sábado, enero 19, 2013

Temores

Los últimos años en nuestro país han sido difíciles. Sobre manera cuando no se tiene una visión amplia del destino histórico en quienes habitamos esta parte del mundo llamada Venezuela. Ciertamente que han existido y seguirán existiendo, tanto en la Colonia como en la posterior etapa de Independencia y luego republicana, prohombres que han visualizado nuevos destinos para la sociedad en su conjunto. Existe sin embrago, una suerte de destino común que nos hermana a todos. Ese destino está soportado en la serie de desventuras, alegrías, traumas, éxitos y fracasos que expresamos a través de una misma historia, una misma religión y fundamentalmente un mismo idioma. A ese destino común que es la base de nuestra cultura nacional deseo referirme. Existen estudios que presentan a los militares y lo militar venezolano como presencia permanente en la vida ciudadana, particularmente porque ellos han representado, inicialmente, los civiles que en su momento debieron utilizar las armas para establecer la República. De allí que la presencia de los militares y de lo que representa lo militar en el colectivo venezolano, es visto desde una perspectiva “normal” y hasta necesaria en la medida que ellos han representado la seguridad, la sobrevivencia del Estado frente a los poderes externos, y en amplitud a ello, indicaríamos que hasta de protección y arbitraje. Es ciertamente difícil y hasta arriesgado atreverse a afirmar que los militares resolverán la problemática socioeconómica y política de nuestra sociedad, siendo que los civiles, líderes en todos los órdenes de la vida nacional, han permitido la “laxitud” del gobierno del Estado en la generalidad de sus actuaciones. Pero diremos con toda la fuerza de nuestra consciencia y nuestra formación intelectual y académica, que en las circunstancias actuales no podemos esperar que los militares ni lo militar solucionen nada. Ningún proceso social orientado hacia la libertad del hombre y que sea verdaderamente moral, ético y estético, podrá darse en una sociedad donde los militares ejerzan liderazgo. Peor todavía, ninguna sociedad moderna ha podido desarrollarse de manera amplia en regímenes militares. La dictadura siempre es contraria al progreso de los pueblos. Es una contradicción conceptual, filosófica, ideológica y política afirmar que los procesos democráticos, bien de representación, participación e incluso una verdadera sociedad socialista, comunista o anarquista, pueda desarrollarse con una visión militarista o en abiertas dictaduras militares. Solo las sociedades que logran educarse, capacitarse y alcanzar niveles ético-estéticos integrales y que se basan en sus tradiciones y que se orientan con vocación de servicio social, como consecuencia de una visión cultural en sus estados, podrá acceder a estadios superiores de florecimiento cultural. Hemos vivido bajo una aparente democracia (de aspecto solo representativa) y que en la práctica devino inmensa letrina donde los llamados padres de la democracia, hijos, parientes y demás sujetos bípedos, otorgaron a ese incipiente proceso una connotación negativa que hizo del destino democrático de la sociedad en su conjunto, una oportunidad para quienes tenían posibilidades económicas y de compadrazgo político. Por ello la costumbre del padrino y de los grupos y partidos políticos que se transformaron en gestorías y agencias de peajes y atrasaron el proceso histórico de la sociedad venezolana hacia mejores oportunidades de vida. Así como existe una inmensa cantidad de venezolanos que han obtenido con su esfuerzo una posición socioeconómica fuerte y digna, también existen otros muchos que lo han logrado bajo la sombra de un Estado paternalista que los elevó desde la pulpería o la cantina del cuartel que regentaban, hasta posiciones institucionales que les permitió y les permiten el logro de dinero fácil e instantáneo. Ocurre que mientras unos se aprovecharon del Estado y aprendieron tácticas pícaras de legalidades inmorales, muchos de los inquilinos del gobierno son absolutamente torpes, resentidos sociales y políticos, y fuertemente talibanizados, esto es; ignorancia rasa en teorías sobre procesos de filosofía política e incapacidad gerencial para administrar la Cosa pública. De estos enfrentamientos entre “bandas políticas, militares y económicas” aparentemente contrarias, solo nos queda esperar y estar siempre del lado de quienes verdaderamente entienden que los procesos sociales se basan en la afirmación de una cultura expresada en un mismo idioma, una historia común y una expresión religiosa que se encuentran en la solidaridad, la educación y el trabajo dignos. La vida de los pueblos son largos corredores, tortuosos donde quienes hoy se enfrentan en sus liderazgos políticos y económicos, mañana se dan de abrazos mientras las comunidades continúan padeciendo la misma violencia de un Estado inmoralmente dirigido, ora por godos derechistas, ora por talibanes izquierdosos. Todos con mentalidad militarista (*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis

No hay comentarios.: