miércoles, abril 29, 2020

Resentidos sociales

Lecturas de papel

Resentidos sociales

Juan Guerrero (*) 

  Fue en la madrugada del 27 de febrero de 1989, cuando comenzaron las protestas por el aumento del pasaje de usuarios del servicio de transporte, en Guarenas, ciudad dormitorio cercana a Caracas.

 Rápidamente las protestas se propagaron por otros sectores hasta desembocar en la capital del país y transformarse en saqueos, que terminaron el 8 de marzo con una serie de acuerdos entre el gobierno, los trabajadores y empresarios.

  La cantidad de muertos aún sigue sin ser determinada con precisión, miles fueron sepultados de manera anónima en un sector del cementerio municipal llamado, curiosamente, La Peste. La anarquía reinante protagonizada por una población hambrienta se convirtió en actos de pillaje y vandalización.

  En Venezuela resulta un fenómeno sociológico la práctica cuasi justificada por gran parte del liderazgo político para que la población se dedique, tanto a invadir la propiedad privada como aquella pública, y de saquear comercios y empresas bajo el argumento del hambre y la falta de vivienda.

  Por lo menos desde la segunda parte del siglo XIX, se registran las primeras ocupaciones de espacios privados y la construcción de tugurios y después, la ranchificación de extensas zonas del país, en las periferias de las nuevas ciudades, por parte de una población necesitada de asistencia por parte del Estado.

  Si bien puedo entender, comprender y reclamar el derecho humano de esas inmensas mayorías de venezolanos en extremas condiciones de pobreza, que buscan sobrevivir, no puedo justificar jamás las prácticas de invadir terrenos, casas, y de saquear comercios y empresas.

  Porque, como una y otra vez ha sido demostrado, significan, en primer lugar, “pan para hoy y hambre para mañana”además, -peor y criminal- siempre existe una motivación política externa de quienes, en principio, protagonizan los reclamos y protestas.

  En los saqueos de 1989, del llamado Caracazo,inicialmente, las protestas por el aumento del pasaje, consecuencia del decreto presidencial por el aumento de la gasolina, habían sido “espontáneas” en la ciudad de Guarenas. Pero la realidad indicó, años después, que no fue cierto. De manera estratégica, dirigentes de grupos radicales de izquierda, entre ellos de los grupos de guerrilla urbana, entre otros, planificaron las revueltas, utilizando a la población como punta de lanza.

  Esto lo indicamos porque, después de más de 30 años, se sigue usando a la población para ejecutar actos de transgresión contra la propiedad privada bajo el eterno argumento del hambre y la necesidad de un techo. Esos principios humanos básicos siempre van a ser “comprados” por quienes lo padezcan, toda vez que son necesidades básicas de sobrevivencia. Además, la justificación para hacerlo viene formulada desde argumentos, tanto de justicia social (político-ideológica), religiosa y hasta moral. Por eso en la Venezuela del siglo XXI se siguen las mismasprácticas, casi inviolables, que desde la Guerra Federal se hacían por quienes quedaron literalmente desnudos después de ese conflicto bélico.

Hoy presenciamos, dolorosamente, la misma práctica en innumerables pueblos, caseríos y campos, donde la población se dedica a saquear los comercios de sus mismos vecinos que durante años conocieron. Incluso negocios de turismo que nada tienen que ver con los reclamos por alimentos, como en la isla de Margarita donde ha sido saqueado todo un hotel. Camas, colchones, televisores, aires acondicionados, lámparas, entre un sinnúmero de objetos que, obviamente, no se comen. 

  Lo triste es enterarnos que los dueños del inmueble durante años compartieron con sus “expropiadores”. Les planificaban cursos para que sus hijos se formaran, ayudaban en el ornato y mejoramiento de las vías de acceso al pueblo, entre otros aportes. 

  Es que si bien, como lo indicamos, podemos entender los justos reclamos en quienes padecen hambre, no es el panadero de la esquina quien va a resolver la tragedia nacional del hambre ni la falta de vivienda, tampoco el drama de las insuficiencias sanitarias ni de medicinas, mucho menos la mentalidad marginal en millones de venezolanos y peor aún, del populismo de la dirigencia política que impera, tanto en el régimen socialista totalitario como en los grupos y sectores que se le oponen.

  Lo dramático, lo sencillamente espeluznante, es ver cómo nos acercamos paulatinamente al borde del barranco de la anarquía, de la ingobernabilidad total que aumenta conforme las soluciones no se vislumbran en el corto plazo.

  Permitir los saqueos, azuzar a la población para que se conviertan en delincuentes y corruptos y sigan la práctica ancestral deleznable de robar a su semejante e impedirles con ello que puedan identificar a su verdadero enemigo: el régimen social-comunista instalado en Miraflores, es sencillamente criminal y convierte a quien lo promueve, en delincuente político e instigador del odio y el resentimiento social.  

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1 

miércoles, abril 22, 2020

Peste populista


Lecturas de papel

La peste populista

Juan Guerrero (*) 

  Si algo de ideología posee el pensamiento populista es que representa la marginalidad del mundo de las grandes masas, esto es; la muchedumbre que no tiene rostro, ni individualidad y por lo tanto, siempre ha sido manipulada porque tiende a ello para su sobrevivencia.

  Digámoslo abiertamente: el populismo es el pensamiento de los marginales. Y los marginales tienen su propia configuración del mundo a partir de sus necesidadesprimarias, que son, como ya lo han demostrado los estudios sociológicos y antropológicos por más de dos siglos, elementales y de sobrevivencia.

  El populismo representa al pensamiento marginal, por eso las muchedumbres se sienten tan bien representadas con los liderazgos que permanentemente les explotan su lado más débil, la emocional ingenuidad de la superstición a partir de sus carencias, y cuando estas se exacerban, encontramos la banalización y el fanatismo en sus expresiones más extremas, sea en los discursos de políticos como en los temerarios regímenes militares totalitarios, de cualquier tendencia, donde la marca permanente viene dada por el continuo control social.

  Por eso la pandemia de este siglo ha sido tan prodigiosa al dejar al descubierto a tanto liderazgo político populista. La mentalidad marginal del populismo se ha extendido por el mundo y ahora su velocidad aumenta conforme la peste avanza. No es gratuito ni casual todos los acontecimientos que se están observando en los últimos meses. Las restricciones de circulación, los controles sociales y el aumento de las prohibiciones a los ciudadanos para encontrarse en sitios públicos, conforman toda una estrategia que está siendo ensayada y será puesta en práctica usando como excusa el contagio inminente.

  Ya el famoso instituto de tecnología de Massachusetts, MIT, publicó un estudio donde señala que para los próximos meses y posiblemente 2 años, los paradigmas sociales tradicionales de socialización estarán virtualmente cambiando y adecuándose, posiblemente, al modelo de la vida en la sociedad japonesa, que realiza su actividad social generalmente en sus hogares. Los actos públicos de eventos con miles de personas, serán algo raro y quizás tiendan a desaparecer.

  Como quiera que sea esta visión de una nueva sociedad encerrada en sus hogares y controlada desde oficinas virtuales gubernamentales, hace tiempo se practica en países como China y Corea del Norte. Pues bien, este modeloorwelliano, con sus ajustes para adecuarlo a las diferentes sociedades, será muy posiblemente el modelo que se verá en los próximos tiempos.

  En varios de mis escritos he estado adelantando sobre la llamada sociedad de la servidumbre que se desarrolla en China y otros países, como India. Parte de la fuerza laboral en esos países, generalmente viven una realidad, que, si bien no podemos catalogar como de esclavos, a modo tradicional, al menos deben ser calificados como modelos de servidumbre. Las retribuciones básicas que reciben, de alimentación, un techo común y una vestimenta igual para todos, les presenta como los nuevos siervos de la humanidad.
  Ese modelo, con algunas adaptaciones, lo veremos en sociedades que tradicionalmente se han destacado en la defensa de los derechos humanos, cívicos, políticos o de las minorías. Usando la excusa de la peste los gobiernos de los países industrializados cambiarán a sistemas políticos un poco más autoritarios, restrictivos y censores de los derechos ciudadanos.

  No es nada extraño que estemos siendo protagonistas del fin del dominio energético del petróleo y sus derivados,como combustible que por casi dos siglos movió al mundo industrializado. 

  La era del mundo digitalizado y robotizado necesita de otras fuentes de energía mucho más dinámicas, actualizadas y competitivas. Países como Arabia Saudí o Venezuela, con inmensas reservas petroleras mostrarán en el futuro cercano sus pozos y campos petroleros como museos antiguos y olvidados. 

  Como hemos afirmado en otros momentos, la peste siempre ha perseguido al hombre de todos los tiempos. Al final, siempre ella le ha impulsado a buscar nuevos horizontes en su eterna lucha por la sobrevivencia de la misma especie humana.

  Las pestes siempre han traído cambios paradigmáticos para el bien de la humanidad. Este Nuevo Orden Mundial que se avecina, inicialmente tendrá un tiempo de oscuridad marcado por conflictos sociales, políticos, económicos, y por las inmensas migraciones que deberán adecuarse a los sistemas de controles, tanto por ser mano de obra barata (los primeros trabajadores serviles) como en las relaciones sociales, todas marcadas por la peste, que será usada por todos los gobiernos y regímenes, para el control social.

  El Nuevo Orden que se impondrá gradualmente no va a tener, políticamente hablando, ideología alguna. El mismo concepto como tal, va a desaparecer del escenario privilegiado que disfrutó en siglos pasados. Lo que sí prevalecerá son dos grupos muy bien definidos: la inmensa población laboral en concentración de masas socialmente estratificadas, y la ampliada élite que controlará a estos serviles. Unos disfrutando de los medios tecnológicos masificados y abaratados, y aquellos formando a la nueva casta, sin mucho despliegue cibernético y en la tradición humana de la educación gerencial, y la socialización de sus pares controladores.

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1

miércoles, abril 15, 2020

Historia de los días sin prisa


Lecturas de papel

Historia de los días sin prisa

Juan Guerrero (*) 


  Ahora cuando el mundo se ha detenido y muchos quisieran bajarse para vivir momentos más placenteros y normales, me acuerdo del Decamerón del Boccaccio (1313-1375) escrito en los años de la peste negra (bubónica) que arrasó Florencia y obligó a la población a vivir un encierro muy similar a este que ahora padecemos en el siglo XXI.

  Por aquellos tiempos del siglo XIV los temas que sirvieron para que Boccaccio armara sus historias fueron el vicio, la envidia, el mercantilismo de la época, la virtud, la alegría, el amor, e indudablemente el erotismo como fuerza de vida que movía y mueve la humanidad.j

  En boca de sus personajes se mueven las historias contadas por siete mujeres y tres hombres, quienes se turnan para contarse sus experiencias en su encierro florentino. Como entonces, ahora leo diariamente por las redes sociales las pequeñas historias de cientos de anónimos (y no tan anónimos) quienes describen en su anormal cotidianidad sus experiencias de vida.

  De todas esas vivencias que forman la cotidianidad del aquí y el ahora resalta, a más de las continuas quejas y sufrimientos –muy dolorosos- la vida plana y fútil de quienal verse confinado a las cuatro paredes de su encierro, le asombra y estremece encontrarse consigo mismo en ese espejo de darse cuenta de su pequeñez humana. Vidas que han estado funcionando de manera automática, en lo externo, sin darle mayor importancia a las cosas sencillas y simples de la existencia. Por eso les asusta encontrarse con su sombra, con su silencio y en su soledad.

  Porque antes como ahora la peste causa estragos, no tanto en la enfermedad como tal, sino en las posteriores consecuencias que trae la incertidumbre de sabernos seres humanos débiles en nuestra individualidad.

  Contrario a las reflexiones que hicieron los pensadores después de la II Guerra mundial, como Fromm, al indicar que sería el amor la fuerza que iba a motorizar la vida del hombre en el siglo XX, creo que para este nuevo tiempo son la solidaridad y la compasión los valores y principios que formarán parte del nuevo vocabulario en manos del liderazgo que deberá adecuarse a este nuevo ciudadano. Porque ha sido el aporte ciudadano en funciones sanitarias, de resguardo y en las emergencias la herramienta fundamental para hacer frente a la pandemia. Los líderes de todos los sectores y en todos los países, unos más que otros, se han visto desbordados, desplazados al indicar medidas paliativas y desgastadas, que se han traducido en miles de contagiados y muertos. Porque han asumido la peste desde una visión política de la situación, o en todo caso economicista al punto de leer locuras, como “Los abuelos deberían sacrificarse y dejarse morir para salvar la economía” Dan Patrick, vicepresidente del estado de Texas, EE.UU.

  La solidaridad como la compasión están siendo impulsados por los grupos humanitarios en todo el mundo, a través de organizaciones no gubernamentales. De ese trabajo quedará como aporte a la humanidad, una mayor empatía en los ciudadanos para sentirse acompañados, amparados. Las muestras de solidaridad, las expresiones de compasión con el semejante estremecen hasta las lágrimas y nos llevan a tener confianza en la humanidad, en los jóvenes en todo el mundo.

  Esta peste nos está haciendo en el día a día más compasivos y solidarios. Ahora existe una población más inspirada en la comprensión del mundo como una sola humanidad. El concepto divisionista impuesto, para entender al mundo como Occidente y Oriente, ha terminado. Progresivamente la integración de estas realidades se hará una sola y la humanidad se orientará a un tiempo de mayor elevación moral, ética y espiritual. 

  Así como en el Decamerón del Boccaccio, donde las historias que cuentan sus personajes conmueven y alegran la vida por su ingenio, fortaleza y el saberse afortunados por seguir vivos para amar y seguir adelante. La peste de este siglo nos sigue indicando que no queda otro camino para el ser humano que seguir su instinto de supervivencia, que vendrán, inevitablemente, cambios en todos los aspectos de la vida.

  El mundo de los próximos meses y años cambiará sustancialmente en sus relaciones humanas, políticas, económicas, estratégicas y hasta de visión religiosa. No podría afirmar que el liderazgo actual no sirve. Es que este nuevo escenario de un mundo definitivamente integrado, integral e integrador (no globalizado ni mundializado) de una sociedad que afirma su civilidad, exige líderes en todos sus órdenes capacitados y a la altura de este renovado miembro de la sociedad. Los grupos, los equipos de trabajo transdisciplinarios son ahora los llamados a construir ese nuevo orden social, humano, solidario y compasivo.

  Como en el Decamerón seguirá siendo la vida erótica –entendida como fuerza esencial de vidajunto con la solidaridad y la compasión, el impulso consciente que moverá al mundo en su infinito hacer, amar y vivir.

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1 



miércoles, abril 08, 2020

El negocio del miedo



La propaganda del partido comunista chino dejó colar, estratégicamente, unas cuantas imágenes que permitían claramente apreciar cómo desfallecían en media calle algunas personas en Wuhan. Después, los siguientes días fueron imágenes con cientos de miles de chinos con mascarillas, inmensos camiones rociando un extraño líquido por las calles, y muchas otras con jeringas, gasas, camillas, policías, gritos y desesperación.

  Eso desató la estampida sobre los países asiáticos, occidente y el resto del mundo. La intensidad de las imágenes inundando al mundo de miedo, tanto la realidad virtual de las redes sociales como la realidad real de las calles que progresivamente se vaciaban de ciudadanos y vehículos mientras los hospitales se abarrotaban de enfermos y moribundos, disparó la tragedia que se deseaba: el miedo de la pandemia que, suspicazmente, la Organización Mundial de la Salud no tardó en declararla oficialmente como tal.

  Porque si existe un real y verdadero miedo del hombre a algo semejante a la muerte, es precisamente el ancestral y espeluznante pavor al contagio que trae consigo la peste. Pero esta peste, llamada ahora coronavirus, covid-19 o virus chino, revela un mal mucho más peligroso, cavernícola y profundamente contagioso: el miedo atávico que desata el hombre-masa estando en el poder.

  Ya el filósofo español, José Ortega y Gasset, en su revelador libro La rebelión de las masas advirtió de la tragedia que para la humanidad significan los autoritarismos, totalitarismos y la pequeñez humana en los líderes y dirigentes al frente de gobiernos orientados, bien sea de izquierda o de derecha, al control social usando el miedo como estrategia de Estado. Les llamó “hemiplejía moral” a esa visión reduccionista de quienes se acostumbran ver el mundo, sea desde el ojo derecho o con el izquierdo. Es, en palabras del filósofo, “una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil” dentro de la ratonera que implica ser un hombre-masa.

 Porque el miedo que recubre esta peste del siglo XXI tiene implicaciones, no tanto económicas y políticas, sino básicamente morales y éticas. Es el manejo estratégico del poder en el liderazgo mundial sobre la ignorancia de la muchedumbre (mass-media) para apalancar el surgimiento del control sobre extensas poblaciones en la instauración de la sociedad de la servidumbre

He revisado recientemente las intervenciones de un joven activista de los derechos civiles de origen chino, Yuan Lee, quien a sus 28 años está arriesgando su vida para denunciar al Estado chino y su camarilla del comité central del partido comunista. Si bien indica, con supuestas pruebas, el origen del virus en un laboratorio de la ciudad de Wuhan, lo que llama la atención es su vehemencia al desnudar a la jerarquía comunista china como promotora de la represión de la sociedad china (cerca de 80 millones de asesinados desde la instauración del comunismo en China) y su inmenso poder para el control social.

  Y precisamente la característica para mantener controlada a la población, y sobre manera a la “masa”, es el miedo. El ancestral y terrible temor al contagio. Creo que el liderazgo mundial, sea de izquierda o derecha, se está aferrando a esta pandemia, unos para afianzar su influencia sobre extensas poblaciones, otros para expandir sus productos farmacéuticos, y otros más, para controlar sus pequeñas parcelas de influencias. Por eso, los próximos años encontrarán un mundo mucho más aislado, distante físicamente, pero a la vez más cercano, familiar, vinculado e “informado virtualmente.

Si los procesos de enseñanza-aprendizaje, los modelos educativos no se adecúan a las nuevas tecnologías, si los gobiernos no acercan a sus ciudadanos a los procesos pedagógicos con base en cambios significativos sobre la libertad individual y principios de solidaridad y libertad y respeto a las comunidades, tendremos estados mucho más proclives al autoritarismo y al totalitarismo. Gobiernos que impondrán a sus ciudadanos más restricciones, regulaciones para el tránsito y circulación, el acceso a redes sociales, entre un mar de nuevas restricciones que se mostrarán en ordenanzas municipales, decretos departamentales y leyes draconianas nacionales y federales.

El modelo de la sociedad de la servidumbre, hecho en China, se está expandiendo gradualmente a otras partes. Europa, con el pretexto de la pandemia, verá en los próximos meses y años el nacimiento de controles más estrictos en su población. Ya lo observamos en la censura que se impone a los medios de comunicación. En Latinoamérica, la tendencia será un reagrupamiento de las fuerzas de la izquierda radical en su afán de demoler estados democráticos, como en Chile, Colombia, México o Perú, para ensayar modelos de estados que posiblemente fusionarán para establecer regímenes únicos, autoritarios y totalitarios. Venezuela ya se encuentra en fase de transición para una sociedad francamente servil y absolutamente controlada. Los controles y restricciones sociales establecidos desde hace años contra la población, y que han llevado a la escasez de los servicios públicos, como electricidad, agua potable, gas, telefonía e Internet, han sido ensayos que ahora, con la restricción de los combustibles, impiden de hecho el tránsito ciudadano más allá de 50 kilómetros de su entorno. Estas restricciones, aunado a la descomunal y mortífera proliferación de la delincuencia, ahuyentaron desde hace años el turismo. Indicamos esto porque de tanto mal y terror con esta pandemia, que tiene en la movilidad social (transporte) su agente de difusión, nos ha protegido indirectamente. Pero el venezolano vive, desde hace varios años, en una permanente “cuarentena social” de miedo, terror y constante incertidumbre.

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis  IG @camilodeasis1 

miércoles, abril 01, 2020

Hecho en China



  Digámoslo de manera sarcástica: en China dejaron libre un murciélago que vivía encerrado en un laboratorio, y un chinito lo cazó y se lo comió. Sobre esto puede el lector, si así lo desea, indagar en una noticia (ver: https://youtu.be/FdZr59QC-E8 ) aparecida en la televisión italiana, en 2015, sobre experimentos adelantados por los chinos.

  Tan semejante es esa realidad a esta que ahora experimentamos, que sorprende y estremece la razón y el alma. Y es que más allá de las catastróficas consecuencias que desató para la humanidad este desafortunado “desliz chino” con tantas muertes de inocentes-que para muchos estrategas chinos, …y no tan chinos, son apenas daños colaterales- lo cierto es que ahora resulta una verdadera incertidumbre saber cómo saldremos de este macabro ensayo de la ingeniería genética asiática.

  Pensando en un reordenamiento global del poder mundial, es claro que el Estado comunista chino está buscando acentuar su presencia en Occidente y para ello, esta circunstancia de una pandemia mundial, le permite posicionarse aún más, tanto por poseer el arma letal más mortífera, su propia población, organizada y en aumento (poco más de 1.395.380.000 habitantes), como por su creciente industria de biotecnología, aeroespacial, robótica y cibernética.

  China emerge de este desastre en mejores condiciones económico-financieras que los EE.UU., la Unión Europea y Rusia. Su población, que para los jerarcas del partido comunista se traduce sólo a números y porcentajes, es un recurso natural renovable. Organizados como sociedad inducida al trabajo colectivizado, y por lo tanto mano de obra de servidumbre a bajo costo, sus valores son impuestos por el Estado, con la planificación política que los convierte en mercancía utilitaria.

  Por consiguiente, para el Estado comunista chino y su sociedad, democracia, libertad, individualidad, no son valores ni principios indispensables para su existencia como Estado y nación. El trabajo incesante y la retribución que el Estado, a través de miles de fábricas, concede al obrero, muchas veces apenas con techo y comida, es suficiente para satisfacer a los millones de hombres y mujeres que anhelan una oportunidad para sobrevivir.

  Esa espantosa realidad de una sociedad de servidumbre hizo que miles de industrias y trasnacionales de Occidente se instalarán en suelo chino, para abaratar costos y hacer más rentable sus negocios. Por eso el repentino virus chino los sorprendió y de la noche a la mañana, en las bolsas de valores del mundo, las acciones bajaran y en un abrir y cerrar de ojos, fuera el gobierno chino la dueña y señora de esas acciones.

  Pero no creo que sea China quien fije después que pase la cuarentena, el rumbo de la humanidad ni menos, de la economía mundial. Pero sí hemos de ver a una China mucho más involucrada y afianzada en todos los escenarios donde se tomen decisiones fundamentales para el devenir de la humanidad.
  China, aún con la duda sembrada sobre el origen de este virus y su propagación como pandemia, aparece ahora como un verdadero y real competidor del liderazgo global frente a los EE.UU., la Unión Europea y Rusia, centros tradicionales del poder mundial.

  La tecnología de punta, de origen que siempre exhibió el país del norte, junto con la tradición de los valores, principios y religión que usaron durante siglos los países europeos, están siendo desafiados por la cultura global de la China continental. No olvidemos que esa nación conforma en sí misma un continente, un mundo. Tanto por su población como por la férrea organización impuesta por un Estado totalitario y centralizado, a más de ser, por tradición, una cultura imperial.

  El resto de las sociedades y países que conforman el llamado mundo occidental, con sus seculares valores y tradiciones, tanto de Europa, América, Oceanía, tendrán que adecuarse a las nuevas estructuras del poder global que tendrá a China como paradigma de nuevas relaciones de poder. Y donde la libertad, igualdad, democracia, solidaridad, entre otros valores, estarán siendo revisados y adecuados a la llamada sociedad de la servidumbre.

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1