sábado, agosto 06, 2011

Gobierno de papel


Entendamos de una vez esto: El gobierno del Estado venezolano es una gigantesca máquina de propaganda política! Y para ello quienes están en la dirección institucional se desempeñan como vendedores para promocionar el producto más acabado que tienen: la imagen del presidente. Así debe entenderse y no de otra manera. Las disquisiciones sobre si este es un gobierno de izquierda, socialista, comunista o de otra índole, está en un segundo plano. Tanto mejor para los intereses de propaganda del gobierno si los ciudadanos se desgastan pensando y hablando sobre este u otros temas. Entiéndase que este gobierno no tiene intenciones de realizar obras de infraestructura que permitan a los ciudadanos una estabilidad socioeconómica o de seguridad personal. Apenas realizar proyectos y anunciarlos es la estrategia. Para eso se formaron. Quienes controlan el aparato del Estado pasaron horas, días, semanas, meses y años pensando, leyendo y discutiendo sobre teorías y eso es lo que saben hacer. El llamado izquierdismo venezolano es de tendencia pequeñoburqués y medró a la sombra de los gobiernos anteriores, bien alrededor de los centros culturales, bien en las universidades o bien en la célebre República del Este. De manera excepcional el más importante crítico literario del siglo XX en Latinoamérica, Ángel Rama, lo menciona de forma casi profética. En su diario aparecen nombres de personajes que en la actualidad forman parte del gobierno y que en los años ´70 y ´80 estaban “asociados” a la maquinaria intelectual de los gobiernos tradicionales.
Por tanto, no podemos afirmar que este sea un gobierno diferente. Es, por el contrario, la decadencia de un modelo que ofreció ciertos adelantos y posteriormente, a finales de los años ’80 comenzó un imparable desastre del Estado con la desarticulación de todas sus instituciones y ya lleva cerca de 20 años en una degeneración inocultable. La actualidad en modo alguno es un socialismo ni mucho menos comunismo. Es un manejo con mentalidad marginal de la Cosa Pública. Las soluciones se hacen de manera improvisada como se comenzó a hacer en los gobiernos que actuaron en las dos últimas décadas. Esto es una continuación de un sistema de administración del gobierno del Estado que dejó de funcionar hace ya varios años. No es posible pedirle a este gobierno que solucione nada pues en la estructura mental de sus dirigentes no está instalada la capacidad gerencial ni la voluntad política para hacerlo, mucho menos el sentido de vocación de servicio ni mística de trabajo grupal.
Lo que sí saben hacer es generar propaganda: congresos, encuentros, seminarios, talleres, mesas de trabajo, reuniones políticas, paradas militares, celebraciones, cadenas informativas, declaraciones de principios, apoyos internacionales, diseño de estrategias en salas situacionales. En fin, es un tipo de venezolano formado en los años ’50, ’60 y ’70 y que ha influido en gran parte de las nuevas generaciones. Son los llamados “picos de plata” o “cabezas calientes”. Para todo realizan círculos de discusión. Están informados sobre todo y son capaces de hablar de cualquier tema como el más concianzudo especialista en la materia. Pero como todo teórico formado bajo el esquema stalinista, primero someten a discusión sus ideas a la camarilla de los cuatro o cinco incondicionales del equipo, y una vez tomada la decisión, la ofrecen a la “masa” para que ella apruebe y todo se vea como una decisión de la mayoría. Bajo este esquema se iniciaron en Venezuela y el resto de los países de este subcontinente, los partidos socialdemócratas y democratacristianos. Una estructura de cuadros con una sólida línea que venía impuesta desde arriba, por el líder o caudillo.
Bajo esta óptica es muy cuesta arriba sustituir este modelo que lleva cerca de 60 años en la memoria del ciudadano venezolano. La posibilidad que queda para poder enfrentar esta máquina de propaganda estriba en dos líneas de acción: por una parte, contrarrestar la calculada, pensada y mil millonaria propaganda proselitista del gobierno del Estado con hechos concretos que permitan a los ciudadanos optar por cambios reales y posibles. En ello los gobiernos regionales y municipales de oposición tienen una participación de responsabilidad histórica. Lo otro es presentar al ciudadano venezolano la imagen de una Venezuela posible, renovada, positiva, inclusiva, donde hasta los grupos comunitarios del oficialismo que creen en su líder, tengan la posibilidad de acceder y participen sin ser vistos como renegados. Al fin y al cabo esos grupos que viven en los pueblos, caseríos y zonas apartadas del país, sufren también las calamidades de un gobierno déspota, mentiroso y pícaro, y tienen derecho a participar en la construcción de una nación democráticamente participativa, comunitaria y solidariamente compasiva.
(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis

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