viernes, noviembre 23, 2007

poemas cotidianos


recuerdos


te he aguardado por años quizá tantos

y me he dormido en tu mirada

habrías sido aquella escolar de mis primeros años

o acaso luego

la del autobús en alta noche


universidad plaza venezuela


yo esperaba la salida de hombres y mujeres

de la medianoche

calle de la puñalada bar pullman

el gato pescador


sé que viajaste a mi lado


he tocado grandes puertas de madera

las esculturas del bernini

la casa de leopardi

aquella de brecht en ausburg

oré por ti en bancos de iglesias antiguas

escuchando lenguas extrañas


busqué tus ojos en el egeo

en los olivares griegos el olor de tu cuerpo

la noche de la selva me reveló los miedos

los llantos de la ausencia


no te encontré


perdí las palabras del regreso


el volver el por siempre


despiértame di tu presencia

ese borde más allá del silencio y de la noche

viernes, octubre 05, 2007

poemas cotidianos


carrera barrancas


estoy amando a la mujer más linda de la tarde
sin melancolías ni fracasos
mientras dejo caer levemente mi cabeza
sobre esta almohada y los cielos se entrecierran
en sombras de verano

estoy amando a la mujer más linda de la noche
en puntos de estrellas
ahora cuando mi recuerdo vaga calle abajo
deslizando mis dedos sobre la verja
sintiendo tu rostro
densidad de saberte entre lirios
semejante a piel maternal
-habitante de tu ausencia
el padre desconocido
mirando en lejanía

esta noche la casa penetra
en mi piel
inmensa sábana blanca

vago por los espacios ajenos
donde el limonero albergó mis sueños
esta noche escuché tus pasos
mirada de espejo
densa ausencia de tu voz
confundiendo palabras
risas y deseos

estoy amando a la mujer más linda de esta madrugada
sin disculpas ni excusas
rasgo de sonrisa entre mis labios
mis manos sobre tus senos
vaporosa mirada de casabe y café con leche
metro y medio de humana mujer
ampulosa y lasciva
volcánica
sedosa

esta noche arde la memoria
a media calle
casa llena de ausencias
cercada en grama y blanca
no están los girasoles
las ixoras se han ahogado con la lluvia
y los azulejos de la tarde escaparon al parque

qué aguardar sino la noche
este silente amanecer


cerca del norte
yo
al sur

vecinos de la última memoria
brote de escombros
acercando tristezas

queda esta ceniza en la espesa noche
la casa doblada en la mirada
calle abajo

miércoles, septiembre 19, 2007

poemas cotidianos


agonía


yo que moriré irremediablemente
derrotado en la medianoche
hasta siempre
dejo en cada piel mi humedad
este vicio del erótico aullido en tu costado
herido como animal

agónico

gesticulando nombres ya olvidados
años cuando fui intensidad
temblando en sangre
fiebre y alcohol
oloroso a semen mientras te encimabas

este dolor de habitar la vida
sollozando mientras pronuncio palabras de amor
soledad lacerante que a ratos
cubres con tus besos
y sin embargo
no sé quién eres
perdí tu rostro entre tantos rostros
tu gemido tiene esa ausencia de siempre

grito desesperado entre mis manos



esperanza


mientras espero la muerte aprendí a masturbarme
deambular por mi apartamento en las madrugadas
silencioso
aprendí el lenguaje del hombre solo
la dicha del secreto lejano

mientras espero la muerte aprendí a pensarte
saber que existes en algún lugar
que vienes de un mismo kinder
donde descubrí el brillo del amor en tu mirada

mientras espero la muerte aprendí a recorrer tu cuerpo
conté cada poro y conocí tu olor vaginal
almizclado entre perfumes
tu poder y tu gloria
soy desde entonces un derrotado en los orgasmos

mientras espero la muerte aprendí el lenguaje de los pájaros
la libertad de un azulejo
la alegría de loros y guacamayas en tardes guayanesas
abril queda cerca en la memoria
a un paso está mayo
y al borde del año se acerca junio y su solsticio
entonces la vida es pura lluvia
luna de plata

mientras espero la muerte aprendí a soñar con esta vida
irracional
extraña y humana

hombres temerosos y astutos
que huyen de su muerte



magia de la palabra


sólo tus labios saben del dolor y del placer
pero callas
encerrada detrás de tus dientes
tu lengua guarda el sabor de la palabra amor
la densidad del tono al pronunciarla
música exquisita y vibrante
de un dios erótico y carnavalesco

dímelo
lanza tu palabra y rasga mi piel
penétrame con tu vagina
que se abre en flor carnívora
y lasciva

este silencio tan lacerante
tensión de tu rostro
orgásmico

aquietado entre mis manos



cumpleaños


esta madrugada muere mi amor
y nadie se entera
este amor que se escapa entre mis manos
como agua de manantial
-y tú que decías que venías de un mismo lugar
de siglos atrás
eras la mujer en blanco
del cuadro de van gogh
donde toda mirada era una fiesta
tus huesos de algodón
te hacían levitar
y llegabas a mí como hálito de vida
latiendo tu voz musical por el teléfono
donde la piel se humedece
con luz de neón

dejaste en mi cementerio todas tus cruces
ahora te habita el desamor y la torpeza
de tus años
que amortajas entre tanto silicón

nadie te visitará después del último día
de septiembre
salvo el recuerdo
y tu soledad

martes, septiembre 04, 2007

poemas cotidianos


celebración


tensar la noche
dejarla penetrar como ala de ángel
en la piel
-y esta sensación de abandono

tanto silencio

no quiero alejar mis ojos del cielo
estas estrellas de medianoche
en la ciudad que se adormece
que tanto amo
es mi espacio
el centro del mundo
puerto ordaz es mi lugar de aguas
de esplendores mañaneros
mi quietud nocturna
cuando se entrega a las sombras

-y esta sensación de abandono
que no cede
culpas de amores
grabadas en el cuerpo

corderos sacrificados
en el festín de la vida



rostro lunar

tú me decías que toda cercanía
era de un tiempo eterno
ahora queda la noche
este brillo lunar
pensarte en alta densidad
mientras pasa tu rostro oval
en rojo profundo

sé que son años de ausencias
días detenidos en un mismo lugar
amparados al final de septiembre

cómo regresar con tanto hueso roto
tanta piel desollada

tanta intensidad de vida entre las manos



almuerzo

vienes a mí desde tu pueblo de selvas
con labios de seda
diciendo alegrías

esta manía de nombrarte en mi silencio
mientras preparo el almuerzo
hablarte mientras cocino
adobo la carne para la sopa

saber que estás entre olores crepusculares
eres sabor de un vino tinto italiano entre mis labios
mezclado entre perejil cebolla en rama
una pizca de pimienta negra sal ajo y salvia

después
toda verdura se acopla
en un manjar de dioses
luz acunada en un mismo centro
poblada de un lenguaje anterior a la memoria
que resplandece
y es oro de auyama
de ocumo y papa

deseo de tu piel que es vapor de caldo hirviente

jueves, agosto 16, 2007

poemas cotidianos



pasional


mirarme los pies
las puntas de los dedos mientras cae la tarde
saber que en alguna parte alguien está muriendo
otro agoniza en su sangre
y otro más sale a la vida sin destino

mirarme los pies
acariciarlos como tú lo hacías cuando me ofrecías tu sonrisa
y saber que la soledad acompaña al desamor
la tristeza de esta mujer
golpeada y violada por su hombre
me cuenta la crueldad de su pequeño infierno
-pero en el fondo lo amo
dice entre lágrimas

observo mis pies
y pienso en ella
la veo caminar taconeando su plástica alegría
siliconeada
paseando su efímero poder en cada pecho
de puntas más elevadas que su cerebro

sé que el día ya no da para más
tampoco la noche
ni esta madrugada
lluviosa y sombría de puerto ordaz

esperando la mañana
con su parte de guerra



nuevas palabras


qué palabra define esta sensación de lejanía
esta íntima soledad
sin ayer ni mañana
este quedarme aislado en el puro hueso
contemplando el paso raudo
de los segundos
sentir su eternidad

qué diccionario posee la palabra
que me diga de este momento
tan sin tiempo
sin espacio
rondando la cocina y sus olores
de albahaca orégano y romero
sacudiendo el polvo de la mesa
colocando sábanas en la cama
limpiando la mugre del baño
tendiendo mis camisas y pantalones
como almas flacas que se arrugan

qué palabra encuentro para nombrar mi derrota
esta incapacidad para vivir
entre apariencias
alegre y plástica


aniversario

es demasiado temprano para nacer a la muerte
y sin embargo
el tedio y la melancolía hacen de este día
un espacio que sobra
lenta mañana que agoniza
mientras la tarde avanza su calor de verano
agosto pasa sin sobresaltos
entre dibujos y lecturas de brujas y hechiceras

es demasiado temprano para nacer a la muerte
y sin embargo
tu piel ya no me reclama humedades
no me calma esta pasión
este mes clavado entre mis ojos
largo verano cóncavo
lleno de truenos secos
afiebrado en sus bordes
esperando la noche
entre dos lunas que iluminen este cansancio

es demasiado temprano para nacer a la muerte
porque todos se han ido a dormir sus miserias
sus miedos
entre discursos y declaraciones de prensa
falsos rezos en las iglesias
y no me acuerdo del nombre de mi ángel
olvidé el rostro de todos
el nombre de mi patria

es demasiado temprano
madrugada fría y lejana

nadie despierta

viernes, agosto 10, 2007

oráculo del conocimiento inútil


El artista es un producto del
Renacimiento que está a punto de morir.
Gertrudis Goldschmidt (Gego).

La mirada al texto plástico de María Eugenia Catoni (Caicara del Orinoco, 1955) supone un tránsito hacia los bordes de historias fragmentadas. Eso que está ahí, en las periferias de la vida; como restos, pedazos de vidas que se expresan en ángulos donde el sobrecogimiento adviene como reacción a eso que somos: cierta podredumbre humana.
Construida bajo una seriación de miradas ocupadas en verse a sí mismas desde el modelaje, la apariencia surge como acto del no ser; monologar entonces es la circunstancia que aspira establecer eso dialógico para sentirnos acompañados por el Otro. Pero ese otro es quizá la sombra de nuestra propia ausencia.
Pero qué miran los objetos-lentes, que en blanco se amortajan a la espera de alguien para ofrecer su oquedad?. Laberinto de espacio en disolución que se abre cuando colocamos en nuestros ojos esos raros objetos que aumentan la figura mientras se muestran a un mundo de contrastes, donde el colorido visualiza la danza de un carnaval de risas contenidas en un sollozar de ausencias.
Son estas las marcas discursivas en un bosquejo de objetos, donde el material plástico no sólo es presencia en la configuración de líneas y trazos de las obras, también determina la actitud ante la vida y lo que ella significa.
Vivimos entonces en la Edad del Plástico. De alguna manera todos llevamos en nuestra memoria y nuestra piel, las marcas de este tiempo. Tiempo de sinuosidades, cargado de incertidumbre y a la vez de un frenesí por aquello efímero y huidizo. Hoy vivimos las relaciones desde lo efímero. De arte contenido como Obra única, pasamos por estas de contenido utilitario y efímero. Esta presencia de lo que es apariencia inútil supone un pensamiento similar. La canalización de la vida y sus contornos, sus lamentaciones y festejos, vienen modelados desde eso trivial que dice de una razón agotada y enferma. Y es precisamente la enfermedad espiritual, psicológica lo que fragmenta y disuelve, arrincona y excluye; como el sida. Es esta enfermedad de la que todos padecemos en su base emotiva.
Corroe en la intimidad del abandono, la lejanía del Otro-semejante que ya de tan distante se disuelve en espacio-tiempo y queda atrapado en la cuadratura plástica, como objeto que espera ver a través de él.
Por ello la necesidad de expresarnos como prótesis (prothêsis) que se extiende, para exponer en su fragilidad, en su expresión gelatinosa, un aparente poder que nos permita acercarnos a la humanidad que aspiramos encontrar. Esa es la razón de la persona (personae) que como extensión del ser, artificialmente se alarga en su capacidad para maniobrar desde la apariencia.
Justo entonces la resolución plástica de Catoni cuando el lente mira a través de dos prótesis en su encierro de buscar desde el vacío de la persona aquello que anhela el ser: el Otro semejante.
A más de lo efímero de amontonar lentes en seriación, como inútil discurso argumentado desde la banalización de lo cotidiano, Catoni amortaja en blanco sus anteojos para no diferenciar ni distinguir el inútil decir de la vida plástica.
Los rasgos del discurso teórico vienen ya mostrados desde los inicios de lo que ha sido el nombrar eso postmoderno. Suerte de caída en la desesperanza y la idiotez del pensamiento, artificialmente construido a partir de lugares comunes que se expresan en la cotidianidad como actos trascendentes por los medios audiovisuales.
En la expresión plástica de esta artista no hay nada en demasía. Posiblemente sí la cortedad en la presencia de pequeñas piezas que sin embargo, son consecuencia de una reflexión ante eso sobrante y que va por los márgenes de la vida. De eso se nutre la mirada de María Eugenia Catoni. Esos lugares olvidados y que son como piezas desmontables que le sirven a su vez, para alcanzar una-otra y única mirada, que se amontona en el coloritmo propio de esto que somos. Hay gozo carnavalesco pero también reposo en el pensar la vida y sus fragmentos.
Un bien pensado y mejor trabajado esfuerzo artístico en quien se sabe conocedora de su propio lenguaje; ese de lo lúdico (ludens) donde lo artesanal supone la antigua presencia del espacio aquelárrico que celebra el devenir del movimiento hecho Obra de arte.

miércoles, junio 27, 2007

miércoles, junio 20, 2007

La Gafedad del Mío Cid


Escrito a mediados del 1140 y copiado posteriormente por un tal Per Abad, el año 1207, el cantar del Mío Cid ha sido el paradigma de la lengua nuestra por excelencia. Dos grandes filólogos, Bello y Menéndez Pidal coinciden en ello y le otorgan al poema rasgos de partida de nacimiento para comprender la posterior evolución de nuestra lengua.
Estructurado el texto en tres partes: destierro del Campeador por el rey Alfonso VI, tras supuestamente haberse apoderado el héroe de unos bienes mal habidos; captura del sitio de Valencia e inicio de la retirada de los moros, y; desposamiento de sus hijas con los infantes de Carrión. El poema supone un propósito superior y éste viene representado por la necesidad del héroe en demostrar valores, como la lealtad, la honradez, la valentía, entre otros, que han sido puestos en tela de juicio por el rey al condenarlo al destierro.
Si bien el Campeador acepta inicialmente la pena impuesta, que incluye la pérdida de sus derechos de patria potestad sobre su familia, mujer e hijas, así como la de ser asistido y peor aún; el que nadie le pueda dirigir la palabra so pena de ser castigado; observamos en este hecho una singular manera de castigo más profundo, que lacera y corroe el alma: la negación de la palabra. No es sino una niña, que por su ingenuidad se atreve a hablarle cuando llega a uno de los pocos poblados donde inicialmente puede acercarse.
Esta manera de castigo, de negarle la palabra al Otro-diferente viene de muy antiguo. En los pueblos de la antigüedad se usaba castigar con la máxima pena a quien realizaba actos innobles; como ultrajes, asesinato o quien maldecía injustamente. Nadie en el pueblo podía ni mirarlo ni dirigirle la palabra. Así, el condenado terminaba o yéndose del pueblo, o se volvía loco o se suicidaba. Por su parte los romanos y griegos eran un poco más benévolos: a los corruptos les permitían estarse en la polis… sin embargo, cuando se les saludaba, al extenderles la mano se les volteaba la cara en señal de desprecio. Quizá en nuestros días ya no ocurre eso pero en algunos lugares, cuando alguna persona decide no dirigirle más la palabra a otra, aún se escucha la frase: -Fulanito le hizo la cruz a sutanito.
El condenado, en nuestra reflexión Rodrigo Díaz de Vivar, experimenta en carne viva la condena propia de aquellas almas que eran despojadas de todo cuanto les suponía derecho de ciudadanía. Pierde, como ya indicamos, sus derechos de patria potestad sobre su mujer e hijas, pierde su derecho de poder vivir en su pueblo, pierde el derecho a comunicarse con sus semejantes, pierde sus derechos sociales como un hijodalgo (Hidalgo), que si bien es uno de los primeros escalones en la jerarquía monárquica de la época, está en el camino del ascenso social. Es un condenado real. El Cid es un ser menospreciado por la divinidad encarnada en el rey.
Pero ¿qué es aquello que tanto ven en el héroe que repugna y hace que le saquen el cuerpo y le den la espalda.?.
La respuesta a ello no está tanto en la manera externa como se desarrollan los acontecimientos, como en el padecimiento por el que pasó la sociedad de aquellos tiempos.
Ese padecimiento al que nos referimos es la llamada Gafedad, Lepra, enfermedad leonina o elefantiasis. Esto, por las características que reviste en los enfermos la inclinación del cuerpo que se encorva, junto con la característica que adquieren los miembros superiores, así como la alteración del tejido dérmico. También por estar por mucho tiempo confundida con la sífilis, se le emparentó a esa enfermedad, caracterizándose al enfermo como pecador y por tanto, condenado por Dios a padecer semejante mal.
Al leproso o gafo, una vez identificado como tal, se le despojaba de absolutamente todo derecho civil, al punto de ser declarado en la práctica, un muerto viviente. Nadie se le podía acercar, ni hablar ni darle posada ni alimentarle. Andaban los leprosos por los bordes de los caminos y lejos de las entradas a los pueblos, mientras sus carnes se caían a pedazos, se iban desintengrando poco a poco. Quedaban en la desnudez como almas que vagaban en la medianoche de esos tiempos.
Pero el Campeador no padece de lepra, físicamente hablando. Eso es cierto. Su padecimiento es interno, espiritual y semeja en todo la desintegración del cuerpo individual, aquello que se experimenta en la vida de una sociedad que por cerca de 800 años permanecía bajo dominio de la cultura islámica. Apenas unos cuantos señoríos, aldeas cristianas dispersas en la zona del cántabro, donde se guardaban los misterios de una cultura heredada de la hispania romana y de los visigodos. Pedazos de fragmentos de un imperio, como el romano, roto y partido en dos grandes bloques, el de oriente y occidente, que posteriormente fueron a su vez partiéndose en pedazos de espacios donde apenas quedaban vestigios de ese esplendor imperial. Esa es la vida de una sociedad que padeció la enfermedad de la lepra en toda su intensidad. Una fractura física pero básicamente espiritual. Lo vemos en la duda sobre los valores que inicialmente al héroe le reclama el mismísimo representante de la divinidad en la tierra, el rey.
Siempre me ha asaltado la duda de esos valores del Campeador que tanto han ensalsado los estudiosos del cantar. Posiblemente asumo la valentía y el sacrificio como actos caballerescos. Pero ciertamente hay un dejo de fetidez, de cosa extraña, por decir lo menos, cuando el Cid ofrece a sus propias hijas a unos mozalbetes por el sólo hecho de su linaje real.
Cómo se le podría catalogar a este Rodrigo Díaz de Vivar ahora?. Un arribista social?. Ciertamente los tiempos son diferentes. Pero no encuentro nada de heroico en este suceso, salvo para lo afirmado anteriormente y también, para acercarse a su bendito rey, para complacerse ente la divinidad. Pareciera, modernamente hablando, un chupamedias cualquiera. No encuentro nada de extraordinario en semejante acto salvo la fetidez de una enfermedad que arrastra en su alma y que es, como bien ya conocemos, un mal por insanía, por suciedad, una infección tal y como siglos después Hansen lo indicó.
Esa infección ataca al Cid y está caracterizada también por la tendencia de un hijodalgo a escalar posiciones en la jerarquía monárquica, a como dé lugar, aún y teniendo que regalar a sus propias hijas a unos cobardes nobles, como son los Infantes de Carrión.
Curiosa enfermedad que diezmó a media Europa, junto con la peste y que posteriormente, fue traída a este lado del mundo precisamente por ladrones, asaltantes, corruptos, ineptos, expresidiarios y demás truhanes, que formaron los primeros grupos de europeos que vinieron a este continente.
Como vemos, cada época parece estar signada por claves discursivas, por palabras mágicas que determinan el comportamiento de una sociedad. Lo vemos en la alta y baja Edad Media, con la lepra o mal divino. También en siglos posteriores, con la tuberculosis. Enfermedad que se acentuó a finales del setecientos y todo el ochocientos. Mal de la melancolía y el padecimiento silencioso. Enfermedad socialmente aceptada por ser un síndrome de tortura enviada por Dios. Los tísicos eran en el ochocientos personas jipatas, amarillentas, extremadamente flacos, de ojos desorbitados, propensos al desvanecimiento y la permanente tos que llegaba a la flema sangrante. Iba muy a la medida de una sociedad mojigata, taciturna y melancólica. Caracterizada por el paso lento y los movimientos de un cuerpo como en cámara lenta. De mirada distraída y llena de ensoñación y adormecimiento.
Pero es en el novecientos cuando la humanidad despierta y se lanza al movimiento frenético y la construcción de un mundo a velocidad extrema. Mundo que se piensa constantemente. Se razona, se mentaliza hasta la histeria. Así se aprecia otro mal de siglo. El cáncer va de la mano con este hombre que se consolida como criatura científica y reta a Dios y al Diablo frente a su hazaña más acabada: la tecnología.
El cáncer es una enfermedad de la mente, un mal de los tiempos modernos. Caracterizado por el agotamiento espiritual y la soledad del hombre mientras existe en la densidad de millones de personas.
Pero si a la lepra, la peste, la tuberculosis y el cáncer le damos importancia como síndromes que marcan espiritualmente una época; creo que la actual, sin duda alguna, está signada por la impronta de lo artificioso en demasía: el sida. Su origen mismo supuso la duda de si era la primera enfermedad creada en un laboratorio. Aún existe tal duda. Enfermedad de la postmodernidad, de eso que está en lo que llamo la Era del Plástico y de la Prótesis. Nace como síndrome propio de eso que agota, de una absoluta soledad que se padece como muerte espiritual. El sidoso, como el leproso, es un ser excluido del entorno social. Inicialmente se le recluyó en espacios separados. La lógica, dentro de la ironía de la vida, nos dice que todos estamos infectados de ella. Somos propagadores de esa enfermedad, aún sin padecerla físicamente. La fragilidad de una sociedad y de un mundo, que transitamos en suelo gelatinoso y de arenas movedizas, nos dice que pronto estaremos cercanos a ella. Esto es cierto. Cada vez conocemos del amigo del amigo que tiene un conocido pedeciendo tal mal. Cada día los círculos se angostan. Cada vez son menores los límites que nos separan. Por eso desarrollamos las prótesis. Ese embellecimiento ante la “peste”. Esa degradación progresiva y certera de padecer del síndrome, de esa enfermedad incurable que nos diezma y nos reduce a ser siempre eso que somos: podredumbre humana recubierta de perfumes, silicón, bótex, para impedir, como en el leproso del Campeador, la caída a pedazos del alma.
Después de todo algo sí reconozco en el cantar de gesta aludido: la maravillosa muestra de un idioma que nombra su propio padecimiento.

martes, mayo 15, 2007

día feliz


la mañana está en calma

trinan los pájaros en la luz del araguaney

no hay sobresaltos en mi costilla rota


la mañana está en calma

el mundo habla en internet

trece vidas terminaron a balazos en puerto ordaz

entre puñaladas y a pleno día

dos secuestros se esfumaron frente al poder

la tribulación de una madre terminó la vida

de un desquisiado que violó a su hija

en un país medioriental

explotó un carro-bomba

y mató a veinte personas

los inmigrantes en el país del norte serán deportados


la mañana está en calma

con mis dolores retiro la mierda

de mi gata kitty

escucho los gritos de un niño

cuando la voz del padre grita

y la madre llora su impotencia


todo está en calma

entro al messenger y veo a mis amigos virtuales

-la mujer que amo tiene más de tres horas conectada

y me deja sin metáforas

los correos de amor y felicidad inundan mis pupilas

y nublan la mañana


todo está en calma

la silueta de un recogelata pasa por la ventana

y dos niñas se escapan de la escuela


todo está en calma

el araguaney cubre los picotazos de los azulejos

mañaneros


pienso en pessoa y sus versos laceran mi alma

¡Ay de ti y de todos los que pasan la vida

queriendo inventar la máquina de la felicidad!

viernes, marzo 02, 2007

acunada en los caracoles


qué no daría por oler tu vagina infinita
poder sentir en mis labios el roce de
tu clítoris
húmedo y duro como faro marino
no tengo otra memoria para nombrarte
que esta sal de mis palabras

sé que existe otro tiempo
sé que hay otra memoria donde habita
el sentimiento de la primera vez la primera mirada
el primer y único beso la inicial mano que recorre la piel
donde sólo hay estremecimiento y gemido

enamorado de ti
te llevaría hasta el mar de los sargazos
donde duerme la voz de cortázar
elegante sensual y quejumbrosa
esa voz vital que habla en salmos
llena de silencios
aquietada en los bordes de sábanas
de sus mujeres ausentes

qué no daría por una mirada tuya
que me devolviera el hechizo
de tu elegante andar
mientras recorro con mis dedos la imagen
salina de tu sombra
alargada en la tarde de una playa oriental

qué no daría por saber que aún moras
en los espejos de agua que multiplican tu rostro
mientras duermes acunada en los caracoles
donde el rumor de la mar no cesa
y te nombra

domingo, febrero 18, 2007

caracolito de mar


a veces
sólo a veces mi palabra te nombra y te encuentra entre olas entre el musgo
y sin embargo
sé que no sobreviviré a tanto desamparo tanta maldad humana
a quién le importan mis palabras
quién recordará estas palabras esta inutilidad de saberme hombre
intrascendente e inservible de tanta pereza tanta tristeza acumulada en los pliegues del cuerpo

a veces
sólo a veces tu voz me rescata de la soledad y martirio de los días
de tanta madrugada ardiente
entonces me veo en la isla que fue nuestra un fin de semana
una isla sólo para dos
una isla que habitamos como amantes llenos de sal y rocío
de humedad

te recuerdo en el sabor del vino y el semen en tu boca
lasciva y hundida entre sábanas
acaso la isla fue también un inmenso cuerpo que meció su silencio
mientras jadeabas encima de mí
detrás de ti toqué tus bordes tu infinita vagina y tu ano como escondrijo de caracoles

mujer de mis milagros
mujer de mi infinito amor
redondez de tus nalgas que aprisionan mi sexo mientras el rumor de la mar entra por la ventana
y bendice este amor de silencios y olvidos

te menciono de memoria conozco la lujuria de tus pies tus largos y cálidos dedos que cobijaron mi húmedo falo te sé viva en la playa te conozco desde siempre
arqueada como amazona encima del vencido
y sin embargo
esta palabra apenas dibuja la silueta de tu rostro
desnudos en la tarde de un domingo mientras los peñeros enfilaban sus proas para saludar nuestra libertad de amantes
acostados sobre el pasillo de los vientos

sobrevive ahora sólo el sentimiento de una vibración de madrugada
mientras el odio y la maldad son noticias en la pantalla que anuncia tormentas
ruido de sables
acaso es mi memoria que no desea sucumbir ante tanto día igual
tanto ocaso perdido

mujer de mis milagros mujer de infinitas pecas de amor
yo te absuelvo con mis palabras
con estos versos
este exorcismo que más que palabras son sonidos de una voz más allá de toda comprensión y locura

duele esta madrugada
duele mientras pasa por la ventana un adormecido vigilante
y sé que no hay palabra que lo nombre
que describa tanta pena y desamparo
prefiero la palabra inútil junto a la mar
aquietada de tanto espanto tanta isla que deslumbra mi piel
prefiero la casa abandonada que nuestro amor convirtió en mirada de cristal
ese amor vestido de blanco mientras el sol ocultaba su luz
y dejaba que una vela acompañara la cena
junto a los grillos
al canto de ranas y al oleaje frente a las piedras

no sobreviviré
tengo conciencia de ser apenas un hombre
pero el amor que palpita y estremece
mueve dentro de mí su oleaje
su sal
entonces te menciono sigo las huellas a la orilla de la playa
descalza
alargada en la sombra de la tarde que fue
estás tú
mujer de mis milagros

a una pitonisa en delfos (c. 473 a. d. N. E.)



enjuta el silencio del viejo puerto
regresan con el alba
palabras que pronuncio en tu ausencia
reconocen tu cuerpo aroma de sombra


hace frío


tu alma huele a sándalo
brilla en la oscura memoria de los días


mientras descansa mi mano izquierda
sobre el hombro
reconozco una palabra
hundida en seda
adherida
fija en tu hombro
otras cubrieron tus senos
redondeándolos


palabras incrustadas
ensortijando tus cabellos
diluidas en tu rostro
que cubrí con verbos
oración continuada en tus muslos
ocultando la humedad en tus bordes


los pájaros despiertan esta mañana
que todavía nace
roza un ala sobre la cristalina calma del egeo


palabras en tu vientre
articuladas
que entibiaron tus pies


lejos
las barcas son diminutos lunares
de un cielo que cubre este mar


ninguna palabra nombra este silencio
desamparo en lo siempre ido