sábado, mayo 07, 2011
Contra el Estado Inmoral
Los últimos años en nuestro país han sido indudablemente difíciles. Sobre manera cuando no se tiene una visión amplia del destino histórico de nuestra sociedad. Ciertamente que han existido, tanto en la Colonia como en la posterior etapa de independencia y luego republicana, prohombres que han visualizado nuevos destinos para la sociedad en su conjunto. Existe sin embargo, una suerte de destino común que nos hermana a todos. Ese destino común está soportado en la serie de desventuras, alegrías, traumas, éxitos y fracasos que expresamos a través de una misma historia, una misma religión y fundamentalmente, un mismo idioma. A ese destino común, que es la base de nuestra cultura nacional, deseo referirme. Afirmaba una investigadora que la presencia de lo militar y los militares en la vida civil de nuestra nación es particularmente interesante porque ellos han representado, inicialmente, los civiles que en su momento debieron utilizar las armas para establecer la República. De ahí que la presencia de los militares y de lo que representa la vida militar en el colectivo venezolano, sea visto desde una perspectiva bastante “normal” y hasta necesaria en la medida que ellos han representado la seguridad, la sobrevivencia del Estado frente a los poderes externos, y en amplitud a ello, indicaríamos que hasta de protección y arbitraje.
Es ciertamente difícil y hasta arriesgado atreverse a afirmar que los militares resolverán la problemática socioeconómica y política de nuestra sociedad, siendo que los civiles, líderes en todos los órdenes de la vida nacional, se han comportado como unos déspotas en la generalidad de sus actuaciones.
Pero diremos con toda la fuerza de nuestra consciencia y nuestra formación intelectual y de absoluto compromiso con el destino común de nuestra sociedad, que en las circunstancias actuales no podemos esperar que los militares solucionen nada, salvo aquellas contradicciones donde su jerarquía, que en su proceder deviene casi siempre en arbitrariedad, pueda resolver algo, generalmente por la fuerza, bien de palabra bien de hecho. Ningún proceso social orientado hacia la libertad del hombre y que sea verdaderamente moral, ético y estético, podrá darse en una sociedad donde los militares ejerzan liderazgo. Peor todavía, ninguna sociedad moderna ha podido desarrollarse de manera amplia en regímenes militares. La dictadura siempre es contraria al progreso socioeconómico, político y educativo de los pueblos. Sólo las sociedades que logran educarse, capacitarse y alcanzar niveles ético-estéticos integrales y que se basan en sus tradiciones y se orientan en una vocación de servicio social, como consecuencia de una visión cultural en sus estados, podrá acceder a estadios superiores de florecimiento integrales y armónicos.
Al referirnos a procesos democráticos debemos indicar que existen individuos que de civiles sólo tienen su ropaje. Esto nos lleva a afirmar que en nuestra sociedad hemos asistido a la experiencia de haber vivido bajo una aparente democracia (de aspecto representativa/seudoparticipativa) que en la práctica devino inmensa letrina política, donde los llamados padres de la democracia, hijos, parientes y demás sujetos bípedos, otorgaron a esa experiencia una connotación negativa que hizo del destino democrático de la sociedad en su conjunto, una oportunidad de enriquecimiento para quienes tenían y ahora tienen posibilidades económicas y de compadrazgo político. Por ello afirmamos que así como existe una inmensa cantidad de venezolanos que han obtenido con su esfuerzo una posición socioeconómica fuerte y digna, también existen otros que lo han logrado bajo la sombra de un Estado paternalista y corrupto, que los elevó desde las pulperías que regentaban en su pueblo o cantinas de cuarteles, hasta posiciones institucionales que les han permitido lograr dinero fácil e instantáneo.
Mientras unos se han aprovechado del Estado aprendiendo prácticas pícaras de legalidad inmorales, muchos de los inquilinos del actual gobierno del Estado son absolutamente torpes, resentidos sociales y políticos y fuertemente “talibanizados”, esto es; ignorancia rasa en teorías sobre procesos de filosofía política e incapacidad gerencial para administrar la Cosa pública.
De estos enfrentamientos entre un gobierno signado por la torpeza administrativa y una oposición donde se agrupan oportunistas de oficio con soluciones improvisadas, sólo nos queda esperar y estar siempre del lado de quienes padecen el drama de la desventura y la desesperanza.
La vida de los pueblos son largos corredores, tortuosos, caminos sinuosos, gelatinosos, donde posiblemente quienes hoy se enfrentan en sus liderazgos sociopolíticos y económicomilitares, mañana se den de abrazos, mientras las comunidades continúan padeciendo la misma violencia de un Estado inmoralmente dirigido por una mentalidad militarista marginal, sea de oposición sea oficialista.
(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis www.juanguerrero.com.ve
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