martes, junio 20, 2006

AROMAS DE EGIPTO
















Le pregunté al sheij Abd Rabbih al-Taih:
-¿Cuándo se arreglará la situación del país?
A lo que respondió: -Cuando su gente crea
que el resultado de la cobardía es peor que
el de la integridad.
Naguib Mahfuz. Ecos de Egipto.



En la introducción que realiza Nidine Gordimer al libro Ecos de Egipto, del premio Nobel de literatura 1988 Naguib Mahfuz, indica una serie de características a la obra de este extraordinario narrador de la cultura islámica. Sin embargo, confieso que por algunos años desistí de leerlo hasta poder encontrar el momento de reposo, quizá de cierto hastío, para entender cómo este autor logra introducir un tiempo único que le permite re-construir una memoria a partir de pedazos de historias. Aunque pudo haber estado influenciado por Proust, Mahfuz establece otro concepto del tiempo en la medida que entrelaza en sus historias la vida cotidiana de la gente, del barrio, de El Cairo y sus laberínticas calles. Existe en su obra toda una simbología donde la mujer, el amor, la libertad, la tolerancia, la religión, la belleza, el placer y el dolor y también la preocupación por lo político, se entrelazan en la cortedad de una narrativa que deslumbra por la búsqueda de conocimiento, de sabiduría. No es casual que su Trilogía de El Cairo esté fuertemente penetrada por la visión del sufismo, además de un fuerte lazo social que hace de sus personajes, como Mahyub, individuos que se adhieren a realidades cambiantes. Mahyud es parte de ese mundo de pobreza casi extrema y que está dispuesto a todo con tal de no regresar más a ese mundo de anonimato y soledad. De ello deviene la tendencia en la construcción de personajes paralelos a los santos de este sendero místico, como el sheij Abd Rabbih al-Taih o Muzaffer, de Estambul. Por tanto, esa sensación de errancia, de un siempre partir, de un desapego por lo mundano impregnen la obra y también la vida de este singular autor. Mahfuz no intenta dar una visión nueva o diferente de la cotidianidad islámica, de ese casi oculto mundo que tiene por principio resguardar la intimidad familiar de la sociedad en el mundo que protege Alah. Describe por el contrario, la vida tal como ella es: la sujeción de la mujer a la protección del hombre, la presencia de la religión en todos y cada uno de los momentos más significativos en la vida del hombre islámico. Quizá por ello Mahfuz fue víctima de un atentado que casi le cuesta la vida.
Ante la pregunta de “¿cuándo se arreglará la situación del país?” el sheij (sacerdote) Adb Rabbih al-Taih contesta de una manera deslumbrante y demoledora: “-Cuando su gente crea que el resultado de la cobardía es peor que el de la integridad”. Esta respuesta es suficientemente ilustrativa para identificar una serie de incidentes referidos al mundo político de muchas sociedades. En primer término, nos dice del compromiso que mantiene el intelectual, visto el espacio político entrelazado al entorno social, moral, ético, educativo y religioso, incluso. Es que siempre la visión de lo político y la política que tiene un intelectual es más cultural que histórica. Es más trascendente. Por lo tanto, más permanente en tanto es cambiante para adecuarse a las transformaciones de toda comunidad. Pareciera esto una contradicción o tal vez un acertijo. Sin embargo, un “político” es sólo eso: politikon. Carece, en la generalidad de los casos, de integridad porque su razón de vida es de naturaleza instrumental. Por su parte, el escritor mantiene una razón de existencia basada en una naturaleza ético-estética de todo su entorno. Es un ser integral e integrado a un destino superior que viene señalado por su presencia como ser comprometido éticamente con su comunidad.
Cobardía es aquí expresada como resultado de una ausencia de responsabilidad para asumir su protagonismo y construir su destino como pueblo y nación. Lastimosamente mientras la dirigencia y el liderazgo políticos no asuman su compromiso cultural y se integren a la construcción de un destino superior, no será posible “arreglar” nada de lo colectivo. Las obras de los escritores están siempre marcadas por un sentido ético de aquello que es común a todos. Ello viene presentado en metáforas que ocultan la verdad porque es precisamente la manera estética de presentarla, de lo contrario sería panfletaria. Otras obras de este autor, no menos importantes son: El callejón de los milagros, Miramar, Amor bajo la lluvia, entre otros. Casi en toda sus obras se percibe esa sensación de describir los detalles de la vida en las calles, en el café con los amigos. Descripciones tan nítidas que el lector siente que participa de un diálogo inconcluso.
Naguib Mahfuz es un ejemplo de obra comprometida con una realidad sociopolítica y religiosa de cambio. En nuestra sociedad autores como Bello, Picón Salas, Ramos Sucre, Gerbasi, son, desde esta óptica, más trascendentes que Bolívar, Sucre o Páez. Es sólo cuestión de tiempo para que aparezcan quienes levantarán estatuas y bronces a los verdaderos héroes de la cultura: los poetas, escritores, sabios, científicos y maestros. Mil veces mejores que mil guerreros que han llenado la historia de sangre y barbarie.

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