sábado, septiembre 25, 2010

Votar, para qué?


Lograr que todos los venezolanos tuviéramos derecho al voto universal y secreto, ya a mediados del siglo pasado, fue una lucha que involucró la participación, no sólo de quienes lideraban los movimientos políticos de aquellos tiempos, también la participación decidida de la población, y muy particularmente la configuración de un movimiento de mujeres quienes exigían la igualdad de derechos.
Quizá el mayor aporte que la práctica de votar tiene para la cultura política del venezolano se debe a la vinculación de ésta con la libertad. De ahí que tanto libertad como votar están indisolublemente adheridos a la cultura democrática del ser venezolano. Eso ha sido el aporte más trascendental de un sistema de vida que tiene poco más de 50 años ininterrumpidos de la democracia en el hacer cotidiano nacional.
Por eso la misma palabra democracia adquiere en el lenguaje común del venezolano un sentido de pertenencia a su lugar de origen. Lo vincula con los actos más nobles de su vida, como el compartir con su semejante, como el convivir con el Otro-diferente, como la libertad para hablar en voz alta, clara y diáfana todo lo que le venga en ganas, esté donde esté. Por eso sabemos de la altisonante voz del maracucho o del oriental. Más reposada pero al mismo tiempo reflexiva voz del andino o intimista aquella del llanero. Como quiera que sea, es la misma voz que expresa la libertad de vivir en democracia en los actos más sencillos de su vida.
No hay, por lo tanto, actividad política que llame más la atención que esta que vivimos hoy: la de ejercer en libertad el derecho a votar. Cuando el pueblo venezolano se prepara para ejercer ese derecho, hasta el mismo presidente de la república tiembla. Los candidatos, quienes están en la logística, quienes apoyan en la difusión de la propaganda. Todos, absolutamente todos entran en temores porque saben que la población rasa y llana se prepara para votar. Es decir; espera hasta el último minuto para decidirse por quién votará. Por eso en Venezuela las encuestas siempre tienden a equivocarse. Al venezolano nadie le conoce su voto. Es lo más secretísimo que tiene. Te puede decir que votará por éste o aquél candidato, pero cuando está frente al tarjetón (-ahora le llaman pantalla) escoge a quién más le conviene, tanto a él como a su compadre o comadre del alma.
Diríamos que en esto el ser venezolano es lo más político que existe. Tanto así, que siempre está por delante de sus dirigentes. Los políticos venezolanos de este momento se pusieron las pilas en el último momento, mientras la población estaba resolviendo, en el día a día, sus problemas más trascendentes. Al pueblo venezolano no le interesa tanto si el dólar esta alto o bajo, sino que le solucionen el problema de seguridad. Al pueblo venezolano no le interesa tanto si el petróleo se vende o no, sino que le solucionen el problema de la luz y del agua. No es tan importante para el pueblo venezolano si la guerra y la pobreza en otros países del mundo son graves o no, sino que existan alimentos y su poder adquisitivo les sirva para comprar. La felicidad del pueblo venezolano no depende tanto del Producto Interno Bruto (PIB) sino que todos tengamos nuestras necesidades básicas cubiertas y además, protegidas.
Los políticos deben estar medianamente tranquilos porque la gente saldrá a votar cuando terminen, las amas de casa, de preparar el desayuno, lavar, planchar, hablar con la “comae”, hacer las compras en el mercado. Mientras tanto, la gente busca divertirse y saber que este día es un momento para el compartir, para ver la televisión y hacer sufrir un poquito a esos candidatos que tienen nariz de pinocho.


(*) twitter@camilodeasis camilodeasis@juanguerrero.com.ve

sábado, septiembre 18, 2010

El fin de los ismos


El siglo XX fue rico en el desarrollo y conceptualización de teorías para comprender la Razón del hombre. La mayoría de ellas fueron explicadas a partir de los postulados que sobre el término Ideología habían definido Tracy (1796) y posteriormente Marx, a mediados del ‘800. Ello sirvió para interpretar inicialmente al positivismo y luego las diferentes corrientes del pensamiento político, tales como el socialismo, comunismo y anarquismo, fases que según el marxismo son necesarios transitar para derrumbar el Estado y establecer la sociedad de iguales. Pero además de ello, en otros planos del conocimiento, el siglo XX vio desarrollar sistemas de pensamiento, como el estructuralismo, así como los innumerables modos de pensar reunidos en el arte y la literatura, como el expresionismo, surrealismo, dadaismo, futurismo, entre un largo etcétera de “ismos” que establecieron principios y fundaron escuelas unos, y partidos políticos otros, para implantar o asegurar un pensamiento que pudiera explicar el mundo y sus entornos, sólo desde una óptica de visión estética o política.
Quizá lo más terrible no se vivió tanto en el arte y la literatura como en la acción política para establecer sociedades donde el pensamiento único se erigía como dogma. Tal el caso de experiencias dolorosas, como en la antigua Unión Soviética que por la fuerza impulsó un modo de vida aplicando principios del marxismo que vislumbraban un tipo de sociedad de hombres libres. La práctica posterior demostró, después de 70 años, lo inhumano que significa imponer a otros modos de pensamientos contrarios a la tradición cultural de una sociedad. Por su parte, la denominada Revolución cubana, de principios de los años ’60, fue vista inicialmente como la solución a una tiranía, la del dictador Fulgencio Baptista, que superaría dicha situación y haría de los cubanos seres libres. La realidad ha demostrado que la actual sociedad cubana es una de las más sometidas y sojuzgadas de que se tenga memoria en la cultura latinoamericana. Para muestra de ello, la bloguera Yoany Sánchez (léase su artículo “El mal patrón” en http://www.desdecuba.com/generaciony/ ) en cortas palabras resume lo que para ella y los de su generación significa vivir bajo un gobierno supuestamente socialista. Ella, por el contrario, demuestra que el actual gobierno cubano, con más de 50 años, es una burda y bufa comedia de lo más atroz de cuanta dictadura y tiranía pueda existir. Hipócrita, de doble moral, ortodoxa, acomodaticia y descaradamente vulgar frente al dinero. Ejemplo de esto último es la base militar que los Estados Unidos de Norteamérica mantiene en bahía de Guantánamo, territorio cubano. Alquilada por el gobierno cubano en dólares estadounidenses mientras sus mejores oradores lanzan sus dardos ideológicos desde el pensamiento único al llamado Imperio del capitalismo. Algo parecido está copiando el gobierno venezolano al utilizar como excusa al capitalismo del imperialismo europeo y norteamericano, para establecer definitivamente un gobierno de apariencia socialista con un fondo secularmente militarista, abusivo y atropellador de los derechos del ciudadano. Ejemplo de su práctica inmoral y antiética es su continua violencia verbal contra el Estado norteamericano mientras le sigue vendiendo petróleo y manteniendo relaciones comerciales, además que sus dirigentes van a vacacionar a Disneylandia.
No creo que los “ismos” solucionen mayor cosa, ni en la acción política ni en la actividad estética. Ellos sólo han servido para interpretar realidades teóricas. En estos años del siglo XXI los paradigmas que sostenían el pensamiento del hombre han terminado en el basurero de la historia. Al final, somos siempre los simples ciudadanos quienes seguimos padeciendo los impulsos e instintos de un Estado dirigido por hombres que medianamente poseen formación teórica, quienes se imponen a fuerza de palabras emotivas y dibujan paraísos que muchos anhelamos y muy pocos disfrutan.

(*) twitter@camilodeasis camilodeasis@juanguerrero.com.ve

sábado, septiembre 11, 2010

No estaban muertos, andaban de parranda


Hace meses visité varios pueblos del oriente venezolano, entre ellos Río Caribe. Además de sus hermosas playas y bellas y espaciosas casas que recuerdan antiguas historias pude apreciar, con sorpresa, cómo acudían decenas de personas, ya pasadas las siete de la noche, a jugar bingo en la casa seccional de Acción Democrática. No sin cierta suspicacia me acerqué a indagar y observé desde su misma fachada, toda remozada y pulcramente mantenida, a los parroquianos entretenidos con su juego comunitario. Muchos hasta lucían indumentarias rojas, franelas con el nombre del presidente, del gobernador, gorras rojas con escudos y nombres de misiones.
Esta extraña, rara y misteriosa manera de convivir me hizo reflexionar sobre algo que ya desde hacía tiempo venía rondándome en la cabeza: dónde fueron a parar las bases accióndemocratistas. La respuesta la encontré precisamente ahí, en esa seccional como también en la de Caripe. Las bases de ese partido se habían ido para el PSUV. Porque cómo se explica que de la noche a la mañana esa nueva organización se encontrara con más de 7 millones de inscritos, miles de dirigentes de base, una estructura formada en cuadros de organización similar a la adeca –que de paso la tomó de la vieja estructura de los cuadros stalinistas- para hacerse de una presencia nacional que abarca hasta las zonas rurales e indígenas. Donde antes sólo llegaban Acción Democrática, la Pepsicola y la Polar, ahora se le sumaba, como por arte de magia, el PSUV. Pero además de esto, resulta bien extraña la manera como los nuevos dirigentes rojos rojitos se expresan, hablan y gesticulan. Es una copia al carbón de aquellos guapetones de barrio que de repente tenían bajo su dirección a personas ávidas de ser tomadas en cuenta. Y qué decir de las otroras bandas de cabilleros que el partido blanco organizó para aplastar a sus opositores. Recuerdo el último de ellos, un gordito de apellido Marín quien apareció en televisión con una cabilla en mano vociferando improperios contra el antiguo MVR, antecesor del PSUV. O cuando en la vieja Asamblea Legislativa de Ciudad Bolívar le lanzaron estiércol y orines a la diputada regional Pastora Medina. Esa es la gente, la misma, la igualita gente que se fue de vacaciones para el PSUV y que desde hace tiempo está regresando a su antiguo partido. Pronto se verá está realidad. Una muestra de ello será este próximo 26 de septiembre cuando se cuente la votación por partidos y Acción Democrática vea aumentado su caudal de votos como organización política. Como el Ave Fénix renace de sus cenizas. Regresa el partido del pueblo como siempre se le ha conocido y la frase lapidaria que en su momento lanzó el fundador, Rómulo Betancourt, cada vez se hace una realidad: “Adeco es adeco hasta que se muera”. No se fueron del partido, los adecos andan de vacaciones en el PSUV y ahora regresan a su casa. Bienvenidos, pues.


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sábado, septiembre 04, 2010

La maldad del venezolano


Cierto día desperté, como el resto de mi familia, alarmado por la noticia de una joven de origen árabe quien había asesinado a varias personas por el temor al castigo del padre, por haber comprado un gato sin su consentimiento. Esa noticia sacudió lo más íntimo de la fibra social del venezolano. Después supe que en los Andes venezolanos un hombre asesinaba a jóvenes mujeres para comerle los muslos y nalgas. Le llamaron por la prensa "el come gente". Como tantas historias de horror -monstruosas todas- se hizo común leer y escuchar noticias que revelaban gradualmente un rostro del venezolano que para muchos, resultaba inédito e irreconocible. Eso no era lo normal. Pero la realidad poco a poco nos fue dibujando la ruta al camino donde se encuentra ese lado oscuro, tenebroso, ruin y deleznable que también parece ser eso que forma parte de nuestra herencia cultural. Revisando parte de nuestra historia, en tiempos pasados se dieron esos y otros casos donde lo sanguinario, lo malsano y canallesco habita en el ser venezolano. En la llamada Emigración a Oriente, en 1814, cerca de Río Chico, una mujer que venía con el resto de quienes huían de la persecución de los realistas, agotada y con un recién nacido a cuestas, al verse sin recursos para alimentar a su hijo y con los pechos secos, optó por lanzarlo a un barranco. Mucho antes, en el siglo XVIII, el mismísimo padre de El Libertador, don Juan Vicente Bolívar, golpeó a una mujer casada porque ella ya no quería ser su amante. Este noble abusaba y violaba a niñas, de entre 9 y 12 años. En Ciudada Bolívar hubo un caso de amor filial que involucró a un cura. En fin, esos sucesos que han sido vistos como excepcionales ahora aparecen como cosa cotidiana. Ya no es el robo, la corrupción, el hurto, el arrebatón y el ultraje a la íntimidad del Otro-semejante. Ahora es lo común conocer sobre una forma de agresión donde se observa la tenebrosa manera de atentar contra el ciudadano, para robarle la vida y dejarlo "desollado". Pero qué ha ocurrido para que estas cosas estén sucediendo? La respuesta parece estar tanto en la Educación como en la Religión y en un sistema jurídico-policial permisivos. Los sistemas e instituciones que el Estado posee para el control social. Estos se encuentran en sus niveles más débiles de su penetración social. La Educación y Religión están estructurados para transmitir y fortalecer la tradición de una cultura, a través de sus creencias, valores y costumbres que forman la Moral, lo que mora, habita, vive en todo ser culturalmente formado. Ese proceso en nuestra sociedad se fracturó, se quebró hace más de 40 años y sus consecuencias las estamos sufriendo ahora. En modo alguno es responsabilidad absoluta del gobierno del Estado. Obviamente que tiene la primera responsabilidad. Es también, y básicamente, una responsabilidad individual, personal de quienes formamos parte de un colectivo. Uno de nuestros lados negativos y perniciosos es la "comodidad" de la clase media para asumir responsabilidades colectivas, para asumir compromisos y cumplirlos a tiempo. Nos complace que otros nos resuelvan los problemas. Nuestra arrogancia de modernos profesionales nos impide darnos cuenta que este país se ha construido con mucho esfuerzo, sangre y sudor de quienes ofrendaron hasta sus vidas por darnos seguridad, prosperidad y tranquilidad. Ahora que nos vemos en ese espejo monstruoso que nos recuerda lo que también somos, repudiamos y rechazamos esa realidad que también es parte de nuestro haber cultural e histórico. Esta experiencia tan dramática, tan espeluznante y sórdida debe ser reflexionada más allá de una contingencia política pasajera de elecciones parlamentarias. No se va a superar con un cambio de diputados ni con un nuevo alcalde ni gobernador ni presidente. Indudablemente que los cambios positivos ayudan. Pero será la adaptación de un sistema educativo fuerte, moderno, continuo, adecuado a nuestra experiencia cultural, con normas rigurosas junto con un sistema jurídico y policial absolutamente imparciales y sancionatorios, que establezcan la nueva visión de un modo de vida del ser venezolano donde se cultive lo más sublime de todo humano: la práctica de una religiosidad asumida desde la consciencia de saberse responsable de su destino cultural.

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