jueves, febrero 01, 2018
Cultura y maldad
Alguna vez, mientras veía una película de la era nazi, escuché a uno de los personajes, creo era judío, quien se quejaba ante su verdugo alemán, e increpándole con dolor, le decía: -¿Cómo es posible que siendo ustedes alemanes y teniendo grandes pensadores, como Göethe, hayan desencadenado esta matanza en los campos de concentración? A lo que el soldado alemán, responde: -Ciertamente, para eso y más sirve nuestra cultura. Por eso somos superiores.
Palabras más o menos eso resume parte del drama de las sociedades cuando la moral y la ética llegan a los mismos bordes de la degradación humana.
Viene esto a colación pues termino de ver la entrevista que le realizó el periodista Jaime Bayly al editor Rafael Poleo. Entre ambos se formó tremendo escándalo porque Poleo calificó a Jorge Rodríguez, miembro de la “nomenclatura roja” como el hombre “más culto del régimen chavizta” ( https://www.youtube.com/watch?v=KTte6c2KC_w )
Obviamente, para ser honestos, no creo que Rodríguez sea el “más” entre los más cultos. Antes hubo mentores, como Uslar Pietri o Mayz Vallenilla o Pedro Duno, quienes tendrían más cultura que el ministro de información venezolano.
Después habría que mencionar a Juan Barreto, doctor en semiótica y quien orientó las sutiles miradas, sonrisas y colores de Hugo Chávez. Pero Jorge Rodríguez, ciertamente, tiene lo suyo. En estricto sentido, Rodríguez es un intelectual. Al igual que el ex embajador de Venezuela en Italia, Isaís Rodríguez o Tarek William Saab, “el poeta de la revolución”. Habría que agregar también, a Luis Alberto Crespo, embajador de Venezuela en la Unesco.
Jorge Rodríguez, para echar más leña al fuego, obtuvo su primer lugar en el Premio Anual del concurso de cuentos del diario El Nacional, con su obra Dime cuántos ríos son hechos de tus lágrimas, de 1998. Y como profesional de la medicina, tiene una especialidad en psiquiatría. Igualmente, ha sido docente universitario y jefe de residentes en varios hospitales venezolanos.
En esto de culto creo que Poleo tiene razón. Indudablemente habría que revisar la historia venezolana y decir, por ejemplo, que Pedro Estrada, el jefe de la policía política del dictador Pérez Jiménez, la temible y terrorífica Seguridad Nacional, también era una persona decente, bien hablada, culta y mejor trajeada. Considerado como uno de los mejores policías del mundo, quien fue asesor de la policía francesa, y hasta escribió sus memorias.
Pero, indudablemente, tenemos que ser honestos e indicar que la frase “Jorge Rodríguez es un hombre culto” en el ámbito donde se realizaba la entrevista, no fue lo más feliz. Se veía fuera de contexto, si aplicamos aquello del análisis del discurso o “a buen entendedor pocas palabras”. Y en ello, Jaime Bayly tiene razón. No venía al momento usar semejante frase en medio de una discusión, que, remite a contextos poco cultos, como el drama de la sociedad venezolana.
Considero, sin embargo, que bien podría tomarse esta frase para analizarla y darnos cuenta hasta dónde han llegado los cultos, académicos, artistas e intelectuales venezolanos en esto de estarse a las orillas del régimen totalitario de Nicolás Maduro, y no usar su pluma para decir “esta boca es mía”.
Porque, además de los nombrados, existen una serie de personajes quienes tienen sus cabezas metidas en los hoyos para pasar desapercibidos sin que los nombren. Hay mucho “culto” por ahí, desde las tascas del este de Caracas, el barrio latino de París, la vía Veneto en Roma, hasta Piccadily Circus, en Londres o el Moma de Nueva York.
Otros, de menor pedigrí, han montado areperas o se han dedicado a la venta de rubros, como ropa, calzado y perfumes. Aquellos como a estos les apesta ahora Venezuela. Nicolás les parece aburrido, regordete y bobalicón. Lo desprecian al igual que a los “rodilla en tierra” (léase, antiguos “pata en el suelo”).
Jaime Bayly tiene razón y yo me uno a él. Y en general creo que ciertos políticos opositores tienen el cerebro marchito o al menos, edulcorado de promesas y manjares. Además, hay mucha sangre consanguínea entre algunos políticos que impide ver la espantosa realidad de un país que se desangra, hora a hora, y muere de desnutrición, de infecciones, y que está enloqueciendo de tanta miseria y desesperación.
Sí, Jaime Bayly, existen intelectuales canallas, hipócritas, defensores a ultranza de la barbarie venezolana. Ese silencio los hace cómplices, por acción u omisión, de esta tragedia del horror, de la diáspora de 4 millones de almas que vagan por el mundo en busca de un mejor porvenir.
Y quienes quedamos aun viviendo en este cuero seco llamado Venezuela, agradecemos la solidaridad de quienes alzan su voz por nuestra tragedia.
Nunca las buenas palabras pueden servir para elogiar a un monstruo, por muy culto que sea, cuando éste demuestra con su actitud la maldad y el sadismo contra la humanidad.
(*) camilodeasis@hotmail.com TW @camilodeasis IG @camilodeasis1