sábado, agosto 13, 2011

Al detal


Hace unas semanas, de viaje hacia San Fernando de Apure, mi esposa y yo nos detuvimos en una estación de servicios a la entrada de Sabaneta de Barinas. Con tanta sed quisimos tomarnos un refresco de esos energizantes. En su impresión el precio marcado era de BsF 9, pero la dependiente pidió 12. Al indicarle que el precio legal estaba en la impresión, ella nos dijo que ese era el precio que el dueño, un árabe, le había indicado, y que en los abastos del pueblo costaba más caro. -Cosas de estos tiempos, nos dijimos. Y es cierto. Por estos años el ciudadano venezolano ha estado viviendo el capitalismo más salvaje de que se tenga memoria.
El venezolano se ha ido progresivamente convirtiendo en un sujeto buhoneríl, tanto en la práctica como en la actitud de vida. Eso lo puede corroborar quien vaya un fin de semana al mercado del Cementerio, en Caracas, o al mercado de los Guajiros, en Valencia o a Maracaibo o al de Acarigua. O apenas trate de detenerse en un semáforo para que experimente cómo los vendedores ambulantes se caen, literalmente, a empujones entre ellos para venderle una bolsa de tomates o de aguacates o un matamoscas eléctrico.
Ya no queda sitio en este país donde la acción buhoneríl esté despejada. Todo ha sido ocupado por una horda de hambrientos vendedores quienes luchan en su frenesí para lograr vender aunque sea una “mano ‘e mamones”.
Pueda que los países europeos o Japón, Canadá o Australia sean sociedades capitalistas, pero obviamente están organizadas y tienen sentido estético y ético en sus relaciones humanas, aunque sea de “utilería”. Pero en Venezuela se vive y se respira un capitalismo absolutamente salvaje, inhumano, agresivo, comercialmente abusivo, sin moral ni principios, salvo el que dicta el sonido del dinero.
Además, las leyes, ordenanzas y normas que existen en la jurisprudencia venezolana se convierten en letra muerta cuando de cumplimiento se espera. El comerciante venezolano, ex pulpero de pueblo, se malacostumbró a obtener más del doble de ganancia en la venta de sus productos. Por otra parte, la figura del revendedor, que usted observa por doquier, ha contribuido a encarecer los productos básicos de la dieta del venezolano.
Frente a esta dantesca imagen del salvajismo capitalista el ciudadano común está atado de manos frente a esa avalancha de seres que día a día engrosan las filas de la buhonería nacional.
Por lo demás, la actitud del buhonero parece similar a la del minero: nunca establece un lugar fijo ni definitivo. Va de espacio en espacio alterando absolutamente todo el entorno sin jamás aportar nada positivo a quienes habitan los sitios que ellos invaden. Se les reconoce por los tarantines que levantan: chozas de plástico, andamios de alambre, tablas como mostradores improvisados, vías de acceso interior tan estrechas que se debe transitar casi de lado. En fin, esa improvisación ha saltado desde hace tiempo, años, a la memoria del venezolano y se ha vuelvo estrategia de Estado. Por eso las soluciones jamás pueden ser definitivas. Por eso el gobierno improvisa “operativos” como soluciones espasmódicas: operativo navidad, 2011; operativo carnaval, 2010; operativo Semana Santa, 2009; operativo vacaciones, 2008; operativo cedulación, 2007; operativo escolar 2006; operativo mercado, 2005, sin establecer planes definitivos para superar esta mentalidad de “tránsito” que existe en el enredo ideológico de los líderes del gobierno del Estado.
Ciertamente que la actualidad económica venezolana en modo alguno es la de un sistema socialista. No puede serlo porque si viviéramos bajo ese sistema, después de 13 años de este gobierno, ya estaríamos por experimentar, al menos, la seguridad social y el orden riguroso que se observa desde el aula de clase, la fábrica de producción y la familia. Por el contrario, y como lo hemos estado escribiendo desde hace más de 15 años, el Estado venezolano en la práctica dejó de funcionar y en la actualidad existe un gobierno de mentalidad marginal que actúa exactamente como un buhonero.

(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis

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