de inocente le entregó un billete. De ahí no supo más de ella hasta que se vio otra vez en la sala de la casa cerrando la cartera. Al rato llegó Ernestina, la sobrina, preguntando que y que para qué había mandado a buscar los zarcillos de oro de la abuela Cleta. –Pero mujer, yo no me acuerdo. –Sí, tía, usted me los mandó pedir. Fueron a ver al cuarto y todo estaba tirado en el piso. El escaparate de caoba tenía las gavetas afuera. Medias de nylon, sostenes, los interiores del viejo Oliverio. Todo estaba regado por el suelo. –Ay, santo dios. Virgen del Valle. Qué pasó aquí. De repente a la tía Ambrosia le comenzaron unos dolores. Medicatura, exámenes y de después el diagnóstico: -A esta doñita le dieron burundanga. Ay, madrecita mía, dijo Oliverio. Y qué es eso, doctor. No quedó nada de valor en la casa. Hasta el pote de leche Klim, donde guardaban las lochas y morocotas, estaba vacío.
Ciertamente dijeron todos. –Eso le pasó a la tía Ambrosia por creer que a los limosneros hay que darles dinero para que no se mueran de hambre.
Esta última frase es posiblemente una de las sentencias de muerte que tiene atrapada a la sociedad venezolana en un limbo de una seudo moral, que hace imposible construir una sociedad de ciudadanos responsablemente aptos para asumir tareas de desarrollo integrales en nuestro país.
Recuerdo un escrito sobre un estudio que hace poco tiempo recibí por correo electrónico donde un estudiante de ingeniería de una universidad venezolana, planteaba, con datos estadísticos en mano, cuánto obtenía una persona que en un semáforo, se dedicaba a pedir limosna.
El cuento es que promediando el tiempo que un semáforo tarda en cambiar de luz roja a verde, se hacen 30 segundos e igual tiempo para volver a roja. Total, son 60 segundos. Por cada minuto que transcurre en rojo, el limosnero tiene 30 segundos para “pasar raqueta” a los automovilistas, percibiendo un mínimo de 1,00 BsF. En 1 hora de “trabajo” el limosnero recauda 120 BsF (60min.xBsF.2). Esto, restando los domingos como descanso, da un apróximado de 24.000 BsF. al mes. Sin embargo, pensemos que el señor limosnero ha tenido contratiempos, como que se quedó dormido por la resaca del sábado por la noche, y que eso le lleva a recaudar la mitad, 12.000 BsF. Pero si algún buen samaritano le da en esos segundos, mientras la luz está en rojo, 5 BsF. ya podrá descansar debajo de una mata de mango por los 9 próximos cambios de luces. Y lo mejor: no tiene jefe que le reclame, le amoneste con un memorando ni lo ponga a la orden de Recursos Humanos.
El señor limosnero no ha tenido por qué tener que ponerse a trabajar como Dios y las normas de toda sociedad normal del mundo lo exigen. No sabe de trabajar horas extras, ni tampoco esperar los famosos cestaticket para complementar el sueldo.
Pero lo mejor es lo que la realidad le dijo al joven que hizo el estudio: En una entrevista a una limosnera, cuando le preguntó cuánto recaudaba al día, como promedio, ella contestó que entre 40-45.000 BsF. hacía en los días más “flojos”.
Quizá la tía Ambrosia ya no tenga por qué preocuparse más por los antisociales disfrazados de limosneros. Con estirar la mano y pedir, para ellos ahora es suficiente.
Cierto, esa es la palabra mágica a la que se debe atender: la flojera de una dirigencia política que le ha metido en la cabeza al resto de los venezolanos, haciéndoles creer falsamente que este es un país rico, donde no hay que hacer mucho esfuerzo para salir adelante. Mosca, pues: sólo se sale adelante con estudio, con sacrificio, con constancia y con el trabajo digno que hace de todo ser humano una garantía como el bien más preciado de toda sociedad: ser ciudadanos.
(*) camilodeasis@hotmail.com / twitter@camilodeasis