martes, agosto 27, 2019

Golcar Rojas: Venezuela es un luto en gerundio



De los escritores venezolanos lanzados al exilio por ser voces críticas y que denuncian constantemente el maltrato a la condición humana, Golcar Rojas (La Parroquia-Mérida, 1964) es una de ellas. Es comunicador social. Baña perros en ejercicio. Bloguero por desahogo y escritor por hobby. Ha trabajado como periodista en varias instituciones venezolanas. También ha producido Danza Contemporánea en Maracaibo. Director, productor creativo de campañas publicitarias. Además, es narrador, poeta y dramaturgo. Su obra literaria está publicada en su totalidad en las redes sociales. Entre ellas, citamos: 'Te voy a llevar al cielo', 2015 (novela); 'El infierno de Edelmiro', 2015 (novela); 'Textos de la concupiscencia cotidiana', 2016 (relatos); '¿Dónde queda Venezuela?,' 2016 (crónicas y textos poéticos); 'Obituarios de un no-país'; 'Venezuela es un luto en gerundio', 2018 (crónicas y textos poéticos); 'Historias de tía Amapola' – teatro para armar-, 2017 (teatro); 'Textículos del revolucionario', 2018 (crónicas humorísticas).

[Img #45744] Ilustración: Carlos Yusti



De su obra poética, destacamos el siguiente texto:

Humor en tiempos de guerra (A Daniel Rodríguez, in memóriam) 19 de mayo de 2017
Me refugio en el humor,
He aprendido a reír para escapar.
Como Garrick.
Creo personajes humorísticos
Para evadir la realidad:
Tía Amapola,
El revolucionario y sus textículos,
Los chistes que hago a la gente en la calle,
La gracia que le imprimo a los relatos reales.
Todo es una coraza
El humor es un escudo.
Porque sé que el rigor,
me puede.
El dolor me doblega.
El sufrimiento me somete.
La tristeza me hace sucumbir.
Entonces, huyo en una humorada.
Esquivo a más no poder la realidad.
Hasta que la realidad,
Me cachetea sin piedad.
Mete sus garras en mis vísceras
Y las retuerce con furia.
Me vence.
A Daniel Rodríguez lo mató un disparo
Una bala, justo en la frente.
En la sesera que a los diecisiete
lo llevó a la Universidad del Táchira
a estudiar Derecho.
Su hermano dijo llorando:
"Era un chamo que no se metía con nadie.
Era sano. Estudiaba.
No rumbeaba.
No le gustaba andar por ahí.
No se merecía un tiro en la frente".
Fue de noche, cerca de su casa.
Dentro de su urbanización.
Un miembro de un colectivo,
Lo asesinó con un balazo en la frente.
Y a mí el humor se me amargó.
¿Es esto vivir la guerra?
¿Estamos en una guerra sin tener consciencia de ello?
“La vida es bella”.
Y payaseamos,
Mientras tras la pared
Matan a alguien.
Cantamos y reímos
En un intento por burlar el dolor.
Pero el dolor está.
No pasa.
No cede
El dolor se camufla,
Se escurre tras el aleteo de un colibrí
en mi ventana.
Se desliza sigiloso
en la luz del atardecer.
Y la sonrisa de Daniel,
con braques en su obituario,
es la de quien nunca pensó morir.
Y hace que brote de nuevo el dolor.
Y ya no hay humor.
No hay colibrí.
Sólo queda un luto genuino
Un duelo que no cesa.
Un llanto que no para.
Y una maldita noche oscura
que no acaba.


   
Juan Guerrero: Eres posiblemente, de los primeros escritores venezolanos de este telúrico siglo XXI que aborda el tema de la violencia, el exilio y el desarraigo, a partir de la construcción de una poética que denominas ‘crónicas poéticas’. ¿Acaso lo de crónicas lo tomas de aquellos primeros cronistas de Indias que alucinaron viendo el espacio mágico de la Tierra de Gracia o es pura coincidencia?

Golcar Rojas: En parte, algo tiene de esos tiempos cuando las ‘noticias’, las historias se difundían a través de crónicas que eran recitadas de pueblo en pueblo. Pero obedece más a una necesidad de expresión. Hay cosas que quiero expresar y sólo logro plasmarlas a través de frases cortas que podrían ser versos. Hay sentimientos, emociones que sólo las puedo escribir de esa forma. No son poesía, pero tampoco es prosa. Entonces, como siempre hay una necesidad de etiquetar, las denomino crónicas poéticas.


Menciono a los cronistas, porque al decir de algunos críticos, son ellos, fray Pedro de Aguado, fray Pedro Simón, y ni hablar de Juan de Castellanos, quienes introducen la palabra poética escrita al hablar de este universo literario, llamado ahora Venezuela. ¿Te reconoces en esa memoria inmensa, insólita, dura, dramática y esplendorosa?

Creo que todos nos reconocemos un poco en esa memoria. Son cosas que estudiamos, que nos enseñaron en la escuela, que van en nuestro bagaje cultural y, sin darnos cuenta, pueden aflorar. Es mi caso. Yo nunca me he propuesto escribir poesía, pero hay cosas que me salen así cuando las quiero contar. Creo que mi estado de ánimo determina la forma de contar. Mi respiración, al momento de escribir marca mucho el paso de la escritura y hay momentos en que esa respiración tiene pausa y ritmo que podrían ser poéticos.


Si bien tu escritura en la narrativa (tus dos primeras novelas, Te voy a llevar al cieloEl infierno de Edelmiro) posee rasgos de humor negro y mucho sarcasmo. Tus textos poéticos, por el contrario (‘Obituarios de un no-país’) laceran el alma, corroen la carne y tocan la herida abierta del ser. Esa violencia, esa agresión del Poder contra los ciudadanos. Recuerda en momentos la voz apasionada del poeta español, León Felipe, cuando denuncia la Guerra Civil en su país. Mientras aquél lo eleva en la lírica, tú lo abordas casi rozando lo panfletario. ¿Lo haces adrede buscando otra estética? ¿Acaso la no-estética?

En realidad lo hice (en el caso de los Obituarios…), como salieron al momento. Fueron textos que escribí casi al instante en que sucedían los acontecimientos. Fueron días muy fuertes emocionalmente. A todo el afán cotidiano que significa vivir en Venezuela, a intentar trabajar en un lugar donde no hay electricidad y uno trabaja con máquinas de pelar perros y secadores, donde no hay gasolina y uno tenía que pasar 6 u 8 horas en colas para llenar el tanque. Más todo el estrés de buscar los alimentos y las medicinas, ‘zanqueando’-como dicen en Maracaibo- toda la ciudad por un litro de aceite o un ibuprofeno.
A todo eso, en esos días, teníamos que sumarle los asesinatos diarios de la gente que salía a protestar. En esas situaciones, escribía los Obituarios… Algunos los escribí en el carro, tratando de sortear protestas y barricadas encendidas para llegar a atender a un cliente que teníamos pautado. Algunas veces, no llegábamos. Es decir, son textos sin trabajar. Son lo que salía en el momento. A veces a las 3 de la madrugada, Mary Montes me pasaba un wasap, “Golcar en tal sitio mataron a un chamo”. Y yo buscaba los datos, escribía y publicaba en mi blog. Así surgieron esos textos. Luego los compilé en el libro y quise dejarlos tal cual, hasta con algunos errores de nombres que llegaban errados en la confusión porque creo que todo refleja el momento histórico que vivimos.


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Ciertamente. Esa es, en parte, la sensación que deja la lectura. Diría, Golcar, respetando el tema, que es un libro un tanto improvisado. Poco trabajado y con desaciertos estéticos. Sin embargo, la híperrealidad supera toda forma. Mientras León Felipe cuenta cadáveres y camina sobre los sesos de los caídos, tú das razón de aquellos jóvenes y niños, masacrados por la dictadura totalitaria, despiadada y cruel. Es, como afirmas en alguno de tus poemas, “un luto en gerundio” y “en dictadura no hay espacio para la piedad”.
Desde esa construcción de imágenes tan densamente dramáticas, que atrapan y desollan el alma, ¿hay espacio para un nuevo amanecer en libertad?, ¿tu poesía es puro llanto y denuncia?

Ciertamente, fue muy improvisado. Yo soy muy flojo y me aburro al revisar y corregir. Yo espero que sí habrá un amanecer en libertad. No sé si pronto, pero creo que tiene que llegar.
He intentado algunos textos poéticos de amor, también sobre esta nueva etapa de mi vida en migración, algún que otro texto de humor o erótico. Como te digo, a veces siento necesidad de decir cosas y esas cosas salen como salen. A veces cuentos, a veces crónica, otras crónicas poéticas. Hasta las novelas salieron así porque la historia lo quiso. Empecé a escribir y la historia me fue marcando la pauta de por dónde ir. Ni idea de si la iba a terminar en cuento o en novela.


Esa manera de escribir a dos manos o a dos tiempos, narrativa/poesía, ¿cómo la vives? Sobre todo, ahora que estás en exilio.

Ahora mismo, escribo poco. Escribo crónicas cortas, algunos textos poéticos. Aún estoy en proceso de adaptación. No tengo espacio propio y todo se complica un poco para escribir. Pero yo siempre digo que escribo muchas veces para entender las cosas y para entenderme. Entonces, hay cosas que si no las escribo, no las termino de asimilar.
Más que todo hago mini crónicas de lo cotidiano que escribo en el bus, en el tren, en el baño –con los teléfonos celulares y las tabletas- ahora tenemos la ventaja de no sólo leer en el baño, sino escribir también. Tengo varias historias pensadas pero esas necesitan de más tiempo y de un ordenador porque, creo, que podrían resultar unas novelas. Hay una novelita negra que quiero escribir sobre poetas sospechosos de homicidio y otra historia que tengo años pensando en procesar sobre una tías leprosas que tenía y cuya vida da para toda una historia novelada.
Pero son historias que necesitan su tiempo y espacio para procesarlas. Por ahora, cuento lo que vivo a diario y alguna que otra impresión sobre mi exilio, como el texto corto que publicó hace poco el Papel Literario de El Nacional “Coso una almazuela”, no sé si lo viste.


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Sí. Buen texto. Esto de las historias de tus tías leprosas, resulta atractivo toda vez que en Maracaibo, donde vivías, existe una isla que fue famosa pues ahí vivían los leprosos. De ahí su nombre: Isla de los leprosos.
Ya que nombro esa ciudad tan simbólica para la cultura venezolana e hispanoamericana. ¿Tu obra literaria tiene algún rasgo que lo marque esa ciudad o acaso ese inmenso lago que la cubre y alimenta?

 Pues creo que sí. El lenguaje que uso al escribir, al menos el que utilicé en algunos relatos y en Te voy a llevar al cielo, está muy marcado por el habla maracucha. Así salió, creo que algunos personajes lo quisieron así. Viví 25 años en Maracaibo y su forma de hablar me fascinó desde que llegué. Adopté en mi habla muchas expresiones zulianas y en algunos textos salta a la vista.
Volviendo a la historia de las leprosas, precisamente una de las tramas del cuento va porque a ellas las perseguía la Sanidad para mandarlas a esa isla, la isla Providencia, en el lago.


Pasemos a hablar de tu exilio. ¿Por qué sales de Venezuela a España? Desde afuera, ¿cómo vives, narras y poetizas el país o el no-país?

Salí de Venezuela porque ya no era posible sostenerme allá. El trabajo era cada vez más difícil ejercerlo por la situación y no daba para mantenernos. Cuando empezamos a hacer cuentas y notamos que estábamos financiando a los clientes el mantenimiento de sus mascotas –ya sabes que soy ‘baña-perros’ por oficio y escritor por sin oficio- y que ganábamos más –o perdíamos menos- quedándonos en casa que saliendo a trabajar, y cuando empezamos a comernos los pocos ahorros que teníamos, decidimos que era el momento de irnos. Era irnos con esos pocos ahorros o quedarnos y tener que salir después con una mano delante y otra atrás. Analizamos muchas opciones. Pensamos en USA, en Argentina, Colombia, Chile… Finalmente, después de pensar que no queríamos Latinoamérica porque sentimos que todos los países están más o menos a un empujón de caer en lo mismo, nos quedaban las opciones de España y USA. Por razones del idioma, del sistema sanitario que en España la salud es universal y ya uno tiene una edad en que necesita ciertas atenciones básicas, y que unos amigos nos ofrecieron casa por el tiempo que fuera necesario, decidimos por Madrid.
No sé muy bien qué voy a escribir del país o si lo voy a seguir escribiendo y desde qué óptica. Por ahora narro algunas experiencias, las cosas del idioma, que aunque hablamos el mismo idioma a veces no nos entendemos, el extrañamiento, el sentirse extraño y el extrañar, aunque poco extraño, realmente. No soy muy de apegos y de extrañar. Lo que llevo dentro me alcanza para no extrañar lo que quedó fuera. No sé qué será de la escritura en adelante, supongo que seguiré escribiendo porque es más fuerte que yo. Necesito escribir aunque sea pendejadas en Facebook. Hay cosas que me compelen a escribir. A veces lo hago con humor, como algunas malas rimas que escribo para burlarme de algunas cosas que me molestan pero que sólo puedo enfrentarlas desde la ironía y el sarcasmo, entonces escribo rimas que a veces no riman o no cumplen con la métrica pero me sirven para divertirme y descargar.


Ya que hablas del país y no saber cómo lo abordarás, pero que sin embargo, no abandonarás la escritura. ¿Te salva la poesía? O, ¿acaso es sólo una frase en desuso?

Yo quisiera que la poesía salvara o me salvara, pero hay realidades que son tan fuertes que siento que la poesía, si acaso, llega a ser un paño caliente. A veces ayuda a salvarnos porque nos permite entender lo que vivimos, asimilarlo, crecer como seres humanos, incluso, para sobreponernos a la realidad, pero hay hechos, como los que se viven en Venezuela, que no hay poesía que salve. Aunque sin poesía, seguramente, sería mucho peor. Al menos para quienes creemos que una palabra de alguien bastaría para salvarnos, sería mucho peor.


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Ya que hablamos de la palabra poética en su hacer ético, ¿qué puedes decirnos de los intelectuales venezolanos y su compromiso con la defensa de la libertad y los derechos humanos?

No sé si desde el punto de vista literario, demuestran en sus textos ese compromiso. Algunos están intentando pintar en sus historias la Venezuela de estos tiempos y creo que en el fondo de esos relatos, pues está presente. Otros han tenido acciones evidentes como la firma de manifiestos, la escritura de crónicas que narran actos de protesta o apoyo a esos actos. Hace poco salió una carta en la que un grupo de escritores, artistas y periodistas manifestaba y a la vez, pedía apoyo a Guaidó. Lamentablemente, en esta lucha la división es muy fuerte y dentro de la gente que está en la misma acera surgen las discrepancias y los ataques. Otros escritores y artistas salieron a criticar la carta. Algunos se sintieron aludidos y en necesidad de responderla. Y así vamos con todo. Pero creo que gran parte de la intelectualidad venezolana ha mostrado su compromiso con la libertad y los derechos humanos desde un principio, eso queda evidenciado cuando uno lee, Diario en ruinas, de Ana Teresa Torres y ve todo lo que se ha hecho por combatir la dictadura desde el campo artístico e intelectual.


Golcar. Tu irrumpes en el mundo de la literatura, a través de las nuevas tecnologías o llamadas, Redes Sociales. Prácticamente toda tu producción ha sido impresa en las redes. ¿Qué puedes decirnos de esta experiencia?

Para mí han sido fundamentales. Yo no pensé que terminaría escribiendo hasta novelas. Yo había decidido no volver a escribir. De hecho boté todo lo que había escrito cuando no existían las redes y escribía a máquina. Pero la necesidad de comunicar pudo más que mi voluntad de no escribir. Un día, abrí un blog y empecé a volcar en él todo lo que quería comunicar. Fui ganando algunos lectores. Fui agarrando práctica de nuevo con la escritura. Al principio eran crónicas, relatos de vivencias. Luego, publiqué un cuento, El último gallo, que era un cuento que tenía en la cabeza desde hacía 20 años. Lo publiqué en el blog y a mucha gente le gustó. Así me fui soltando de nuevo con cuentos y relatos. Algunos micro cuentos, que publiqué en Twitter. Cuando acordé, tenía una pequeña comunidad de lectores. Gente que me leía y comentaba. Como yo soy, flojo, tenía ya escrita, Te voy a llevar al cielo y no tenía intención de buscar editor. La envié a un concurso por no dejar, y en un carnaval, aburrido en casa, busqué cómo autopublicar en Internet y la lancé. Algunos amigos la compraron y me gustó la idea de no tener que rendirle cuentas a nadie. De ser responsable de todo lo que pasaba con mis textos. Escribí la secuela El infierno de Edelmiro y la publiqué y así seguí. Algunas micro crónicas humorísticas que escribía en Facebook las compilé también en libros. Con las historias de la tía Amapola, que escribía en la red social, hice una obra de teatro que también publiqué en Amazon. Así he seguido. Yo escribo para divertirme y publico para divertirme e intentar divertir a los otros, y las redes han sido mi plataforma.


Ya que mencionas a la tía Amapola. Cuéntanos un poco más de ese personaje. ¿Es una suerte de Alter ego?

Sí, viene siendo como el Alter ego de la primera combatiente (Se refiere a la esposa del presidente, Maduro). El personaje surgió a partir de la detención en USA de los sobrinísimos acusados de narcotráfico, entonces empecé a postear bromas sobre el caso, una era que a la tía la llamaban la ‘Tía Amapola’ y que ella se “polveaba la nariz” y cosas así, con doble sentido y fue surgiendo el personaje, al final, la ‘tiíta’ opina de muchas cosas y cuenta cosas de su vida, el personaje expresa pensamientos desde la mente de la tía Amapola. Todavía sale alguna crónica de vez en cuando, depende de los acontecimientos.


En uno de tus textos, te preguntas “¿Dónde queda Venezuela?” Son crónicas y poemas escritos hacia 2014. Es un texto denso, de imágenes fuertes pero a la vez de mucha nostalgia. ¿Lograste saber dónde queda esa Tierra de Gracia, más allá de llevarla en la memoria?


Me la tropiezo en todos lados. Sin ir muy lejos, hoy fui a encontrarme con unos amigos en el parque El Retiro. Nos sentamos en un café y llegó el chico. Al no más saludar, noté que era venezolano. De Caracas, se llama Jesús y tiene cinco meses de haber llegado a España, hoy era su primer día de trabajo como mesero allí. Estudió Estudios Internacionales y para estudiar, trabajó en Venezuela de mesero en varios sitios. “Aquí me ha servido más la experiencia de mesonero que lo que estudié en la universidad”, me dijo. Luego fuimos a un sitio por Opera a cenar. Nos atendió un chico pelón, blanco con pinta de gallego pero caraqueñísimo al hablar. Es Sergio, tiene cuatro años en Madrid. Hijo de padres colombianos que viven en Panamá. En ese sitio había dos muchachos de Táchira y otro chico de Caracas. Aquí en Madrid me tropiezo a Venezuela en todos lados. Son los retazos con los que armo aquella almazuela de la que hablé hace poco.


A propósito de esta publicación. Inicialmente fue confundida su autoría indicando al poeta Rafael Cadenas como su autor. El texto se viralizó por las redes sociales. La obra fue conocida más que su autor, Golcar Rojas. ¿O fue merced al nombre de Rafael Cadenas?

Creo que se juntó un poco todo. Esa pieza la escribí y la publiqué, y casi inmediatamente empezó a circular mucho en las redes, especialmente entre la diáspora. Al día siguiente de publicar el texto en mi blog, leí una frase que dijo Cadenas ese mismo día de la publicación en un acto en Casa de América aquí en Madrid y me pareció que resumía bien mi texto. Entonces, la agregué como un epígrafe. Alguien copió del epígrafe hacia abajo y allí empezó todo. Insultaban a Cadenas, me insultaban a mí. Los medios empezaron a hablar del nuevo texto de Cadenas. Y así se extendió el bulo que aún hoy persiste. Esas cosas que han pasado mucho a lo largo de la historia de la literatura de textos que se le asignan a un autor que no lo escribió y así queda. Aunque creo que por primera vez pasa con dos autores vivos. Lo peor es que Cadenas inmediatamente aclaró que no era de él, pero eso sólo lo publicó Tal Cual en una breve nota que nadie vio.


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Tus textos poéticos o crónicas, como les llamas, son breves. De imágenes duras, lacerantes, que literalmente estallan en el rostro del lector. Una de ellas, “A las dictaduras les encantan / los cerebros muertos”, es lapidaria, no deja espacio para meditarla porque te estremece, te detiene la lectura y te exige una postura como ser social. Háblanos un poco más de esta y otras imágenes de tanta densidad.

Esas son las imágenes que me quitaban el sueño en 2017. Las fuerzas policiales salían a matar. No salían a reprimir o disuadir a quienes protestaban. Salían con armas de fuego y muchas veces de guerra, a matar. Por eso apuntaban a las cabezas y a los pechos. No era que las fuerzas militares buscasen disolver manifestaciones, para lo cual podrían haber usado agua o perdigones de goma. La idea era matar. Por eso, hasta las bombas lacrimógenas las apuntaban de frente, como la que mató a David Vallenilla, que fue disparada desde La Carlota a quemarropa, al pecho. Todo eso retumbaba en esos días en mi cabeza y sentía que había que decirlo.


¿Tu vida como escritor se ha visto influida por algún autor en especial? ¿Frecuentas grupos literarios o eres un lobo literario?

No frecuento grupos literarios. Como te dije, había decidido no escribir. Cuando retomé la escritura, no tenía idea de en qué iría a parar todo. Luego decidí seguir como venía porque me gusta no tener que rendir cuentas. Lo que más me gusta de escribir es que es algo que uno hace solo. Puede hacerse en equipo o en grupo pero no depende exclusivamente de eso. Yo nunca he sabido andar en grupo. Nunca me he sentido parte de clanes o clubes. Me gusta la soledad de la escritura.


Me llama la atención, Golcar, que mientras en tu narrativa te manejas con el sarcasmo y el humor negro, en tu poesía la voz es dura, acaso una palabra que grita y reclama, señala y acusa. ¿Cómo haces para no sucumbir, para no perecer?

Creo que es una forma de buscar cierto equilibrio emocional. Matizar un poco el drama con humor. Para mí el humor es imprescindible para sobrevivir. Es que tiendo a ser melodramático y logro cierto equilibrio con el humor. Con el sarcasmo y la ironía matizo el drama.


Ya para finalizar, Golcar. Referida a la literatura y los intelectuales venezolanos, hoy. ¿Aportan al proceso social o se diluyen en la cotidianidad de una banalidad que los engulle?

Creo que como con todo en estos tiempos de instantaneidad y redes. Especialmente entre los venezolanos, el aporte de artistas e intelectuales se ve dividido y polémico. Hay quienes están haciendo importantes acercamientos al proceso y hay quienes buscan la polémica banal, el ‘like’ fácil a partir voces viscerales. Estos tiempos de ‘fake news’, de divisiones en Venezuela, un ‘no-país’ que alcanza también la intelectualidad y hace que algunos artistas e intelectuales terminen ofuscados por los ‘análisis’ pasionales en los que queda poco espacio para el razonamiento crítico y sosegado.


Siguiendo en línea con tu respuesta. ¿Tiene la literatura venezolana futuro en un país donde el Estado persigue a quienes piensan diferente?

La literatura siempre logra burlar la censura y evadir la persecución. Siempre lo ha hecho y siempre lo hará. Otros, desde el exilio, contribuirán también a formar ese cuerpo literario. Afortunadamente, la creatividad no hay como aniquilarla. Pueden ponerlo más difícil, pero la creatividad siempre pergeñará formas de expresarse y de burlar a los tiranos. Que lo diga Arenas, que logró hacer parte de su obra en una cárcel cubana.


¿El no-país está condenado a sucumbir frente a la literatura? ¿Es posible el regreso, tu regreso?

Cuando salí de Venezuela, lo hice decidido a no volver. Hasta ahora, es un propósito que mantengo. Pero tampoco me cierro a ninguna posibilidad, Si algo hemos aprendido los venezolanos en estos 20 años, es que nada es permanente, que la vida cambia radicalmente de un día para otro. Que el futuro es incierto. Que nada está realmente en nuestras manos y que todos los planes se pueden ver alterados por variables ajenas a uno. ¿Cuántos profesores titulares de prestigiosas universidades de Venezuela, que pensaban que tenían una vejez asegurada, una pensión con la cual vivir e incluso, inversiones para tener una vejez holgada y tranquila, están pasando hambre hoy en el ‘no-país’, a riesgo de morir por no poder costearse un sencillo tratamiento para la tensión, o trabajando 12 horas en Úber o en un café fuera de Venezuela para poder vivir?

A nosotros nos voltearon los planes en un abrir y cerrar de ojos.

viernes, agosto 23, 2019

Los desafíos de la civilidad




Es importante reflexionar sobre los tiempos del poschavizmo. Porque eso, inevitablemente, va a ocurrir. Por lo tanto, no será suficiente con derrotar políticamente semejante fenómeno amoral. Es preciso garantizar que su sobrevivencia esté por siempre bajo el control ciudadano y las leyes de la república. 
Pero ello no basta. Para desplazar al chavizmo habrá que deslastrar a gran parte de una población parasitaria acostumbrada a medrar adherida al Estado. Principalmente el estamento militar y todo lo que ello ha significado en estos últimos 20 años donde ha participado directamente de la ruina de la nación. 
Lo imprescindible, lo urgente y de inmediata aplicación será el cambio de paradigma. Dejar atrás la mentalidad militarista y el militarismo militante y regresar a la huella trazada por el pensamiento más puro de la civilidad, encarnado en el hacer civilista de venezolanos, como Juan Germán Roscio, Andrés Bello, Simón Rodríguez, Juan Vicente González, Fermín Toro, Teresa de la Parra, José María Vargas, Uslar Pietri, Argelia Laya, Cecilio Acosta, Rómulo Gallegos, Mariano Picón Salas, Prieto Figueroa, María Teresa Castillo, Luis Castro Leiva, Jacinto Convit, entre otros. 
En ellos y en cientos de prohombres de nuestra cultura se condensa el pensamiento de la civilidad, de la venezolanía y del ser ancestral de lo que fuimos, somos y seguiremos siendo: la presencia activa de la consciencia cívica que es progreso, libertad y fomento de los valores, principios y tradición de una sociedad democrática. 
Ese ha de ser el más duro desafío que el liderazgo nacional debe encarar. Porque la propia existencia del Estado venezolano está indisolublemente determinado por tres grandes huellas: religión, historia e idioma. Eso significa la propia trascendencia del ser cultural venezolano. Habrá entonces que trazar un proceso educativo-pedagógico estricto, directivo, que acentúe la práctica de la libertad y defensa de la democracia, siguiendo las huellas de nuestros principales pedagogos.
Educar a la población en valores y principios del convivir, compartir, hacer para luego, ser y después, tener. No existe otra manera de garantizar el bienestar de una sociedad que aquella donde el Estado se reduce, descentraliza y reconoce al ciudadano como sujeto cultural e histórico, cuya independencia de pensamiento debe ser respetada, garantizada y protegida.
Deslastrarnos del mundo primitivo de las charreteras, cachuchas y chapas, ciertamente que será un arduo y difícil trabajo. Devolver a sus recintos naturales, cuarteles, a quienes han estado desnaturalizando su función primordial, la defensa del ciudadano, ciertamente que implicará la toma de decisiones duras, ejemplarizantes y dolorosas. Pero eso habrá que hacerlo para privilegiar la consciencia cívica y la civilidad en la sociedad venezolana.
Ya en otros escritos he indicado que dejar atrás las figuras que han representado la imagen del Estado y la sociedad, como modelos de ciudadanos, comenzando por el Simón Bolívar militar, es tarea para quienes asuman el liderazgo de una nueva y diferente sociedad. 
La sociedad venezolana del siglo XXI debe dejar atrás de una vez por todas esos modelos de venezolanos vinculados con las armas, la violencia, y la obediencia y temor por la amenaza de voces graves, autoritarias y arbitrarias.
Este siglo XXI es el tiempo que debe estar marcado por la presencia activa en el pensamiento del humanismo universal de Andrés Bello. Su defensa absoluta por el español de América y todo lo que ello representa como alma del ser civilista latinoamericano.
Dejemos descansar a quienes lucharon, con sangre, sudor y lágrimas para darnos la libertad de una nación. Ahora es el tiempo de la libertad del pensamiento, del hacer ciudadano. No podemos seguir viviendo de batalla en batalla hasta banalizar todo y terminar en la ridiculez de la batalla por una caja de alimentos o de unas elecciones.
Creo que el pensamiento del bolivarianismo ya no da para más. Eso es así porque no se puede construir la modernidad de una nación y menos, la actualización de una sociedad, anclados en el pensamiento del siglo XIX.
El país cultural debe resistir y persistir en la construcción de un venezolano adaptado a las realidades cambiantes de estos tiempos. Es imprescindible que la academia, la intelectualidad y los artistas y hombres de bien, sigamos resistiendo hasta lograr superar este ostracismo donde nos han obligado a sobrevivir. 
Frente a esta realidad hay que responder desde la orientación académica, pedagógica que siempre encuentra la salida adecuada para imponer soluciones y superar el horror que significa vivir en la Venezuela donde el régimen totalitario arremete constantemente contra todo indicio de inteligencia y profesionalismo de quienes buscamos adecentar la práctica de la libertad, normalidad y solidaridad democrática.
Los tiempos que se acercan son de mucho esfuerzo, más sacrificio y duras, muy duras decisiones. Pero la mentalidad parasitaria hay que deslastrarla definitivamente de la cotidianidad del venezolano. No tengamos temor a este nuevo ciudadano, a este nuevo venezolano. 

(*) camilodeasis@hotmail.comTW @camilodeasis IG @camilodeasis1

viernes, agosto 16, 2019

Falsedad profunda


La era de la cibernética y del uso de programas de alta tecnología están modificando aceleradamente la realidad de las sociedades, sus usos y costumbres. Acentúa y modifica constantemente los comportamientos, creencias, principios y valores de los usuarios, e implanta una nueva realidad –esta de la Internet y las redes sociales- donde estamos aprendiendo a convivir con robots y programas cibernéticos que constantemente nos tocan la puerta, la ventana y se cuelan por las grietas de las paredes.

En sociedades total y absolutamente desarticuladas, controladas por el Estado y de información censurada, no sólo es posible encontrarnos diariamente con las fake newso noticia falsa, como información “veraz”, también es el espacio de la sociabilidad virtual donde las nuevas formas de la comunicación, como las llamadas deepfake news, se insertan fijando en el umbral de la posverdad las realidades cambiantes como formas extremas de la (in)certidumbre. Sociedades profundamente deprimidas, tanto por carencias materiales como por aquellas psicológicas, emocionales y espirituales.

Este fenómeno ocurre, básicamente, en grupos etarios con más de 65 años. Estos son los más propensos a consumir y asumir como ciertas, las deepfake news, falsedad profunda, contra los grupos de menor edad.

Nos estamos refiriendo a la generación de la posguerra y que llegan hasta mediados de los años 60’s., del siglo pasado, conocidos como los baby boomers. Ellos comparten más noticias falsas y de contenido complejo.
Posiblemente esto se deba a los principios, valores, creencias y certezas que a lo largo de su formación, fortalecidos por la crianza y educación formales, han adquirido estas personas.

Si bien el adulto puede reflexionar y categorizar, valorando a una fake news como una clásica mentira, le es completamente incomprensible racionalizar e interiorizar la naturaleza profunda de una deepfake news.

En los últimos 35 años han surgido otras realidades –aquellas de la virtualidad- que a través de las redes sociales, construyen no sólo verdades-virtuales. También fake/deepfake news, soportados en realidades múltiples, extremadamente cambiantes. Altamente cargadas de emocionalidad, muy subjetivas y poco soportadas en realidades tangibles. Porque no interesa mayormente la verdad y objetividad de la información como el deseo y la emoción de su certidumbre.

En sociedades cuyos miembros son sometidos a períodos extremos de incertidumbre, donde sus derechos básicos para sobrevivir les son alterados, vulnerados y constantemente violados, es posible encontrar muestras de un tipo de información donde la realidad-real ha sido sustituida por la virtualidad.

Pueden ser observados en regímenes dictatoriales y sobre manera, en aquellos totalitarismos donde el Estado toma como enemigo al ciudadano, lo controla, censura e impone de manera arbitraria, principios, valores y costumbres, ajenos a su tradición cultural.

Es la verosimilitud que impone el Estado totalitario, haciendo uso de las nuevas formas de comunicación tecnológica, de noticias con afirmaciones/negaciones donde ya no es posible distinguir el horizonte de uno o de otro.
Incluso, es tan avanzada la tecnología de las deep news, que usa programas altamente sofisticados para alterar la imagen, modificando rostro, voz y otras características fenotípicas del sujeto.

Así las cosas no podemos darle la espalda a estas nuevas maneras de la comunicación de la era cibernética. Ellas día a día avanzan y se “autosuperan” modificando la misma realidad y estableciendo maneras de convivencia que es menester encarar para darle su justo valor.

Ya hemos visto como estos recursos tecnológicos se han puesto en práctica en el área política, económica y militar. Países como Rusia, Alemania, China y Estados Unidos están a la vanguardia de estas nuevas tecnologías con sus numerosas investigaciones en el campo de la comunicación. Sin embargo, esto no es dominio exclusivo de quienes generan, planifican y distribuyen la información.

Las fake/deepfake news se están extendiendo gradualmente a otros campos del conocimiento para modificar sus realidades. Por ello, no podemos más que advertir de su presencia y naturaleza altamente compleja en la modificación de la realidad, toda vez que viene adherida a la posverdad como espacio que se inserta entre verdad/mentira, modificando el comportamiento de los usuarios, sus creencias, valores y principios. Por lo tanto, una neo ética será necesaria para su existencia en nuestra sociedad.
Las nuevas generaciones podrán comprender mejor en los venideros años, la complejidad de estos fenómenos de la comunicación, una vez que interioricen y semanticen en su cotidianidad estas otras realidades y paradigmas.

domingo, agosto 11, 2019

Teresa Coraspe: La libertad como belleza

Teresa Coraspe (Soledad, 1940) es una voz fundamental en el universo de los grandes escritores venezolanos. Su ya amplia y densa obra literaria, ha sido reconocida, aunque poco estudiada y difundida.

Es, además de poeta, narradora, ensayista, promotora cultural, titiritera, y coordinadora de talleres literarios en comunidades y centros carcelarios. Mantiene activa una página cultural, Ojo de Búho, así como un portal personal, www.teresaeneltiempo.blogspot.com donde publica a las nuevas voces de escritores latinoamericanos.

Poeta de la palabra esencial, esplendorosa y luminosa, parte de sus libros están dedicados a la trascendencia de la vida cotidiana. Es precisamente en ello donde Coraspe encuentra la razón de ser de su poesía. Se refugia detrás de la gran puerta de la casa habitada por hablas. Ese ancestral útero con ventanas cerradas y grandes candados que encierran los símbolos sagrados de la heredad.

Desde sus primeros libros, Las fieras se dan golpes de pecho, 1975; Vuelvo con mis huesos, 1978; Vértice del círculo, 1987; Este silencio siempre, 1991; Tanta nada para tanto infierno, 1994; La casa sin puertas, 2004; Teresa Coraspe va construyendo un universo personalísimo, con referentes como el Orinoco, su acuosidad de resplandores que enceguecen mientras la soledad, el agotamiento de los días interminablemente iguales, pasan y dibujan la historia de siempre. De seres que nos colman y se van, regresan a la nostalgia de la memoria.

Esa no pertenencia, ese saberse de ninguna parte hace presente el desarraigo y la tristeza de las despedidas. Agonizar de amar la vida, su belleza y plenitud. Porque la poesía de Teresa Coraspe es un canto a la libertad del ser humano, a su intimidad y esencialidad por sobre todas las cosas. “La libertad es belleza”, -nos responde Coraspe en parte de esta entrevista.

  


LUCES EN LA CASA DEL RÍO (Poema de Teresa Coraspe)

III

Hay que cuidar la casa
no olvides que es de vidrio
contiene letras de cristales
que bien pueden quebrarse
romperse con el tiempo
Si alguien pretende entrar
nunca los dejes
en ella habitan duendes
hadas gnomos
que pueden asustarse
los fantasmas también
ellos encienden los cirios en las tardes
cuando el mar y el río se aprestan a dormir
y el silencio con velos sobre el rostro
les canta una canción
Cuida la casa que cambia en las mañanas
y en las puestas de sol.


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Juan Guerrero: Mencionar en Guayana el nombre de Teresa Coraspe y concretamente, en Ciudad Bolívar, es saber de una institución cultural que a lo largo de medio siglo ha estado al frente de numerosos proyectos en beneficio de la sociedad y de las nuevas generaciones de escritores y artistas. Eres una referencia obligada para quien desee estudiar el movimiento cultural del sur de Venezuela. De la misma manera, ¿crees que tu obra poética es conocida y difundida en el país?

Teresa Coraspe:  Parcialmente, porque hay escritores que se han ocupado de mi trabajo, pero en forma personal y no como realmente lo requiere un esfuerzo de años ininterrumpidos en un quehacer que forma parte de mi vida. Lamentablemente nos sentimos desamparados en cuanto a difusión se refiere.

Naciste en la población de Soledad, que por cosas del destino está político-administrativamente dependiendo de otra entidad federal, la del estado Anzoátegui. Pero nadie duda de sus vínculos culturales e incluso, históricos,  con Guayana y el estado Bolívar. En este orden de ideas, ¿tu poesía ha sido permeada por las voces de los antiguos poetas que vivieron a las márgenes de nuestro río padre, el majestuoso Orinoco? ¿De dónde procede esa vena poética en Teresa Coraspe?

Es justamente una pregunta que yo misma me hago. Pienso que debe ser por un estado de soledad y tristeza que he llevado siempre conmigo. Quizás esas sean las voces de mi mundo interior.

Quien lee tus primeros libros, ‘Las fieras se dan golpes de pecho’, o acaso, ‘Este silencio siempre’, encuentra una voz que habla casi como en susurros. Una voz que habla desde el fondo del alma. Aquietada, melodiosamente melancólica. No diría que es tristeza ni tampoco fracaso. Es una ternura de vivir en la cotidianidad de una existencia que a ratos se contempla, se ve al espejo, se complementa en lo diario que exaspera o se deja ir entre la casa habitada y sola. ¿Son esas voces, las tuyas o hablan otros entre tus versos?

Ambas cosas. Hablo y surgen otras voces que creo son las mismas que llevamos por dentro. Existe un encuentro de ellas que se expresan en mis libros, pero en sí no es algo consciente. No se busca, llegan.

Eres la escritora que recorre las ausencias de sí misma y de otros. Te mencionas mientras señalas en tus versos lo que ha sido, es y será el hombre; una esencia de silencio, intimidad y lejanía. Lo dejas marcado en tus libros, cuando quedas “con las edades perdidas y los senos desnudos” ¿Es en el desarraigo donde anida tu escritura o nos hablas desde ese centro?

El desarraigo es una constante, como una pérdida que, de alguna manera, debo manifestar para evitar el ahogo.

Porque, siguiendo con la reflexión anterior, en ‘Tanta nada para tanto infierno’, la voz nos describe una existencia desde la hondura de lo que nunca podremos palpar, apenas sentir como un sobresalto. Una fenomenología de la existencia. ¿Es ahí, entre esos pedazos de vida donde encuentras razones para sostenerte o mejor dicho, soportarte?

La poesía es mi asidero, un soporte, una salvación, aunque ante todo, son las lecturas, los libros, los autores, quienes me han ayudado a vivir.


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Centrémonos ahora en otros territorios más mundanos. Has sido incorporada a la Academia Nacional de la Lengua, en representación del estado Bolívar. Ocupas el sitio que dejó la destacada escritora, Jean Aristeguieta. Una escritora poco estudiada y desconocida para gran parte de las nuevas generaciones de intelectuales y artistas venezolanos. Esta designación es un reconocimiento a tu vasta y constante labor en el área cultural. ¿Qué nos puedes decir sobre esto?

Realmente es un reconocimiento al cual había declinado en el año 2013, pero lo acepté ante una nueva proposición el pasado año y, pienso que sí lo es. La poesía merece todo, no yo.

En los últimos años se aprecia una tendencia mundial a incorporar las obras de los más destacados artistas, escritores y poetas, al directorio de libros que deben ser estudiados, valorados y promovidos en los centros educativos. ¿Crees que ese es el caso venezolano?

El caso venezolano actual es un caos. Y mucho más para la promoción de obras y edición de nuevos libros, tal como sucedía años anteriores donde había una mayor oportunidad para los artistas y donde las editoriales tenían mayores libertades. Me refiero a los tiempos de Monte Ávila, Fundarte, Ediciones al Sur y muchas más.

Te hago una pregunta directa. ¿El Estado venezolano y la sociedad, valoran a losartistas y escritores?

En este tiempo donde la Edad Media ha vuelto con su oscurantismo y persecuciones, no valoran ni a artistas ni a escritores y hay un profundo irrespeto por la creación y por el ser humano en general. Existe una destrucción de nuestra cultura, de nuestro patrimonio, de nuestros símbolos, y ya ni Simón Bolívar tiene rostro.

Sé que tú has sido una incansable promotora de la poesía a través de talleres literarios donde se han formado nuevas voces. ¿Qué logros nos puedes indicar en esta actividad?

Lo esencial ha sido la promoción del libro y la lectura y el incentivo a las personas a una manera diferente de ver la vida a través de la belleza que existe en las artes.

Teresa. La puerta de tu poesía sigue abierta a nuevos proyectos. Es una pregunta para que nos indiques en qué estás trabajando en la actualidad.

Sí, por supuesto. Ya he terminado mi novela breve ‘Brumas de La Habana y otras ciudades’, y varios libros inéditos de poesía: ‘Éxtasis del mar’, ‘El mar de fondo duele’, ‘Casa en el agua’, y ‘Las casas de la memoria’.

Los poetas del sur –como se les ha dado en mencionar a algunos- están marcados por lo telúrico, la constante claridad que deslumbra y enceguece, y también por lo áureo, esa brillantez que junto con la acuosidad de las aguas dulces, como el Caroní o el Orinoco, pueblan toda o parte de su obra. ¿Hay alguna gota de ese constante e inagotable manantial en tu poesía?

Indudablemente. No existe un escritor en Guayana que no tenga como marco el río. En mi caso, por supuesto, el Orinoco, y si te pones a revisar la bibliografía de escritores guayaneses, siempre encontrarás textos donde las aguas son una constante.


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¿Está la actual poesía venezolana marcada por el trazo femenino o acaso, será una moda de juventud en ciertas escritoras que se inician?

La poesía es la poesía, sin moldes y sin géneros. Ella donde irrumpe, es.

¿Crees pertenecer a una generación de escritores o estás al margen de esas generaciones y corrientes literarias?

Mi tendencia, si así puede llamarse, está enmarcada en mi propia existencia. Esto no niega el influjo de corrientes literarias en las distintas generaciones de escritores.

En el contexto de la actual situación político-social venezolana, ¿crees que la cultura, la literatura y en específico, la poesía, tendrían algo que aportar para avizorar un nuevo país?, ¿es la palabra poética una referencia para el ciudadano venezolano en estos tiempos de tanta convulsión social, de tanta incertidumbre?


Es una postura personal de cada escritor. Algunos optamos por callar, y creo que el silencio es un gran lenguaje donde la realidad lo expresa todo. ¿Avizorar un nuevo país? Es lo que todo venezolano anhela y en ello todas las formas de creación están implícitas, porque una expresión de la belleza es la libertad.


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Un régimen totalitario como el venezolano. Que ya ha sido reconocido oficialmente por organismos internacionales como dictadura que viola sistemáticamente los derechos humanos de sus ciudadanos. Que ha sido denunciado por destruir constantemente la memoria cultural, imponiendo nuevas imágenes, nuevas fechas históricas de aniversarios y rebautizado esquinas, monumentos y obras antes construidas. ¿Puede ser enfrentado con la palabra y los símbolos de la poesía?, ¿Como por ejemplo, la casa y la memoria presentes en tu obra poética?


Con la palabra poética se pueden denunciar los atropellos de un régimen que atenta contra la vida cultural y los derechos del ser humano. Hay escritores como García Lorca, Miguel Hernández, Nazim Hikmet, Aleksandr Solzhenitsyn, Caupolicán Ovalles Guillermo Cabrera Infante y tantos otros, que lo han hecho. Sin embargo, a algunos les ha costado la cárcel, el exilio y la muerte.

miércoles, agosto 07, 2019

Mentir




  Mi nieto Sebastián dijo su primera  mentira. Con apenas tres años y medio, y mientras su papá lo sacaba de ver televisión para que almorzara, el niño en un descuido del padre le echó la comida a Abril, y ésta de inmediato se la comió. Después, con una gran sonrisa fue a decirle que ya se había comido todo y que si podía seguir viendo sus comiquitas. A su papá no le dolió tanto que el niño no se comiera su almuerzo sino que le mintiera.

  Si bien esto no es para celebrarlo sí creo que vendría bien reflexionar sobre la mentira y porqué lo hacemos. Mentir es un acto de fe en la vida, siempre lo he tenido presente y cada tanto lo traigo a mi memoria para saber que la vida nos pone frente a experiencias donde traemos esta estrategia como posibilidad para ser utilizada.

  Este tiempo que nos toca vivir está cuestionando todo nuestro entorno. La realidad que vivimos niega nuestra naturaleza y la manera de vivirla de forma normal. Por lo tanto, la verdad misma de la realidad se ha vuelto un contrasentido, trayendo como consecuencia que entre verdad y mentira se instale una manera de ver y sentir la realidad desde esa óptica que ahora llamamos posverdad.
  Esta realidad que cada vez amplía su universo semántico, se asume desde la emocionalidad, desde las sensaciones y lasilusiones y aspiraciones de eso que deseamos ser. Por lo tanto, al no sentirnos satisfechos de la realidad real donde nos encontramos, tendemos a instalarnos en ese universo de las sensaciones que llamamos Redes Sociales, donde toda posibilidad de ser y hacer se encuentra a la vuelta de la esquina.

  Por eso la política y los comunicólogos han sido los primeros usuarios de esta nueva forma de la realidad que cada día toma más forma y se complejiza a medida que es sometida a la experiencia cotidiana entre el común de los usuarios.
  No estoy argumentando a favor o contra la mentira y sus múltiples maneras de uso. Me interesa la nueva concepción que se tiene de ella en función de una neo construcción a través de los usos por las redes sociales. Porque no es sencillo ni tampoco satisface calificar algunas afirmaciones que leemos a diario, como meras mentiras tradicionales. 

  Porque la emocionalidad de la comunicación aparentemente instantánea, signada por las emociones, los intereses, gustos y deseos, hacen que el contenido de una información tenga menos peso e importancia que la intencionalidad, impacto y su deseo de realización.
  Deseamos ver realizados determinados deseos y antes que ellos ocurran, ya lo estamos dando como hecho cierto, por tanto celebramos y con ello, fortalecemos la posverdad que aumenta su certeza y muchas veces obliga a cambiar la ruta final del hecho, según el interés de una u otra persona o grupo, sea este político, económico, militar, religioso, entre otros.

  Porque la verosimilitud y tendencia a viralizarse que contiene a lo que entendemos como posverdad, es un ingrediente que motiva a la afirmación de una certeza que construimos semejante a nuestras aspiraciones. Creo que en esto, habría que indicar que dentro de esta afirmación: ¡Regálame una mentira! existe toda una fundamentación de enunciados que cubre en sus respuestas, la otra cara o verdadero rostro de la verdad.
  Mentiras piadosas, dirían unos. Por ejemplo esas que toda madre, familiares y amigos cercanos enunciamos cuando nace un bebé. ¡Qué bello!
  O las mentiras por conveniencia, por sobrevivencia que nos rescatan de los extremos entre vida/muerte. 

  -Por la verdad murió Cristo. Es una afirmación que después de dos mil años se ha resquebrajado y dejado que surja la otra realidad, esa de la mentira sobre la cual se dice: -Debí mentir para salvar el pellejo.
  Todos hemos mentido, en mayor o menor grado. No es tanto la gravedad de ello como el hecho de haber usado esta estrategia.Es imposible apartarla, negarla y condenar a quien hace uso de ella. Obviamente, su uso trae consigo ulteriores consecuencias que desencadenan cambios en la realidad de quien lo lleva a cabo.

  Ya los psicólogos, antropólogos sociales y juristas tendrán, como los sacerdotes y moralistas, sus propias interpretaciones. Sin embargo, las nuevas tecnologías de las comunicaciones y redes sociales, están potenciando el discurso de la posverdadcomo la neo mentira que viene soportada por toda una argumentación de razonamientos, donde la línea entre verdad/mentira es demasiado frágil para separarlas.
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