viernes, octubre 08, 2010

Pantaleón va a Estocolmo


En mis años universitarios leí el libro de Mario Vargas Llosa, Pantaleón y las visitadoras (editado en 1973). Estaba muy al día por aquello de los militares y las dictaduras en Latinoamérica y también por la corrupción en ese tipo de gobiernos. Recuerdo que las visitadoras de Pantaleón lucían unos trajes de colores rojo/verde, casualmente como ahora lucen ciertos uniformes de soldados en sus pantalones de gala para las paradas de días patrios.
Con Vargas Llosa aprendí a degustar las lecturas de escritos largos, casi interminables. La construcción de largas y metafóricas oraciones donde el gusto por la lengua española se concentra en los temas más preciados por el autor hispano-peruano, galardonado con el Premio Nóbel de Literatura-2010.
Con un argumento simple, la historia de esta obra se centra en la Amazonía peruana a donde debe dirigirse el oficial Pantaleón Pantoja para una actividad secreta, que le asignan sus superiores. Militar de principios y casado, Pantaleón se dedica a visitar las guarniciones militares a lo largo de la selva con sus putas, que tienen un nombre especial, “visitadoras”. Allí, y muy en contra de sus principios, pero a la vez siguiendo órdenes de mandos superiores, Panta va recorriendo las guarniciones con sus meretrices, entre ellas “la brasileña”, de quien se enamora locamente y por la que le es infiel a su esposa. El argumento de esta historia, de la que se han realizado varias películas, nos habla de la capacidad de este extraordinario novelista para mostrar la realidad de los regímenes corruptos y quien muestra uno de sus temas clave en esta obra: la estructura militar y su capacidad para la imposición de valores en la sociedad. Entre acentuados rojos y verdes, las putas danzan entre los soldados dándoles placer mientras ellos buscan en sus prácticas amatorias las condecoraciones al esfuerzo por defender la Patria. Es la misma patria y su concepto de acentuado nacionalismo otro tema que en esta y sus otras novelas, se hace presente en Vargas Llosa.
Sobre lo anterior, el autor de Pantaleón y las visitadoras ha escrito en uno de sus tantos artículos que “el nacionalismo es la peor construcción del hombre”. Y esto es tan cierto al ver a los militares y su estamento jerárquico, defender más allá de toda lógica y coherencia, segmentos de territorios más por ganancias personales y grupales que por la tradición y cultivo de una herencia colectiva como pueblo.
En esta historia, que fue tomada de un episodio de la vida real en el ejército peruano, concretamente en Iquitos, se puede observar la hipocresía entre una institución, como lo es el ejército y lo militar, y la profesión más vieja del mundo. Una relación que vicia y deja en entredicho los valores que defienden instituciones como el estamento militar, con su severidad, arrogancia, superioridad de poder y vigilancia de las buenas costumbres, y su práctica sutil, secreta del vicio sexual y su corrupción. En sus diez capítulos la obra recorre, en un ir y venir de estilo repetitivo y de atmósfera sofocante y tediosa, la armazón discursiva vargasllosiana, característica de este celebrado escritor del denominado “boom” de la literatura latinoamericana.

camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis

2 comentarios:

Clea dijo...

¿Qué bueno, Juan! Muy sobrio y oportuno tu artículo. Hay que decir que es una lástima que sigan tan vigentes los Pantaleones (y panty leones, peleones, pelones...)en latinoamérica, especialmente aquí...

Clea dijo...

¿Qué bueno, Juan! Muy sobrio y oportuno tu artículo. Hay que decir que es una lástima que sigan tan vigentes los Pantaleones (y panty leones, peleones, pelones...)en latinoamérica, especialmente aquí...