sábado, enero 08, 2011

Huecos de carretera


Transitar por alguna de las miles de carreteras venezolanas en estos tiempos resulta una penosa aventura. Y esto es así porque en todas, absolutamente todas las vías terrestres de nuestro país las carreteras presentan alteraciones en su estructura física. Si han sido refaccionadas no tienen la demarcación necesaria para que el conductor pueda manejar su vehículo con seguridad. En otras partes, los desniveles y fallas de borde son tan acentuados que es difícil conducir manteniendo la dirección fija o en las curvas, seguir la línea de demarcación. En otras vías los llamados popularmente “policías acostados” o reductores de velocidad han proliferado de tal manera, que en la carretera Lara-Zulia existen cerca de 133 reductores. La misma situación aparece en las vías a Oriente, como San Antonio de El Golfo-Río Caribe. Muchas de ellas no tienen la señalización correspondiente (franjas amarillas) obligando al conductor a frenar de manera intempestiva.
Pero estas fallas son apenas de menor consideración ante la proliferación de huecos, fisuras y fracturas de las carreteras nacionales, troncales, autopistas y demás vías terrestres. En la carretera Tinaco-Dos Caminos ya es casi imposible manejar a más de 60 kilómetros por hora. Los huecos impiden el tránsito normal de vehículos. La cantidad de automóviles accidentados por rotura de cauchos y rines es cada día más notoria. Sin mencionar aquellos que deben detenerse por accidentes mayores, como rotura del “tren delantero” o “puntas de eje”.
La vía entre El Sombrero-Santa María de Ipire es realmente dramática. Toda la carretera presenta alteraciones en su estructura y hay partes donde el asfalto ha desaparecido y sólo se puede transitar por caminos de trilla o simplemente arena y barro. La carretera hacia los llanos centrales, en general puede transitarse. Sin embargo, después de pasar el puente entre Nutrias-Bruzual y el desvío Mantecal-Elorza, hay dos huecos que tapan toda la vía. Nos contaba un mecánico en San Fernando de Apure que en las fiestas decembrinas una mujer murió en un accidente de vehículo en ese sitio. Similares accidentes ocurren a diario en las vías nacionales por la presencia de estas fallas en la estructura de las carreteras venezolanas. Es muy difícil manejar en estas vías sobre todo cuando llueve y más aún de noche. Ejemplo de ello es la vía Valencia-Puerto Cabello, que eternamente está en reparación. Igual situación se presenta en la vía Barcelona-El Tigre. Y ni se diga la “guillotina” entre Guanta-Cumaná.
Nuestro país era una mención obligada cuando se hablaba de las modernas construcciones de autopistas en los años setenta-ochenta. Hasta mediados de los noventa las carreteras nacionales eran transitadas sin mayor dificultad. La realidad actual de las carreteras venezolanas nos indica que el estado de las vías terrestres nacionales se ha quedado rezagado a países como Haití o países centroamericanos o las peligrosas vías de Etiopía-Somalía. Existen vías venezolanas, como el sector El Baúl donde los pobladores de los caseríos al pie de la carretera, como El Pueblito o Mujica, se dedican a tapar con tierra y arcilla los huecos por el día, mientras que en la noche proceden a destaparlos. Cuando uno debe detenerse en uno de estos huecos, tanto hombres como mujeres y niños, solicitan una “colaboración” por su “loable acción”. Ya esto es casi una tradición en muchas de las carreteras nacionales.
Muchos de los accidentes viales que a diario se conocen por los medios de comunicación han podido evitarse con un buen mantenimiento de las carreteras y autopistas. El tránsito de vehículos livianos debe además, realizar maniobras de riesgo ante la desmedida presencia de vehículos pesados (camiones, gandolas, autobuses) que no tienen escrúpulos en usar más de un canal de circulación permitido con sus pesados vehículos, dejando poco espacio al resto de los vehículos, irrespetando y transgrediendo constantemente las leyes de tránsito terrestre.
Como podemos observar transitar por alguna carretera venezolana por estos años es una arriesgada aventura. Como mínimo al final de su viaje usted llegará con su vehículo sucio o con un “caucho espichado” o “rin doblado”. Es la realidad que vivimos y ningún conductor puede decir lo contrario. Lo de los asaltos mientras cambia un caucho o verifica sino se le dañó el “carter” mientras sale ileso de un hueco, es cosa de otro escrito.


(*) twitter@camilodeasis / camilodeasis@hotmail.com

1 comentario:

Nostalgia dijo...

Totalmente cierto, hemos convertido a nuestro paìs en una especie de superficie lunar... Serà que somos romànticos? Serà... No. Somos lunàticos... Andamos en cualquier cosa menos en la de intentar resolver este problemòn. Saludos amigo, siempre magistral, me enorgullece ser tu amiga...