viernes, diciembre 24, 2021

La radio en navidad




 Lecturas de papel

 

La radio en navidad

 

Juan Guerrero (*) 

 

  Mi padre fue de los últimos personajes que solía sentarse a escuchar la radio. Cada día, de cada mes, de cada año, mi padre llegaba del trabajo y, una vez que dejaba las bolsas con las compras de alimentos, se sentaba al lado de su amado radio a escuchar hasta bien entrada la noche, sus programas de noticias favoritos.

 

Su juguete era un gran radio, tipo cajón, General Electric, con una serie de extraños tubos de vidrio en su interior. Él conocía la función de cada uno de ellos. Siempre le pasaba por los bordes un trapito y lo mantenía impecable. De cuando en vez iba a la agencia de servicio y se llevaba la muestra para comprar el tubo que debía reemplazar.

 

  Sentarse al lado de su radio era su pasión y su gusto. Nunca conocí a otro igual, que se sentara así, por el puro placer de escuchar la radio. Mi padre comenzaba muy temprano por la mañana, cerca de las 5, y mientras preparaba su café de primera mañana, encendía la radio para escuchar los noticieros nacionales. Las campanitas del noticiero de radio Rumbos o de radio Calendario, nos despertaban tempranito. Él se enteraba a primera hora de los sucesos nacionales, internacionales y regionales como persona siempre bien informada. Después, ya entrada la tarde, llegaba a casa lleno de bolsas del mercado y periódicos. No podían faltar ni el diario Panorama ni El Nacional. 

 

Su descanso era sentarse, después de cenar, y quedarse el resto de la noche con su radio escuchando voces de otras latitudes, en otras ciudades y países. Con él aprendí términos, como ‘onda corta’, ‘ondas hertzianas’, ‘bandas AM y FM’ (Amplitud modulada, y Frecuencia modulada), entre tantos otros. 

 

  Pero lo que se convertía en una verdadera fiesta vecinal era cuando llegaba la navidad a Maracaibo y concretamente a nuestra calle. Por días la cuadra cambiaba de rostro y de escenario. Los vecinos tenían sus horas de llegada y nunca de partida. Venían a nuestra casa para probarse los vestidos de estreno, donde mi madre era la modista. Desfilaban revistas de modas, recortes, telas, hilos, botones, tizas, tijeras, mientras mi padre, para complacer a la audiencia de féminas, le aumentaba el volumen a su radio y de inmediato se escuchaba la voz de Felipe Pirela y sus deliciosos boleros, o los clásicos del cantor maracaibero Armando Molero, o las gaitas en la voz del Monumental Ricardo Aguirre. 

 

Las visitas entonces improvisaban bailes, chistes, risas que estremecían de tanta felicidad. Y era nuestra casa el hogar de toda la cuadra. La casa de doña Carmen era un pequeño oasis que emulaba aquella del centro de la plaza Baralt, tan bullanguera, ruidosa y refranera.

 

  Mi padre giraba y giraba los controles de su radio buscando gaitas, guarachas y demás ritmos decembrinos para animar la concurrencia. Hasta que cierta vez el turco Elías se apareció con un ‘picó’ marca RCA Víctor. Lo dejó en medio de la sala. Tenía cuatro patas de madera largas como de flamencos. Encima tenía una cubierta de plástico y dentro estaba la magia donde se colocaban los ‘donpley’ de 33 y 45 revoluciones. Entonces mi madre dijo que ella lo había comprado a crédito. Desde entonces, el picó de mi madre desplazó a la radio de mi padre y se comenzaron a escuchar canciones seguidas de un mismo cantante. La algarabía se ordenó, se hizo más sofisticada por así decirlo. En el picó se colocaban los discos con villancicos, parrandas y aguinaldos navideños. Eso marcaba desde entonces el inicio de la navidad en nuestro hogar.

 

  Pero mi padre nunca desistió de su apego a la radio. Desde el primero de enero al treintaiuno de diciembre de cada año. Todos los benditos días de la semana, mi padre se sentaba a escuchar su radio. Escuchaba, se notaba que, en cada intervención de alguna voz, él meditaba, reflexionaba y luego, compartía con la familia. Nos informaba sobre datos, noticias importantes, mensajes de navidad de las empresas tradicionales. Gustaba repetir la clásica promoción de navidad de los Almacenes Dovilla. Era un loro que, con su particular voz, decía: ‘Dovilla ¡Qué maravilla!’

 

Traer a mi memoria esos momentos de tiempos decembrinos donde la radio de mi padre era el centro del hogar, es saber que hubo un tiempo de intensa celebración de vida, compartida, de vivencia y convivencias. Creo que en estos tiempos de alta tecnología de seguro mi padre andaría metido con algún artilugio de último modelo, con audífonos y demás, no solo escuchando, también viendo y escribiendo todo al mismo tiempo, como a él le agradaba hacer: ofreciendo a su familia, vecinos y amigos, las últimas noticias del mundo. Mientras mi madre tendría un sofisticado equipo musical, donde estarían, además de los temas de Barbarito Diez, los aguinaldos, villancicos, y las últimas piezas musicales de los mejores grupos gaiteros.

 

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1

 

miércoles, diciembre 08, 2021

La palabra esencial




 Lecturas de papel

 

La palabra esencial

 

                                                                                                    A la memoria de mi sobrino, Dr. Pedro Belisario Guerrero

 

Juan Guerrero (*)

 

 

  Hay palabras fundacionales, telúricas, estremecedorascomo muerte, olvido, poesía, amor, amistad, vivir, leer, recordarEn sí mismas no pueden ser aprehendidas ni mucho menos, definidas, conceptualizadas. No admiten sinónimos, ni mucho menos, antónimos. Ellas son así, etéreas, están en la propia ingravidez de su ser. No pueden ser impuestas. A nadie se le puede obligar a amar, olvidar, por ejemplo, ¡olvide!, ¡ame!, ¡lea!

 

  Las palabras se encarnan mientras vivimos, existimos. Por eso es tan importante entender que las palabras son esenciales en nuestra vida. De niños aprendimos el lenguaje y las primeras palabras. Antes de encerrarlas en conceptos y definirlas ellas gravitaban en nuestro ser, se dejaban sentir mientras aprendíamos a pronunciarlas. Nos importaba más el sonido y su dibujo que el propio significado. 

 

  Por eso las palabras tienen poder, estructura, dimensiones y fuerza de movimiento. Hay palabras que tienen una cadencia, un ritmo y musicalidad impresionantes. Pronunciar ruiseñorinfinitonostalgia, crea sensaciones en nuestro cuerpo. Lo estremece, lo prepara para algo inmenso, que siempre va más allá, hacia lo afuera, eso que se abre al mundo y es eternidad.

 

  En la vida aprendí que al estar con un maestro espiritual hay que pedirle una palabra. Una vez que la otorga, quedas introducido en el bautismo de la intimidad donde él nunca jamás ha de abandonarte. Donde quiera que estés, podrás refugiarte en esa palabra. Ella queda grabada en el universo y es un mantra, un talismán que te abriga y es luz que ilumina y es refugio en nuestra soledad, mientras acompaña nuestro silencio.

 

  No a cualquiera se le brindan nuestras palabras más íntimas, sagradas y ocultas. En los pueblos antiguos, los viajeros y forasteros que llegaban de visita, recibían como ofrenda, agua y palabras. Lo primero era obsequiado por mujeres; un agua para saciar la sed de los caminos. Lo segundo, palabras de los ancianos que orientaban e iluminaban caminos y daban seguridad y compañía. Por eso los antiguos apreciaban las palabras, respetaban y se comprometían a cumplirla, a honrarla. Era la palabra oral aquello que regía toda relación, y estaba íntimamente ligada al cuerpo y al ser de quien la pronunciaba. La palabra yacía al fondo, estaba dormida en la lengua y encerrada entre los dientes y cercada por los labios. Era entonces un tesoro, una espada flamígera, un poder, y por eso los sabios y los ancianos son, así: silenciosos. 

 

  Por ello, siempre debemos esperar de quien nos habla que cierre su ciclo, la secuencia de su diálogo. Apreciar siempre la entonación, el ritmo, la cadencia y timbre en su vocalización. Así sabremos desde su manera de respirar, hasta el tiempo que marcan sus palabras. Después vendrá el momento de comprender la secuencia discursiva, su significado y cómo conceptualiza su realidad idiomática.

 

  Pero, aunque comprendamos, estemos o no de acuerdo en sus conceptos, siempre va a permanecer en nosotros, la marca de su fuerza verbal en sus sonidos. Hay música entonces en las palabras, como un brillo, un juego antiguo que nos acercará siempre a la primera vez cuando de niños, disfrutábamos pronunciarlas. 

  Por ello, es menester volver siempre al punto de inicio, porque volvemos nuestro rostro y sentimos el rocío de un hálito de vida que recubre en su pronunciación el misterio de nombrarlas. 

 

  Debe ser terrible, espantoso, morir sin haber vivido. Y vivido significa haber sentido en la intimidad el poder infinito de una palabra, de quien, en nuestro entorno, alguna vez nos estremeció cuando nos llamó por nuestro nombre, cuando nos dijo, ¡amor!, ¡hermano!, ¡amigo!

 

  Siempre habrá tiempo y lugar para regresar al hogar donde nuestras primeras palabras fueron pronunciadas. ¡Siempre! Siempre tendremos la oportunidad de encontrar el sitio, el momento donde estaremos cercanos, preparados para comulgar en el rito mágico que nos conecte con nuestra palabra esencial, única, estremecedora. Esa que palpita y es emoción y dicha eterna. 

 

  Los tiempos para comulgar con nuestra palabra que vibra en su esencialidad, nos humanizan, nos elevan a una categoría diferente que nos libera de toda efímera atadura. Brindemos, pues, a nuestro semejante la mejor palabra, ofrecida en libertad. Esa palabra que le nutra, que sea alimento espiritual y que brinde la huella eterna por la que un día seremos recordados.

 

(*)  camilodeais@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1

miércoles, diciembre 01, 2021

De las pinturas rupestres a los emoticones

 



Lecturas de papel

 

De las pinturas rupestres a los emoticones

 

Juan Guerrero (*) 

 

No creo que, el padre Antonio de Nebrija, ni el Brocense, ni mucho menos, Andrés Bello estarían muy satisfechos al encontrarse con la realidad idiomática que por estos tiempos nos circunda. Pero si pienso en las antiguas escrituras, desde los albores de las pinturas en las cuevas de Altamira, o acá mismo en las orillas del río Caroní, en la cueva del Elefante, pueden verse algunos rasgos que siguen un patrón, como en los antiguos jeroglíficos egipcios, que nos acercan a esto que ahora conocemos como emoticones o emojis.

 

Estamos en los mismos albores de la implantación de un tipo de lenguaje donde la imagen nos está llevando a una multiplicidad de significados, donde eso llamado ‘verosimilitud’ (similar o parecido a la verdad) nos instala en ‘otra’ realidad, que es esta de la virtualidad. Nunca como ahora a la humanidad se le ha presentado una manera de comunicación tan significativamente infinita, instantánea y plena de realidades y resonancias como esta que inauguran los tiempos de este milenio.

 

Observo en un cuadro de segmentación marcado por milenios las figuras de las pinturas rupestres (8000 años a.n.e.), se aprecian animales y seres humanos presentados en infinidad de momentos que marcan su cotidianidad, siempre acompañados de movimientos dinámicos, junto con animales e instrumentos de labranza. Veo luego, los trazos mucho más sofisticados y estilizados en la escritura cuneiforme.

 

También los jeroglifos egipcios que representan a sus divinidades en la interpretación de sus vivencias, sus rituales. Entre unos y otros lenguajes distan entre dos-tres milenios. Luego observo el alfabeto latino con los trazos de sus letras, su simbología heredada y practicada por siglos. El ABC que nos permite acercarnos en la comunicación, en la reflexión de la vida. 

 

Una práctica que ya dura dos mil años parece agotarse con el advenimiento de estos nuevos lenguajes de la realidad virtual. Porque pienso que no resulta para nada ingenuo esto de la proliferación de los emoticones (de emoción e ícono) para simplificar la escritura. Cada vez aparecen más y mejor diseñados y, además, asimilando mayor carga de significación en la comunicación. Resulta, por lo tanto, de interés indagar sobre ello. 

 

El acompañamiento de estas estructuras de comunicación, básicamente para expresar emociones registra sus inicios hacia 1857, con el uso de los signos de puntuación en las antiguas máquinas de escribir, para expresar sentimientos, tomando como base el famoso número 73 (usado en código morse) para expresar “amor y besos”.

 

El desarrollo de la realidad virtual llevó a la incorporación de este lenguaje de las emociones hasta la aparición, en 1999, de los llamados 176 emojis, término japonés, ideados por Kurita donde el lenguaje de los sentimientos y emociones se ve expresado de manera más precisa en los sistemas operativos con la secuencia, ASCII. De esta manera, a partir del siglo XXI se hace cada vez más necesario incorporarlos a la diversidad de sistemas digitales, que les agregan no solo color y profundidad, también movimiento. 

 

De esta manera, el lenguaje de las emociones de los denominados emoticones, cada vez engloban más y mejorsignificación, sustituyendo el uso de palabras en los diferentes idiomas. Es que uno de los rasgos tradicionales de los lenguajes ‘naturales’ es su apariencia ‘plana y seca’ aunque pueda mejorarse con el color. Los emoticones, por el contrario, son realidades de tres, cuatro dimensiones, generalmente a color y en animación. Esto les aporta una apariencia antropomórfica que roza lo humano, da una apariencia más vívida, por lo tanto, real.

 

Las nuevas generaciones de usuarios de los hechos tecnológicos dan mayor credibilidad a la realidad del lenguaje de emoticones, para ellos es más que un refuerzo en la comunicación. Refleja el estado anímico de quien se comunica, en consecuencia, resulta más creíble porquedespierta mayor interés. 

 

Pienso que este neo lenguaje ya está instalado en nuestras emociones, o mejor, reflejan con mayor exactitud nuestras sensaciones, sean alegrías o padecimientos. Permiten ampliar los horizontes de comunicación, en tanto son de uso y comprensión universales. No necesitan de mayor interpretación y se fijan en nuestras mentes de manera instantánea.

 

Hoy los usamos como un reforzamiento en nuestra comunicación. Sin embargo, no sabemos si mañana puedan resultar parte de un lenguaje mucho más completo, complejo y de verdadero y necesario uso entre los seres humanos, o post humanos.

 

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1