La era de la cibernética y del uso de programas de alta tecnología están modificando aceleradamente la realidad de las sociedades, sus usos y costumbres. Acentúa y modifica constantemente los comportamientos, creencias, principios y valores de los usuarios, e implanta una nueva realidad –esta de la Internet y las redes sociales- donde estamos aprendiendo a convivir con robots y programas cibernéticos que constantemente nos tocan la puerta, la ventana y se cuelan por las grietas de las paredes.
En sociedades total y absolutamente desarticuladas, controladas por el Estado y de información censurada, no sólo es posible encontrarnos diariamente con las fake newso noticia falsa, como información “veraz”, también es el espacio de la sociabilidad virtual donde las nuevas formas de la comunicación, como las llamadas deepfake news, se insertan fijando en el umbral de la posverdad las realidades cambiantes como formas extremas de la (in)certidumbre. Sociedades profundamente deprimidas, tanto por carencias materiales como por aquellas psicológicas, emocionales y espirituales.
Este fenómeno ocurre, básicamente, en grupos etarios con más de 65 años. Estos son los más propensos a consumir y asumir como ciertas, las deepfake news, falsedad profunda, contra los grupos de menor edad.
Nos estamos refiriendo a la generación de la posguerra y que llegan hasta mediados de los años 60’s., del siglo pasado, conocidos como los baby boomers. Ellos comparten más noticias falsas y de contenido complejo.
Posiblemente esto se deba a los principios, valores, creencias y certezas que a lo largo de su formación, fortalecidos por la crianza y educación formales, han adquirido estas personas.
Si bien el adulto puede reflexionar y categorizar, valorando a una fake news como una clásica mentira, le es completamente incomprensible racionalizar e interiorizar la naturaleza profunda de una deepfake news.
En los últimos 35 años han surgido otras realidades –aquellas de la virtualidad- que a través de las redes sociales, construyen no sólo verdades-virtuales. También fake/deepfake news, soportados en realidades múltiples, extremadamente cambiantes. Altamente cargadas de emocionalidad, muy subjetivas y poco soportadas en realidades tangibles. Porque no interesa mayormente la verdad y objetividad de la información como el deseo y la emoción de su certidumbre.
En sociedades cuyos miembros son sometidos a períodos extremos de incertidumbre, donde sus derechos básicos para sobrevivir les son alterados, vulnerados y constantemente violados, es posible encontrar muestras de un tipo de información donde la realidad-real ha sido sustituida por la virtualidad.
Pueden ser observados en regímenes dictatoriales y sobre manera, en aquellos totalitarismos donde el Estado toma como enemigo al ciudadano, lo controla, censura e impone de manera arbitraria, principios, valores y costumbres, ajenos a su tradición cultural.
Es la verosimilitud que impone el Estado totalitario, haciendo uso de las nuevas formas de comunicación tecnológica, de noticias con afirmaciones/negaciones donde ya no es posible distinguir el horizonte de uno o de otro.
Incluso, es tan avanzada la tecnología de las deep news, que usa programas altamente sofisticados para alterar la imagen, modificando rostro, voz y otras características fenotípicas del sujeto.
Así las cosas no podemos darle la espalda a estas nuevas maneras de la comunicación de la era cibernética. Ellas día a día avanzan y se “autosuperan” modificando la misma realidad y estableciendo maneras de convivencia que es menester encarar para darle su justo valor.
Ya hemos visto como estos recursos tecnológicos se han puesto en práctica en el área política, económica y militar. Países como Rusia, Alemania, China y Estados Unidos están a la vanguardia de estas nuevas tecnologías con sus numerosas investigaciones en el campo de la comunicación. Sin embargo, esto no es dominio exclusivo de quienes generan, planifican y distribuyen la información.
Las fake/deepfake news se están extendiendo gradualmente a otros campos del conocimiento para modificar sus realidades. Por ello, no podemos más que advertir de su presencia y naturaleza altamente compleja en la modificación de la realidad, toda vez que viene adherida a la posverdad como espacio que se inserta entre verdad/mentira, modificando el comportamiento de los usuarios, sus creencias, valores y principios. Por lo tanto, una neo ética será necesaria para su existencia en nuestra sociedad.
Las nuevas generaciones podrán comprender mejor en los venideros años, la complejidad de estos fenómenos de la comunicación, una vez que interioricen y semanticen en su cotidianidad estas otras realidades y paradigmas.
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