cantos de un templo
I
la memoria no ofrece asideros
para soportar la intensidad del silencio
entonces la vida es un puro sentir
vagar de madrugadas
donde todo riesgo
es un juego de equilibristas
al borde
en la lucidez de una presentida ausencia
V
ayer
los bárbaros quemaron el pueblo
lo llenaron de sal y odio
miro este desastre
ni las cabras se han salvado
de la matanza y el saqueo
quienes quedamos
huimos a los cerros
por la orilla del mar
los pies lacerados y ulcerosos
de los míos
se entrecruzan en un vagar sin fin
el pueblo volverá a levantarse
yo decidí regresar al templo
VIII
he recogido las velas mientras dormían mis hermanos
marineros del silencio
mañana volveremos al pueblo
hay cansancio en los pechos húmedos
y manos y brazos lacerados
en la alta proa me reclino para ver el cielo
hoy he vuelto a escribir
algún día regresaré a las pléyades
me repito una y otra vez
he vuelto a la palabra
ejercicio de remotos tiempos
soledad que castiga mi espalda
inclemente dolor en los huesos
ahora hay paz en las sombras
IX
mientras comemos pienso en los míos
todos ansiamos volver
he lavado mis manos y ahora parto este pan
que ofrezco a mis hermanos
tenemos esta misma soledad en el rostro
siempre en silencio
llevamos sobre nuestras espaldas el estigma
de un eterno desamparo que nos obliga
a vagar por el mar de la vida
buscando la imagen de nuestro igual
quizá la mirada de algún dios todavía nos proteja
XIII
qué importa que no conozcas delfos
el estrecho de corinto
que nunca hayas ido a bizancio
no sepas que vine de las pléyades
hay lugares donde nunca cae nieve
ni lluvia
el sol es una débil soledad
no has ido por bosques ni orillas del egeo
desconoces la mirada ausente del auriga en su salón de penumbras
qué importa desconocer lugares y tiempos miradas
cuando llevas la historia helénica en el rostro sereno inmortal
XXVI
los años
son ilusiones que nombran la ausencia
en la íntima ternura del templo
los cantos borran el tiempo
entonces toda sombra se revela
discurren infinitas imágenes de la vida
mientras el alma vibra en su amor
de rodillas
los cantos de mis hermanos
han agradado a los dioses
XXVII
las orillas del egeo traen olores
entre los pinos descubro hierbas
romero albahaca y orégano
detrás están los olivos
viejos
apasionadamente tristes
raíces que se desnudan
al fondo cuelgan las uvas en una dulce mirada
luego otra vez el mar
azul
límpido y calmo
acariciado por esta suave brisa de la mañana
este día de un tiempo que atesoro en la mirada
regreso a la orilla del mar
cargando olores y recuerdos
XXVIII
reconozco tu andar pausado
esa manera cadenciosa del habla juntada en sílabas
mirada de templo griego
donde oran los solos
los silenciosos
perdidos en la noche de sombra y tiempo
quién rescata esta ausencia de huesos rotos de tanto
andar
quién nos regresa al lugar de la noche añorada
a una pitonisa en delfos (c. 473 a. d. N. E.)
enjuta el silencio del viejo puerto
regresan con el alba
palabras que pronuncio en tu ausencia
reconocen tu cuerpo aroma de sombra
hace frío
tu alma huele a sándalo
brilla en la oscura memoria de los días
mientras descansa mi mano izquierda
sobre el hombro
reconozco una palabra
hundida en seda
adheridafija en tu hombro
otras cubrieron tus senos
redondeándolos
palabras incrustadas
ensortijando tus cabellos
diluidas en tu rostro
que cubrí con verbos
oración continuada en tus muslos
ocultando la humedad en tus bordes
los pájaros despiertan esta mañana
que todavía nace
roza un ala sobre la cristalina calma del egeo
palabras en tu vientre
articuladas
que entibiaron tus pies
lejos
las barcas son diminutos lunares
de un cielo que cubre este mar
ninguna palabra nombra este silencio
desamparo en lo siempre ido
I
la memoria no ofrece asideros
para soportar la intensidad del silencio
entonces la vida es un puro sentir
vagar de madrugadas
donde todo riesgo
es un juego de equilibristas
al borde
en la lucidez de una presentida ausencia
V
ayer
los bárbaros quemaron el pueblo
lo llenaron de sal y odio
miro este desastre
ni las cabras se han salvado
de la matanza y el saqueo
quienes quedamos
huimos a los cerros
por la orilla del mar
los pies lacerados y ulcerosos
de los míos
se entrecruzan en un vagar sin fin
el pueblo volverá a levantarse
yo decidí regresar al templo
VIII
he recogido las velas mientras dormían mis hermanos
marineros del silencio
mañana volveremos al pueblo
hay cansancio en los pechos húmedos
y manos y brazos lacerados
en la alta proa me reclino para ver el cielo
hoy he vuelto a escribir
algún día regresaré a las pléyades
me repito una y otra vez
he vuelto a la palabra
ejercicio de remotos tiempos
soledad que castiga mi espalda
inclemente dolor en los huesos
ahora hay paz en las sombras
IX
mientras comemos pienso en los míos
todos ansiamos volver
he lavado mis manos y ahora parto este pan
que ofrezco a mis hermanos
tenemos esta misma soledad en el rostro
siempre en silencio
llevamos sobre nuestras espaldas el estigma
de un eterno desamparo que nos obliga
a vagar por el mar de la vida
buscando la imagen de nuestro igual
quizá la mirada de algún dios todavía nos proteja
XIII
qué importa que no conozcas delfos
el estrecho de corinto
que nunca hayas ido a bizancio
no sepas que vine de las pléyades
hay lugares donde nunca cae nieve
ni lluvia
el sol es una débil soledad
no has ido por bosques ni orillas del egeo
desconoces la mirada ausente del auriga en su salón de penumbras
qué importa desconocer lugares y tiempos miradas
cuando llevas la historia helénica en el rostro sereno inmortal
XXVI
los años
son ilusiones que nombran la ausencia
en la íntima ternura del templo
los cantos borran el tiempo
entonces toda sombra se revela
discurren infinitas imágenes de la vida
mientras el alma vibra en su amor
de rodillas
los cantos de mis hermanos
han agradado a los dioses
XXVII
las orillas del egeo traen olores
entre los pinos descubro hierbas
romero albahaca y orégano
detrás están los olivos
viejos
apasionadamente tristes
raíces que se desnudan
al fondo cuelgan las uvas en una dulce mirada
luego otra vez el mar
azul
límpido y calmo
acariciado por esta suave brisa de la mañana
este día de un tiempo que atesoro en la mirada
regreso a la orilla del mar
cargando olores y recuerdos
XXVIII
reconozco tu andar pausado
esa manera cadenciosa del habla juntada en sílabas
mirada de templo griego
donde oran los solos
los silenciosos
perdidos en la noche de sombra y tiempo
quién rescata esta ausencia de huesos rotos de tanto
andar
quién nos regresa al lugar de la noche añorada
a una pitonisa en delfos (c. 473 a. d. N. E.)
enjuta el silencio del viejo puerto
regresan con el alba
palabras que pronuncio en tu ausencia
reconocen tu cuerpo aroma de sombra
hace frío
tu alma huele a sándalo
brilla en la oscura memoria de los días
mientras descansa mi mano izquierda
sobre el hombro
reconozco una palabra
hundida en seda
adheridafija en tu hombro
otras cubrieron tus senos
redondeándolos
palabras incrustadas
ensortijando tus cabellos
diluidas en tu rostro
que cubrí con verbos
oración continuada en tus muslos
ocultando la humedad en tus bordes
los pájaros despiertan esta mañana
que todavía nace
roza un ala sobre la cristalina calma del egeo
palabras en tu vientre
articuladas
que entibiaron tus pies
lejos
las barcas son diminutos lunares
de un cielo que cubre este mar
ninguna palabra nombra este silencio
desamparo en lo siempre ido
gracias. grazie. aprecio tu comentario aunque no hablo inglés.
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