jueves, abril 14, 2011

La clase media va al paraíso


De Luis Buñuel recuerdo sus películas donde el sarcasmo entre claroscuros e imágenes en cámara lenta, movían a personajes fastidiados que holgazaneaban mientras transcurrían sus hastiadas vidas de pequeños seres que lo tenían casi todo, menos la gracia para vivir. Desgraciados personajes de una clase media aburrida, abúlica y de anorexias intelectuales parece ser la nuestra que vive en la inopia de una existencia al borde de los días. Fracasados y holgazanes personajes que se quejan hasta del peso de sus sombras.
La nuestra ha sido una clase media signada por la vanidad, la grosera apariencia de creerse dueña de un país fragmentado y cuya extensión psicológica e intelectual no va más allá de las rutas turísticas trazadas por los mapas de Miro Popip o Valentina Quintero.
Una clase media con personajes maleducados e increíblemente analfabetas funcionales para la política. Malcriados y despreciativos, furibundos defensores de un territorio que no sube cerros ni llega a las zonas urbanas. Esta ha sido nuestra santa clase media venezolana.
Agrupada entre perfumes y cantos, ligera de pensamientos y proclive a la debilidad de la carne y del bolsillo. Su doble moral oscila políticamente entre una iglesia católica, apostólica y romana quebradiza, y de tiempos para acá pedófila, con villancicos incluidos, y una actividad social que confundió al Estado con el gobierno y partidos políticos, para transformarlo en agencia de gestores.
La clase media de pensamiento decadente e insoportablemente altanera. Seres egoístas y de formación secular mantuana. Deseosos de parecer europeos, españoles o franceses, con Antonio Guzmán Blanco a la cabeza, para luego cobijarse al amparo mayamero, con Betancourt y acólitos. Ahora continúan bajo el amparo de una protección un poco más latina, cubana azucarada y habanera, con un desclasado Hugo Chávez, formado en el más puro ambiente reaccionario de la derecha nacional: cuarteles y cantinas.
El ser de clase media en Venezuela es de pensamiento pequeñoburgués y absolutamente ignorante de su entorno intelectual. Él es un claro representante de una clase media que holgazaneó durante años al amparo del Estado. Su pensamiento cotidiano, del día a día, es del torturador de la vida: abusivo, irrespetuoso, ortodoxo, intolerante y supersticioso. Por eso afirmamos que la figura de este presidente representa la imagen de cientos, miles, millones de venezolanos, hombres y mujeres, tanto del oficialismo como de la oposición, quienes desprecian esa imagen que saben que llevan dentro. Es una actitud, una manera de ser que se alojó en la cultura nacional desde hace años, quizá siglos y que sólo un proceso educativo profundamente pedagógico y continuo, podrá superarlo.

camilodeasis@juanguerrero.com.ve twitter@camilodeasis

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