lunes, diciembre 24, 2012
Esas piernas
Había abordado el metro en Roma. Venía de Perugia, ciudad etrusca al centro de la Umbría. Finalizaban los años setenta. Todo en la Italia de ese tiempo era un “sciopero”, una huelga permanente. Pero en verano los italianos dejan todo a un lado y se preparan para sus vacaciones. Mientras me sentaba avisté a no más de metro y medio la silueta de unas piernas que, entrecruzadas, descansaban sus pies en unas sandalias de cuero marrón, muy al estilo de las antiguas romanas imperiales.
Era una joven de no más de veintidós años, delgada y de nariz perfilada y cabello negro, largo y brillante. Tenía entre sus manos un pequeño bolso de tela.
Quizá me quedé contemplando esas piernas y pies durante ocho o diez minutos. La mirada la interrumpían los continuos transeúntes que entraban y salían del vagón. Pero mis ojos seguían enfocados en esas tan delicadas piernas y en los pies que poseían la elegancia y refinamiento de quien los mostraba en todo su esplendor.
Paulatinamente el vagón se iba quedando solo. Las piernas, sin embargo, permanecían imperturbables. Quizá muy quedamente se alargaban para dejar ver una silueta contorneada de pantorrillas exquisitamente delineadas, firmes, blancas y bronceadas. Intuí entonces que el verano acentuaba en esa piel el cálido “ferragosto”.
No supe cuándo quedamos solos en el vagón. Ni tampoco el instante cuando ella dejó de mirarme y volteó para ver la próxima estación. Yo solo miraba esas largas y refinadas piernas y esos exquisitos pies. Acaso parte de la falda de seda italiana que delicadamente caía apenas un poco más allá de sus rodillas.
Ella se preparó para salir. Entonces quedó un espacio vacío que dejó después de levantarse. Ese espacio lo ocupó la sensación de desarraigo que experimenté cuando apenas cruzó la puerta de salida del vagón. Volteó y vi su rostro y esos ojos oscuros que melancólicamente se despedían mientras se perdía entre la muchedumbre que transita por las calles de la “cittá”.
No sé cuántos minutos permanecí contemplando ese asiento vacío. Ella permanecía allí. Su imagen quedó grabada en mi existencia como parte de mi carne y de mi sangre. No quise abordarla ni tampoco me importó el timbre de su voz, ni su mentón, ni sus manos, ni sus labios.
Solo apreciar, vivir esas largas piernas que terminaban en unos pies de finos dedos y con la piel quemada por el sol. Esas piernas cruzadas, descansando mientras sus muslos se arropaban en un vestido de verano.
Por la ventanilla del vagón vi como se esfumaba por entre el bullicio de manos, rostros, espaldas y vestimentas de verano de cientos de anónimas personas. Pero ella, aún sin conocerla ni saber su nombre, adquirió un rostro propio y sobre todo, un espacio en mi memoria. Ha permanecido sentada en ese vagón mostrando sus piernas y sus pies, como una película que se repite infinitamente.
Ahora, entrando al vagón de mi memoria, y después de tantos años de aquel encuentro, vuelve la lozanía, la piel tersa y exquisita de unas piernas que siguen transitando mis ojos, y entonces regresa la infinita y jovial aventura de la primera vez, la emoción de vivir la plenitud de los instantes, de esas incandescencias, esas ráfagas de esplendores de vida que ofrecen los contornos, las siluetas, las curvas de ese misterioso, sobrecogedor y esplendoroso ser que es la mujer y lo femenino.
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
miércoles, diciembre 12, 2012
La flauta de Rufo
Mi tío Domingo era un andino que había formado parte de las jóvenes tropas del naciente ejército nacional del general Juan Vicente Gómez, allá por los inicios del siglo XX. Sabía de las andanzas de los caporales andinos en el poder. Había lucido su uniforme como Sargento Mayor. Después de tanta lucha y peleas terminó viviendo con nosotros. Ayudaba en la casa cuidándonos en lo que podía.
Como buen andino era de recto proceder, terco y serrano. Recuerdo que siendo apenas un niño de entre 5-6 años, asmático y sumamente delgado, estaban en la casa unos amigos de mis padres, entre ellos un médico.
Yo me acerqué al lado de mi madre, mientras jugaban una partida de dominó. Estaba apenas con un pantalón corto. Al verme, el médico le comenta a mi madre: -Comadre, ese niño está muy flaco. –Es bueno que le des un poco de hierro y también fósforo para ver si engorda. Mi madre afirmó con un gesto mientras mi tío, quien siempre estaba silencioso, escuchó lo dicho por el médico.
A los días y mientras mi madre preparaba el almuerzo, mi tío se acercó a la cocina y al momento de entregarle unas “busacas”, le dijo: -Aquí tiene, Carmen. –Eso es para que le dé al muchacho. Mi madre abrió las bolsas. Había desde tuercas, clavos, tornillos, hasta arandelas y unas cuantas cajitas de fósforo. Asombrada, mi madre le pregunta: -Pero bueno, Domingo! cómo le voy a dar esto al niño. No ve que eso no se mastica. A lo que el viejo soldado le riposta: -Pero no ve que eso fue lo que le mandó el doctor!
Ese era mi tío Domingo, quien también tenía un viejo burro y con él, salía por las tardes a vender pan por las veredas y calles de las recién inauguradas nuevas urbanizaciones de la Maracaibo de finales de los años ´50s.
Mamá hacía el pan y luego mi tío los metía en unas cestas que se sostenían en el lomo del viejo Rufo. Iba junto al asno caminando mientras Rufo balanceaba aquellas cestas tejidas con varas de palmeras con su oloroso alimento. Rufo siempre iba lento y su docilidad era emblemática. Se diría que hasta cierta tranquilidad la había copiado de su dueño, quien no se daba mala vida por nada.
Eran ambos tranquilones, silenciosos y pasaban casi desapercibidos en la cotidianidad de los soleados días maracaiberos. Solo que cierta vez, ya entrada la tarde, la usual mansedumbre de ambos se vio alterada cuando Rufo alcanzó a escuchar a una joven yegua que pasó por la esquina.
Aquello hizo que a Rufo se le inflara la flauta más de lo normal. Iba por las veredas, calles y bocacalles mostrando tremendo pan sobao mientras rebuznaba como galán quinceañero. Mi tío no pudo controlarlo. Se le soltó de las viejas bridas y se fue detrás del rastro de la yegua.
Al rato entró el viejo soldado a la casa. Sudaba y se le veía la cara de preocupación. Las amigas de mi madre, quienes tomaban el café de la tarde, de repente se quedaron boquiabiertas. –Domingo, y Ruf…
No había terminado mi madre la pregunta cuando el otrora cansado y viejo asno entraba por todo el medio de la sala, rebuznandito, con su rabo saludando de un lado a otro y con sus orejas levantadas… y además, con aquella tremenda flauta brillosa y erecta. Poco le faltó para emitir un silbido de complacencia.
No hubo mayor comentario. Las señoras terminaron de ver de reojo la animalidad de Rufo, mientras algunas dejaban exhalar un profundo respiro al tiempo que terminaban de tomarse su café.
Mi madre despidió a sus amigas mientras desde el fondo oscuro del patio se escuchaban los estruendosos rebuznos del viejo Rufo.
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
martes, noviembre 27, 2012
Homofobia
Me comentaba hace algunos años un amigo en Puerto Ordaz que en política te pueden tildar de inepto como funcionario y no es asunto grave. Incluso te pueden señalar de corrupto y hasta se ve bien, pues se entiende que eres “avispao” y “pilas” para hacerte del dinero ajeno. Pero si te tildan de homosexual es como un estigma, una duda que jamás se borrará.
Y esto último es cierto. Tildar en Venezuela, y creo que en la mayoría de países latinoamericanos, a un hombre de homosexual es como señalar que padece de una enfermedad incurable, transmisible y que debe ser, por tanto, abandonado al ostracismo.
Hasta acá funcionaba así la subrepticia vida política, religiosa, social, militar en nuestro país. Las contradicciones con los años se han desatado hasta ahora cuando aparecen los síntomas inequívocos que muestran una sociedad que se ha hecho intolerante, ya no en los aspectos políticos, también en lo religioso, y concretamente, en lo sexual.
La comunidad LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transgénero) ha visto cómo paulatinamente se le han cerrado sus espacios, como por ejemplo, las playas de Choroní. Allí, hace poco tiempo se vivió un fuerte altercado como consecuencia de la intolerancia, no tanto de personas heterosexuales como de las mismas autoridades, quienes arremetieron contra algunas personas por su condición sexual. Les destruyeron sus símbolos de identificación como comunidad (la bandera arcoíris) y les cayeron a insultos, golpes, peinillazos y batazos.
Recientemente se ha podido observar otro caso vinculado a la homofobia. Fue en el estadio Pueblo Nuevo, de San Cristóbal, donde un grupo de fanáticos del Deportivo Táchira impidió que su equipo se enfrentara al Atlético Venezuela, porque el once andino vestía una franela de color rosado, en apoyo a la campaña de la organización Senos Ayuda, de lucha contra en cáncer de mama.
La trifulca que se formó obligó a suspender el partido. Lo triste no es tanto la desinformación e impedimento de un partido, como la intolerancia y homofobia manifiesta en quienes se opusieron violentamente a esta actividad.
Pero si esto fuera poco, en Maracay, hace escasos días, un joven fue quemado por su condición homosexual. Frente al liceo donde el joven acudió para intentar inscribirse y cursar su escolaridad, le esperaban tres sujetos quienes, después de ofenderlo, insultarlo y amenazarlo por su condición sexual, le rociaron gasolina y acto seguido, uno de ellos, menor de edad, encendió un fósforo y se lo lanzó. El joven fue auxiliado por la comunidad y llevado al hospital donde se encuentra con 80% de su cuerpo quemado.
No voy a entrar a consideraciones intelectuales, religiosas ni morales sobre si la homosexualidad debe o no ser aceptada, así como las de otras comunidades sexuales, como pansexuales, intersexuales o transgénero.
Dejo a otros estos asuntos, sobremanera si estos seres humanos son producto de mutaciones genéticas, como ha afirmado Francis Fukuyama y su nueva neoética, o si es la sociedad que los ha, supuestamente, deformado. Respeto en principio, el absoluto derecho de estas personas ha manifestar públicamente su tendencia sexual, como lo hacemos los heterosexuales, bajo el respeto irrestricto a las normas y principios que rigen nuestra sociedad.
Pero lo que resulta inaceptable es el proceder de una gran parte de la sociedad, que paulatinamente se ha vuelto intolerante y se manifiesta abiertamente, contra otros seres humanos, ya no burlándose de ellos en su cara (-que fue una etapa en este proceso de degradación social) sino que desde un tiempo para acá, procede a usar la violencia, tanto contra los símbolos (colores, banderas, indumentarias, saludos, formas kinésicas) como en la agresión verbal y física.
Resulta curioso que quienes ejercen esta violencia, homofóbica y lesbofóbica, son individuos, hombres y mujeres, que en muchos casos han sido “violentados” o poseen recuerdos dolorosos de agresiones infantiles o con parejas de sexo contrario. Es una especie de venganza, de odio oculto por aquello que no pueden o son incapaces de hacer. Les dicen popularmente que no se atreven a “salir del escaparate”.
Creo que en Venezuela se ha intensificado la homofobia y por tanto, la intolerancia contra las personas sexualmente diferentes a la mayoría heterosexual, básicamente por la debilidad educativa (véase este video: http://www.youtube.com/watch?v=B8QJov-EUMY) donde un prof. universitario, tilda a los homosexuales como “enfermos”. También por la quebradiza posición del gobierno del Estado frente a este tema (-Por cierto, un funcionario del Min. de Cultura declaró abiertamente que era homofóbico), y también por parte de algunos medios de televisión, que en sus programas humorísticos, presentan personajes homosexuales como seres carentes de atributos intelectuales, genéticamente inferiores, y por tanto, son motivo de risa y burla.
Pienso ahora en Benedetti y su poema “Y si dios fuera mujer”.
@camilodeasis camilodeasis@hotmail.com
miércoles, noviembre 21, 2012
Anarquía
Cierta mañana mientras caminaba con mi esposa para encontrar un sitio donde desayunar, en Chichiriviche, vimos a una mujer de no más de 35 años, orinando detrás de un carro. Muy sonreída se alzó, se ajustó sus pantalones y dando pequeños saltos salió corriendo y se perdió entre el gentío que comenzaba a llenar las calles del pueblo.
Esa mala costumbre alcanza ahora la cúspide con las imágenes de la vedette Diosa Canales, quien se fotografió mientras orinaba en “campo abierto”. Para mayor descaro, hace unos días, mientras transitaba por la avenida Libertador de Barquisimeto, a pleno día, un anciano que no era pordiosero, al lado de un semáforo, se abrió la bragueta y orinó sin mayor rubor. También por esa misma avenida, justo en la intersección con la Rómulo Gallegos, existe un taller de gandolas y camiones que realiza su trabajo en plena vía. Toda una cuadra está saturada con estos vehículos.
La jardinería fue destruida por la acción del derrame de aceite, grasa, gasolina y otros líquidos, fluidos y gases de motores. Es un espectáculo de agresión contra el ciudadano y la ecología, lo mismo que ver orinar a esas personas lo es contra el decoro y las buenas costumbres en toda sociedad.
Pero si esto fuera poco, habría que ver cómo han sido "asaltadas" las esquinas de este país por saltimbanquis y maromeros, quienes echando fuego por la boca, tragándose espadas, lanzando pelotas al aire, pines y cintas de colores, mantienen en todos los semáforos de este país un circo ambulante, mientras otros venden pantaletas, pan sobao, accesorios para teléfonos celulares, tomates, pimentones, frutas, lotería, periódicos o extienden un cartelito o botellón de plástico, con alguna imagen de niña malnutrida o inválida, pidiendo limosna.
La anarquía también se observa como cosa "normal" en calles y avenidas, cuando los conductores de vehículos irrespetan las luces de los semáforos y demás señalizaciones de tránsito. Incluso, personas manejando con niños mientras pasan con la luz roja. En Venezuela el conductor tiene preferencia sobre el peatón. Mientras más grande y fuerte es el vehículo más riesgo existe que te atropellen cuando intentes cruzar una calle por la demarcación peatonal, que siempre está ocupada por vehículos.
Pero lo lamentable es presenciar, ya descaradamente, cómo los funcionarios imponen su autoridad mientras te descalifican, te ofenden y literalmente te "roban" mientras eres sancionado "bajándote de la mula". Los pocos funcionarios decentes deben bajar la cabeza y “hacerse los locos” mientras los raqueteros, en sus alcabalas de quince y último, completan su sueldo.
La vida cotidiana del ciudadano venezolano común y silvestre es una especie de juego de lotería. Vivimos con el alma en vilo haciendo zigzags para evitar ese numerito y tener que caer en manos de esa anarquía, bien gubernamental o de los energúmenos que pueblan esta sociedad donde se impone el más fuerte, el más vivo, quien posee influencias, dinero o simplemente tiene en sus alforjas una 9 milímetros.
Quien tiene dinero o influencia política, militar o económica posee licencia para hacer lo que tenga a bien saber y entender. Sino, observe el proceso que vivió la modelo "Rosita". O el hijo del general Motta Domínguez, o el hijo del gobernador del estado Bolívar.
La anarquía de todo tipo se promueve desde el gobierno del Estado, quizá por dejadez, por demagogia o por laxitud. Pero también la anarquía se observa en la familia y gran parte de los hogares venezolanos, cuando los adultos imponen a los niños y jóvenes como imagen, el ventajismo, la adulación, la viveza, la trampa, y demás actitudes negativas que fortalecen principios y valores contrarios a la ética y la moral ciudadanas.
De seguir en esta anarquía, terminaremos viviendo en una sociedad de cómplices, por acción u omisión, y también de "pranes y luceros" mientras misses, politiqueros, vedettes, vallenateros y reguetoneros, se encargan de amenizar la parranda y la rochela, sin importar la cifra de muertos que solo a los deudos y amigos duele.
No creo que todo sea responsabilidad del gobierno del Estado, que, obviamente, tiene un peso en la promoción y consolidación de un ciudadano moralmente sano y apto para vivir y convivir en libertad y democracia. La clave parece estar en la familia y educación. Ese hombre y mujer que anda por ahí dándose golpes de pecho mientras acecha en la oscuridad de su alma a quien pueda timar, tracalear o simplemente, realizar su negocio dónde sea y cómo sea, no importa si coloca su quincalla "mental" y física en media acera o en plena plaza Bolívar, o se la instala en la mente a su descendencia. Lo importante es él y solo él. Los demás, que vean cómo resuelven su vida.
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
miércoles, noviembre 07, 2012
La señora Etelvina
Cuando vivía en Maracaibo, allá por 1964, se hablaba siempre de cuentos extraños. Del pájaro “guaco” que cuando pasaba por encima de alguna casa y dejaba salir sus graznidos, de seguro alguien moría. Por eso siempre espantaban a la pobre ave.
Pero a la señora Etelvina eso no la alarmaba. Ella nos había alquilado la casa donde vivíamos, era una mujer tan gorda pero tan gorda, que cierta vez, cuando fue a cobrar la mensualidad, se le ocurrió entrar. Mi madre la ayudó a pasar, abriendo de par en par las dos alas de la puerta. Con cuidado se inclinó, se apoyó en el pórtico y dejó caer el robusto pie derecho sobre el escalón. Yo, siempre lejano de ese misterioso ser, observaba detrás de la cortina que daba a la cocina. Blanca, con sus anchos y cuadrados lentes de montura gruesa negra, sus ojos redondeados y grandes combinaban con su cuello y pecho de acentuados lunares negros.
Al poco tiempo decidió regresar. Apenas si probó el cafecito que mi madre le ofreció. –Es que tengo que atender un trabajito, fue lo que escuché. Pero la señora Etelvina se quedó atorada entre el escalón y la puerta. No podía subir. Mi madre la ayudaba mientras una de mis hermanas la empujaba por la espalda. Me llamaron. Con apenas 10 años, asmático, esquelético y asustadizo, me acerqué y ella alzó su brazo izquierdo. Juro por los clavos de Cristo que al ver semejante extremidad, cual jamón de navidad, pensé que no sobreviviría. La pobre mujer dejó caer su brazo sobre mi hombro derecho mientras mis manos sostenían apenas una ínfima porción de aquello que era por mucho, más pesado y ancho que toda mi humanidad. Al fin un señor que pasaba terminó de halarla y yo pude zafarme.
-Juancito, ven esta tarde a mi casa para que te toméis un juguito. Mi madre asintió mientras me quedaba sin habla. –No sea mal educado, muchacho. –Dígale que va. Asentí con la cabeza y ella complacida, tardó una eternidad –mientras me miró con esos redondos ojazos negros, que fueron para mí un tormento- en dar media vuelta.
Había escuchado a mi hermano Miguel comentar que en casa de la señora Etelvina ocurrían cosas raras. Ella vivía apenas al doblar la esquina. Frente a la plaza Coquivacoa. Era una casa con un frente lleno de árboles. Siempre con la puerta y ventanas cerradas. Una noche, cerca de las doce, mientras conversaban, ella lo interrumpió mientras miró fijamente un sofá vacío y exclamó: -Hermano, por qué se presenta así tan feo. No ve que tengo visita. Acto seguido, escuchó un ruido como de huesos, que se alejaban por el corredor. No dijo nada. Apenas si terminó de tomarse el café y decir, después de mucho tragar saliva, que se iba, que era tarde.
Pero a mí me salvó el asma. Esa noche me llenaron el pecho con “numotizine” y me acostaron temprano. El cuarto quedó oloroso a guayacol. Por la ventana veía parte del patio, las matas de coco y guanábana, también las ramas del mamón y el cotoperí, y más allá, la cerca que separaba el patio de la señora Etelvina. Escuché ruidos. Alaridos y balbuceos como de alguien endemoniado. Después un sonido de ramas…y ese olor intenso de tabaco crudo. Me fui en llanto. –Es que deben estar sacándole un espíritu que se le metió al hijo de la Chinca.
Los años han pasado. Una penumbra de recuerdos se amontona mientras las casas y los amplios patios llenos de matas y sombras, hace años dejaron de existir para dar espacio a una gran avenida en el sector de Nuevo Mundo.
Esta historia, como tantas otras, de espantos y aparecidos, es recurrente en nuestra cultura. Las hemos ido gradualmente incorporando a nuestros rasgos como sociedad y de tan cercanas, nos hacen vivir en una verosimilitud de situaciones que son parte de nuestras creencias. Hacen falta mientras acompañamos la madrugada de nuestros insomnios o en los velorios de pueblo.
Todos llevamos esa marca, esa exagerada metáfora que nos une secretamente a un mundo donde entramos silenciosos, cuando la lógica mundana descansa y de improviso nos asaltan los recuerdos.
Yo, sigo pensando en la señora Etelvina. La imagino sentada en su mecedora mientras habla con sus “hermanos” como buena espiritista que era. Serena. De voz segura y sentenciosa. De fina muñeca y con gruesos dedos que dejan ver en su mano izquierda, un delicado anillo de oro mientras se mece y en silencio observa ese otro mundo donde pueden ver sus grandes y negros ojos. Esa mujer especial que viene de un tiempo ido y que sin embargo, sigue vivo como esa vez que nos visitó y me provocó el asma.
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
viernes, noviembre 02, 2012
Santa Nefixa: patrona de las prostitutas
Hace ya varios años mi apreciado amigo, poeta y pintor, Néstor Rojas, me invitó a almorzar en el emblemático mercado La Carioca, en la Ciudad Bolívar de inicios del siglo XXI. Mientras degustábamos el tradicional aguaito guayanés con un jugo ‘e caña servido en frasco de mayonesa, Néstor me entregó un librito de carátula envejecida. –Ya no quiero seguir leyendo estas cosas. Me dijo en tono sentencioso y siguió con una retahíla de argumentaciones moralistas.
El libro era una joya de la picaresca universal y además, el poeta se estaba volviendo viejo. Fue mi expresión y nos pusimos a reír. Después miré el libro. Me sorprendió tener en mis manos “Los diálogos del divino Pedro Aretino, generalmente denominados Diálogos Putescos, ahora por primera vez puestos de la lengua toscana en castellano. Los traduce y anota D. Joaquín López de Barbadillo”. Todo eso aparecía en la portada de semejante obra. Una edición tomada del original, editada en Madrid, en 1914 y posteriormente publicada por Ramón Akal González, en 1978.
Mientras leía se me fueron amontonando los recuerdos. La Umbría italiana donde viví mis años postuniversitarios. La etrusca Perusa (Perugia), y la toscana Arezzo, donde el 20 de abril de 1492 nació el “divino” Pedro Aretino, “azote de príncipes”
Hijo de “carne de placer” entre una modelo de pobres pintores, cortesana de baja ralea y de un gentilhombre. El rostro de su madre, Tita, era el que aparecía representando a la mismísima Virgen María en la iglesia de Arezzo. Barbadillo así lo indica: “Durante mucho tiempo se vio su efigie sobre la portada de San Pedro de Arezzo, representando a la Virgen María, que recibía del arcángel Gabriel la Anunciación. Y varias veces Pedro, en sus escritos, se envaneció de que su propia madre, pobre y bella hembra de mil machos, hubiera sido al par madre de Dios, merced a los pinceles que hicieron de ella aquella santa copia”
Pedro Aretino creció en su pueblo natal, entre el abandono, la vagancia y la caridad de los parroquianos. Fue, además de limosnero, ladrón, y apenas con 16 años compuso su primer soneto contra la nobleza y el clero. Debió refugiarse en Perugia, y posteriormente lo vemos transitar por Roma y El Vaticano, junto a nobles, cardenales y el mismísimo papa Julio II. Como también por Venecia, entre palacios y palacetes, y donde en 1534 aparecen publicados sus “Ragionamenti”: Diálogos de la Enana y de la Antonia, habido en Roma, bajo una higuera. Compuesto por el divino Aretino, por su capricho, para corrección de los tres estados de las mujeres. Dos años más tarde, aparecería la segunda parte: Diálogo del señor Pedro Aretino, en el cual la Enana el primer día enseña a la Pippa, su hija, a ser puta; en el segundo le cuenta las truhanerías que hacen los hombres a las mezquinas que les creen, y en el tercero y último la Enana y la Pippa, sentadas en el huerto, oyen a la Comadre y la Nodriza, que hablan de la alcahuetería.
En el libro hay una narración, más bien breve, sobre una doncella hija de nobles, quien ejerció la prostitución de una curiosa manera: salía al caer la tarde por las calles solitarias y los puentes de la Serenísima Venecia, ofreciendo su cuerpo a los mendigos y limosneros.
Nefixa era ella. Aparece también citada como Nefisa o Nefissa (Ne-fissa: lat. “sin fisura, sin raja o rajadura”) en obras de autores, como La lozana andaluza, de Francisco Delicado; Cárcel de amor, de Diego San Pedro; Descripción de África, de León el Africano (Giovanni Leone di Medici); Una historia madrileña, de Pedro García Moltalvo.
Con apenas 12 años a Nefixa se la veía sentada “in ponte Sixto” “sin pompa ni atavío”. Tanto fue su entrega a los pobres y desamparados hombres en la lagunar Venecia, que el pueblo pronto la vio con fervorosa pasión y comenzó a hablar de la joven misericordiosa que daba su cuerpo a los mendigos.
A su prematura muerte Nefixa fue elevada a los altares y su hazaña alcanzó los pasillos del Vaticano, donde nadie puso impedimento para que le prendieran velas. Era llamada la Virgen, la Santa de las Prostitutas, de las meretrices y de las cortesanas.
Siguiendo la jerarquía prostibularia romana clásica (Delicatae, Famosae, Lupae, Noctilucae, Copae, Fornicatrici, Forariae, Bustuariae, y Prostibulae) a Nefixa se la ubicó en el santoral pero por muy poco tiempo. Tuvo su vigencia como patrona de cortesanas y prostitutas de baja ralea, como María de Majdala (llamada también Magdalena), Librada o Afra.
Pero quizá la moralidad vaticana o el advenimiento de nuevas santas, llevaron a Nefixa a descender de los altares y caer en el olvido.
Por su parte, Pedro Aretino, quien se burló de santos y no tan santos, recibió a su muerte, en 1557, su epitafio: “Aquí yace Aretino, que, cuando vivía, de todos habló mal. Tan solo de Dios no lo hizo. Y al preguntársele por qué, se excusó con decir: Porque no le conozco”
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
miércoles, octubre 24, 2012
Fue en una larga noche que se juntó ya con el amanecer cuando nos cerraron el bar y no quisieron seguir sirviéndonos más güisqui. Era en Ciudad Bolívar. Horas antes, habíamos instalado el Congreso sobre Literatura venezolana Hoy. Corría el año 1995. A ese bar de mala muerte habíamos ido a parar después de recorrer varios escenarios etílicos.
Cuatro alegres enamorados de la palabra fuimos a juntarnos por obra y gracia del destino en la otrora Nueva Guayana de la Angostura del Orinoco, fundada hacia 1764. Denzil Romero, Nestor Rojas, Manuel Bermúdez y quien esto escribe rememoramos recuerdos de piratas, corsarios y filibusteros mientras escuchábamos a Felipe Pirela y Javier Solís.
En la Ciudad Bolívar republicana existe un barrio llamado Perro Seco. Barrio antiguo. Fundado allá por la época de los primeros años de la secular ciudad, junto con el parque El Zanjón. Manuel nació en un barrio de nombre similar aunque de mayor prosapia, Laguna de Perro Seco, en la parte sur de San Fernando de Apure.
Ahora, después que el tiempo acentúa la melancolía en sus lejanías y los alcoholes se evaporan y aclaran las farras, vienen de nuevo las imágenes de esos instantes. Esa palabra del maestro de la semiótica que fue Manuel Bermúdez. Discípulo de Umberto Eco y mejor aprendiz de la picaresca burdeliana de su barrio natal.
Su palabra estaba asociada a la academia superior de la vida. Esa palabra universal que se hace carne mientras sientes cómo resplandece en la tertulia de la cotidiana manera de acentuar una pedagogía soportada en el malandraje de lo mucho sabido y vivido. Porque Manuel fue docto en el conocimiento interior de la palabra. En sus claves de signos y símbolos.
Los dos compadres eran eruditos y a la vez aprendices. Denzil defendía el dibujo descriptivo de su Manuelita, que había sido premiado, elogiado y a la vez retado por historiadores pacatos y moralistas. Yo le indicaba la manera un tanto fácil de llenar páginas con sinónimos y adjetivaciones vanas. –Es cierto, me confesó. Pero Manuel proseguía en sus memorias sobre los personajes que en todo pueblo existen. Esos letrados de la oralidad que pernoctan en las plazas, al borde de una acera o que se hacen prescindibles por estar siempre vagando en el espacio abierto del barrio.
La voz llaneraza de Manuel se hace eco en mi memoria mientras releo su último escrito, Enciclopedia rústica de personajes insignificantes de Apure, editado por la Universidad Pedagógica, en 2005. Quizá ahí se condensa su pensamiento y su palabra tan cercana a la oralidad. Es un texto construido en el mejor linaje de las obras maestras de la picaresca universal, como Pietro Aretino y sus Diálogos de cortesanas, y Sonetos lujuriosos, en la Venecia del siglo XVI.
En su Enciclopedia… Manuel se dedica a describir de manera pormenorizada, a los personajes de sus días cuando Perro seco, y San Fernando de Apure eran su patria, su escenario por donde desfilaban forasteros, relojeros, prostitutas y salteadores. También el mono sexista Pancho y “Cachito Cachumba” el cantor florido de Gardel.
Pero también Manuel orientó a una generación de estudiantes sobre los códigos lingüísticos y el real saber y entender la lengua española, mientras fue maestro de escuela, profesor de secundaria, docente universitario e investigador. Sus libros Tradición y mestizaje, dos ensayos de aproximación, 1974; Cecilio Acosta, un signo de su tiempo, 1984; La ficción narrativa en radio y televisión, 1984; Escaneo semiológico sobre textos literarios, 2000, así como sus artículos periodísticos son una propuesta para la comprensión de la cultura venezolana sobre la base de los nuevos paradigmas en la comunicación.
Alguna vez, mientras estudiaba en el emblemático liceo Andrés Bello, en la Caracas de inicios de los ‘70s vi entrar a la nostálgica librería El gusano de luz, a unos extraños personajes, mientras junto con mis amigos de curso nos divertíamos en los bancos del Parque Carabobo. Después supe que a esa tertulia iban don Julio Garmendia, -a quien vi de lejos, Oscar Sambrano Urdaneta, Domingo Miliani, Orlando Araujo… y también Manuel Bermúdez. Ahora sé que nada ocurre por casualidad. Las coordenadas se entrecruzaron en la Angostura de Guayana y siguieron después en Puerto Ordaz y Caracas, donde escuché por última vez su voz en el celular. –Ya no salgo por las noches, camará. Me dijo mientras se quejaba de achaques corporales y tanta inseguridad. –Volveremos a conversar, Juan. Fueron sus palabras de despedida. Solo salía a ocuparse de sus lecturas como secretario de la Academia de la lengua.
Quizá la tristeza por la ausencia del compadre ido, quizá tanta palabra ruin y blasfemada en boca de políticos y libretistas telenoveleros de pacotilla agotaron la mirada de este amoroso y universal hombre de barrio, de eso que tanto tuvo y ofreció: el don humilde y sabio de la palabra.
(*) camilodeais@hotmail.com / @camilodeasis
martes, octubre 16, 2012
Ese oculto lugar
Antes de las elecciones escuché a muchas personas indicar que si perdía su candidato se irían pa´l car.... Tanto de un bando como del otro. Razones sobran para ello. Cada quien expresaba sus dudas, sus temores, sus recelos. Amaneció y leyendo por los medios cibernéticos encuentro otra gente que escribe que se va, que ya es imposible seguir viviendo en este país de ineptos, de truhanes, de limosneros, y pare usted de contar.
Particularmente, yo, antes de irme para ese lugar desconocido, pasé por mi biblioteca y busqué en el diccionario y también fui a ver qué había por la Internet. Confieso que después de leer la definición del término y ver el lugar, prefiero quedarme donde estoy. Ya no tengo salud para escalar ese lugar ni tampoco estómago para soportarlo.
Pero muchos quieren irse para ese lugar. Es que, metafóricamente hablando, ese “espejo” que desde el gobierno del Estado se muestra es demasiado crudo y real para aceptarlo. Ese es el reflejo de un mundo oculto, quizá donde ciertamente queda ese lugar.
Son las pasiones humanas. Las maldiciones de la insanía humana de un tipo de venezolano que aún no alcanza la estatura de la civilidad para llamarse ciudadano. Rechazamos en el Otro-diferente todo aquello que ocultamos en nosotros mismos.
Les cuento. Semanas antes de las elecciones fui con mi esposa a Puerto Ordaz, ese sitio de aguas dulces y cielos abiertos de encantadores amaneceres. Después de muchos meses sin ocupar el apartamento, y por obra y gracia de Corpoelec, la nevera se había dañado. Total, que llamamos al técnico quien vino con su ayudante. Mientras ellos hacían su trabajo mi esposa los mareaba con el discurso de “Hay un camino”. Observaba esa escena entre cables chamuscados, un técnico con su vozarrón de acartonado locutor, y un ayudante impasible quien solo escuchaba.
Entre argumentaciones para sumar adeptos a la causa opositora, mi esposa y el técnico discernían en domésticas caracterizaciones del elector venezolano. Luis, el técnico, con proverbial razonamiento, indicaba que no veía salida. Su visión era cruda y realista. –Sabe, señora Liliana, yo voy a Vista al Sol todos los días, el barrio más grande de Venezuela. Por televisión una vez pasaron un documental y decían que era el barrio más grande de Latinoamérica. –No sé. Yo tal vez vote por ese señor “Caprile Radonki” (sic)…pero en Vista al Sol lo que se oye es puro “Chiave” (sic).
Pero la clave la dio el ayudante. –Yo quería votar por ese señor. -La otra vez había una gente en la redoma de Chilemex repartiendo propaganda y franelas. Agarré y paré mi “fiita” y me fui a que me dieran una… pero la muchacha cuando me vio me volteó la cara y prefirió dársela a un sifrinito.
Esa, entre otras, son razones que explican, no tanto la victoria del candidato-presidente, como ese lugar donde muchos están o quieren irse. Es ese lugar donde desean meter la cabeza, como el avestruz, para no ver el lugar que grano a grano de arena hemos hecho y que es un inmenso desierto donde salen espantos de medianoche.
Ese lugar es, lo vuelvo a indicar metafóricamente, el sitio inhóspito que nos negamos a reconocer como parte de nuestra propia hechura. No creo que con escapar, esconder la cabeza ni maldecir, salgamos (-el término apropiado sería “superemos”) de este síndrome, esta marginalidad mental presente en el cuerpo social venezolano.
Yo no me iré para ese lugar. Me quedo. En todo caso, me tomaré “un carajillo”. Podré morir de un balazo, una puñalada trapera, metido en una cuneta o por un hueco en carretera de madrugada. Pero ni meto la cabeza en el hoyo ni huyo. Aquí me quedo. Haciendo lo único que sé hacer: leer y escribir para que otros me lean y saber con exactitud que los cambios únicamente se obtienen después de un inmenso, sobrehumano esfuerzo, donde el estudio, el trabajo y la solidaridad con el prójimo, sea rojo, azul, blanco o desteñido, den los frutos de una victoria rotunda y definitiva: superar la marginalidad mental.
Mientras eso ocurre, los pobre, los desamparados venezolanos de siempre, sean chavistas o caprilistas, siguen sin ser atendidos en sus necesidades básicas. Gente buena, honorable, deseosa de ofrecer sus experiencias de vida para construir una sociedad de oportunidades.
Mientras sigamos “culpando al Otro-diferente” por nuestras miserias, seguiremos recibiendo las migajas de un padre-presidente castigador.
Hoy todos estamos más unidos que nunca contra la inseguridad porque compartimos la violencia con más de 150 mil muertos. El pueblo “chavista” es tan nuestro como el pueblo “caprilista”. Todos sufrimos este tiempo tormentoso de horrores y dramas. Pero cuando un líder se está adormeciendo otro nace para seguir adelante. El país de la sonrisa infinita jamás claudicará.
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
sábado, octubre 06, 2012
Elecciones interactivas
Me interesan las elecciones venezolanas, entre otras cosas, porque los medios interactivos van a estar usados, no tanto por periodistas certificados y calificados, sino por anónimos ciudadanos quienes se convertirán en activos reporteros para cubrir un evento que tiene como una de sus metas, incorporar al mayor número de electores.
Van a ser estos usuarios de las redes sociales, bien por Twitter, a través de Facebook, por las mensajerías internas de los celulares, entre otros instrumentos cibernéticos, quienes mantendrán, más que las revistas, periódicos, radio y televisión, la información instantánea de lo que suceda en cada rincón de este país.
Veremos sin duda alguna, cómo a través de imágenes, videos y comentarios, se irán perfilando las opiniones que en su verificación darán lugar a hechos comprobados en el transcurso de los minutos. Y es ahí, en el tiempo de lo instantáneo donde los medios interactivos les llevan la delantera a los medios audiovisuales clásicos. Sobre todo en quienes están al frente de ellos, que no tienen por qué restringir sus comentarios ni la información que envían. Esa es otra ventaja de estos medios modernos.
Progresivamente los ciudadanos vamos teniendo consciencia del poder de penetración y persuasión que tienen estos novísimos instrumentos de comunicación. La única regulación está en cada uno de nosotros. Por tanto, son nuestros principios, valores y sentido común agrupados en eso llamado moral y ética cívica, lo que regule nuestra información.
Usando los medios interactivos todo usuario se convierte en un esporádico comunicador social.
No creo que en la población se pueda hablar de perdedores. Todos vamos a ganar porque siempre que el Estado accede y permite al ciudadano su derecho al acto de votar, es una reafirmación de la libertad y la democracia.
Más allá de elegir a un nuevo presidente o de ratificar a otro, se profundiza en la memoria democrática del venezolano que solo y únicamente somos nosotros, con nuestro voto, quienes quitamos o ponemos a los responsables de dirigir nuestros asuntos político-administrativos del Estado.
La idea trasnochada de las cachuchas militares como solución a las crisis sociopolíticas ya pasó de moda y está desde hace años en desuso. Es relativamente fácil vivir en un régimen militar-dictatorial. Lo difícil es la vida democrática, donde la rigurosidad de la Ley y la Educación, como guías supremas del Estado, son asunto serio donde solo las mujeres y hombres virtuosos, con valores y principios marcados por la solidaridad, el estudio y el trabajo dignos, son la única garantía para construir una sociedad de seres real y verdaderamente humanizados.
Los ciudadanos venezolanos tenemos el privilegio, que no muchas otras sociedades, de asistir a unas elecciones marcadas por la transparencia que ofrece una institución creada únicamente para servir de árbitro entre quienes se disputan las preferencias del elector. Por lo tanto, y después de más de 50 años de existencia, suponemos que sus integrantes, sobremanera ingenieros, estadísticos, técnicos, personal administrativo y de servicio, tienen una amplia experiencia en la actividad eleccionaria.
Y como dicen por las calles y esquinas de esta Tierra de Gracia; si votas tienes derecho a reclamar a tus representantes. Pero si te abstienes, no te quejes después. Tu voto es tu derecho a tener presencia y hacerte visible para vivir y convivir en una sociedad de iguales, donde tu participación tiene protagonismo y es tomada en cuenta. Así estarás construyendo una sociedad rigurosamente democrática. Es decir; marcada por principios morales y actos éticos de convivencia social.
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
Gallo tapao
Tengo familiares, amigos y conocidos quienes a estas alturas aún tienen dudas sobre por quién votarán. Uno de ellos, otrora chavista declarado y confeso, me dijo que posiblemente votará por el candidato opositor… pero que sigue siendo chavista. Otro más, quien trabaja en una emblemática empresa del Estado y debe “analizar” la entrada de nuevo empleados, se mantiene en silencio y su mirada, cada vez que nos encontramos, es de sentido de culpa por lo que hace. Otros más, siguen siendo chavistas por no “dar el brazo a torcer” y aceptar que fueron estafados.
Pero hay otros, que en sus reflexiones dejan entrever un cierto resentimiento a los anteriores gobiernos. Resentimiento social, político, familiar y hasta académico. Es que fueron golpeados, tanto física como moralmente por los llamados partidos del Status y no quieren saber absolutamente nada de ellos.
Creo que en principio todos ellos, en sus particularidades, tienen razón. En lo personal fui testigo, siendo un niño de apenas 8-10 años, de las madrugadas cuando la policía política (Digepol) sin orden de allanamiento, llegaba a la casa y sometía a mi madre, mis hermanas y mi padre, a vejaciones, empujones y golpes, además de destrozar absolutamente todo lo que a su paso encontraban. Los únicos que se salvaban eran nuestros libros, que envolvíamos en bolsas plásticas y enterrábamos en el patio.
Pero no puedo seguir con ese peso moral pues entonces seguiría también odiando a los españoles por haber descubierto, conquistado y colonizado esta Tierra de Gracia donde habito. Es una operación mental, psicológica y espiritual que se necesita para salir de esta ratonera, este círculo vicioso que parece no tener fin. Culpando a otros, con o sin razón, no solucionaremos jamás el terrible drama social, y sobremanera, moral y ético que vive la sociedad venezolana en la actualidad.
Estas líneas también van dirigidas a esas personas a quienes despectivamente han estado llamando NINIs (sugiero la lectura de mi artículo, Entre NINIs te veas http://www.papelesagua.blogspot.com/2010/08/entre-ni-nis-te-veas.html ) En ese escrito manifiesto la necesidad de respetar las ideas del Otro-diferente. Quizá ese venezolano que transita las calles, avenidas y esquinas de nuestro país, tiene mucho más que aportar que los políticos de pacotilla, los saltatalanqueras y los pícaros oportunistas que embaucan a tanto ciudadano que de buena fe, depositan su confianza en algún candidato, sea para presidente, gobernador o alcalde.
La herramienta, la clave, la llave para lograr un camino hacia nuevas maneras de relacionarnos los ciudadanos con el Estado, la tenemos en nuestras manos. Es el voto. Muchos lo han abiertamente mostrado. Pero hay una población que mantiene su voto como “gallo tapao”. Sea por miedo, por seguridad, por vocación y sentido de responsabilidad política, o por mantener a los políticos comiendo en la palma de la mano. Esa inmensa población será la que marque la diferencia y decida las elecciones. Ese es el grupo más críticamente radicalizado y que no está con candidato alguno y menos con partido o grupo político. Para nosotros primero esta el país y los más desamparados. Negamos solidaridades automáticas a cualquier candidato, y si decidimos votar por alguno de ellos, siempre será con reservas. No votaremos nulo ni nos abstendremos. Será un voto reflexionado y crítico. Sabemos que es posible que esta podredumbre política seguirá un tiempo. Tiempo que tiene sus días contados siempre y cuando se establezca un sistema educativo riguroso, pedagógicamente orientado a la responsabilidad individual y colectiva, y con un sistema de justicia que sancione y corrija a tiempo.
El ciudadano venezolano tiene mucho que ganar en estas elecciones, sea de oposición o del oficialismo. Y este gobierno, como los anteriores, será sorprendido por eso que se llama el voto castigo. Lo ejercerán, tanto los opositores como muchos oficialistas y psuvistas, quienes a gritos claman por un cambio, sea de la imagen sempiterna de un caudillo que ya nada tiene que ofrecer, salvo arengas cuartelarias y llamadas telefónicas de medianoche, como la renovación de los cuadros medios e intermedios y de la cúpula cogollera de una quebradiza y fracturada organización que debe ser renovada para sobrevivir a las elecciones de gobernadores.
No les pido a mis familiares, amigos y conocidos que se vayan del chavismo. Por el contrario, sabiendo de sus capacidades, de su honorabilidad y su vocación de servicio comunitario, deberían mantenerse para empujar ese portaaviones a puerto seguro, remendarlo en buen astillero y ponerlo a reflotar con un nuevo capitán. La tripulación siempre es gente buena y solidaria, salvo buena parte de sus oficiales quienes han desviado la brújula. Ahora es el tiempo de cobrar doble: votar por un cambio y un nuevo presidente, y botar a la dirigencia impúdica, troglodita, autoritaria, militarista y chabacana, quienes se lucraron a costa de unos venezolanos que dieron varias veces su apoyo a una camarilla de “derechistas capitalistas” que tienen sus ahorros en dólares fuera del país.
Los conquistadores españoles ya pasaron. Las reliquias políticas que aún quedan apenas si hacen sombra en el nuevo escenario político nacional. La visión socializadora del gobierno del Estado que marcó esta transición, sea por populismo o por demagogia, no podrá ser suplantada ni arrebatada a la ciudadanía. Tenemos que hacer peso para que esa visión, traducida en seguridad personal, alimentaria, educativa, así como un verdadero compromiso social del empresariado, conformen un equipo donde siempre sea el país la prioridad. Primero los venezolanos, segundo los venezolanos, tercero los venezolanos, y después los demás.
También puede leerse este artículo, en:
http://www.eluniversal.com/opinion/121004/gallo-tapao / @ElUniversal
http://www.lapatilla.com/site/2012/10/02/juann-guerrero/ @lapatilla
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/9920399.asp / @analitica
http://www.aporrea.org/actualidad/a151382.html / @aporrea
http://www.noticiasvenezolanas.com.ve/index.php/26207/juan-guerrero-gallo-tapao/ @combonoticias
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
martes, octubre 02, 2012
La edad de la inocencia
En política la ingenuidad no existe. Y si por alguna extraña razón existe un político ingenuo, es un verdadero peligro.
Lo que está planteado en la actual refriega política venezolana es la definitiva sustitución de un tipo de liderazgo, caracterizado por la presencia de un misionero que busca eternizarse en el poder, en contraposición con otro que acentúa su liderazgo en el trabajo colectivo y la gerencia en equipo.
La imagen de un líder todopoderoso que se transformó en predicador y por tanto, desvió su discurso hasta hacerlo en la actualidad oferta hueca y trasnochada para liberar al mundo y el universo, ya no despierta emociones ni estremece corazones.
Pareciera que los ciudadanos buscan acercarse y apostar por líderes políticos que sean pragmáticos y solucionen los problemas concretos de las comunidades. Por lo tanto, pensar en políticos que buscan despertar interés más allá de propuestas articuladas en generalidades, como el interés sobre las armas nucleares, la salvación de la especie humana, la carencia de agua en el Medioriente, la pesca indiscriminada de focas, elefantes y hasta el deshielo de la Antártica, son temas tan alejados de las realidades tangibles del venezolano actual, que se ven hasta ridículos frente a situaciones tan dramáticas, como la inseguridad, la falta de vivienda, el desempleo, la subalimentación. Hechos diarios y que rozan, penetran y desgarran la piel del venezolano, de cualquier sector político, económico, militar o social.
Hemos vivido enamorados de discursos colmados por sueños truncados, gran parte de ellos irrealizables o falsos proyectos para embaucar al ciudadano y obtener votos. Recuerdo aquel presidente que ofreció construir un puente desde Chacopata, en tierra firme, hasta Porlamar, en Margarita.
Las ciudades, caseríos y pueblos de este país se llenaron de obras a medio terminar. Por ello se hizo “norma” que se inauguraran obras por fases o etapas. Esta práctica ha traído como consecuencia que en la mentalidad de tantos políticos, líderes y dirigentes de partidos, exista una memoria fragmentada, fracturada y a medio terminar. Son políticos de pacotilla. Acostumbrados a entorpecer el crecimiento de las comunidades y descalificar a sus líderes naturales. Esa pequeñez humana es la proyección de un país que en la actualidad no posee grandeza para actos donde la idea de monumentalidad se encarne en obras palpables.
Cansa, agota y asfixia la retórica de un presidente que ha despreciado a una ciudadanía, y de ella a los más desamparados social y económicamente. Esos ciudadanos ahora le demuestran, moral y éticamente, que están muy por encima de sus ambiciones y prácticas demagógicas.
Es evidente el proceso de degradación, por abuso de imagen y discurso, que lo presentaba al principio como el individuo orientador, aglutinador, de líder que escuchaba y atendía a sus seguidores, para quedar ahora como el hombre mediático. Presente en la pantalla de televisión, manipulando un discurso que trata de imponer a destiempo y a contracorriente de la historia.
Los ciudadanos venezolanos merecemos vivir y convivir en una sociedad donde los políticos se dediquen a hacer su trabajo y dejen espacio para que los verdaderos y necesarios profesionales, mujeres y hombres, estén al frente de las instituciones del Estado.
La ingenuidad, por falta de formación y práctica cívica, en un político, se convierte en desastre cuando está al frente del gobierno del Estado. Esto es evidente y notorio en la actualidad. Confundir la sociedad venezolana con un cuartel, donde la voz de mando es acatada por otros quienes a su vez y de manera pública, le llaman comandante-presidente, anteponiendo la visión militar sobre la civil; es una afrenta a la condición humana, por decir lo menos.
Considero que los ciudadanos, por principio ético y moral, no debemos extender solidaridad automática a absolutamente ningún político. En todo caso, dar respaldo, siempre con reservas, y hasta votar, por quien se esfuerza durante años y viene trabajando desde abajo, desde las comunidades, probándose en puestos de trabajo obtenidos por voto popular, en alcaldías, gobernaciones hasta buscar ocupar la presidencia de este país.
Veo en estos días a una sociedad que paulatinamente se desenamoró de un militar que se metió a político y quiso administrar la hacienda pública como la cantina de un cuartel.
La ciudadanía que quiere y busca prosperar aceptó el guiño de un joven político, formado en la visión del trabajo en equipo, que ha sabido gerenciar con amplitud e inclusión, y sobre todo, que escucha, y le robó su Rosalinda.
También puede leerse este artículo, en:
http://www.eluniversal.com/opinion/120927/la-edad-de-la-inocencia @ElUniversal
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(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
sábado, septiembre 22, 2012
Adiós, pues, Bolívar
En el imaginario del venezolano los referentes más antiguos de su memoria colectiva están anclados en las fechas patrias, con el 19 de abril de 1810 como inicio de una historia oficial que ha sido recreada hasta la saciedad a través de un lenguaje grotescamente tamizado por los oráculos de martirios y sacrificios de hombres que ofrecieron sus vidas para darnos independencia y libertad.
No del todo errada esta afirmación. Sin embargo, resulta curioso cómo el centro de esa historia viene siempre cubierta y enlazada con la impronta Simón Bolívar. No parece existir, ni antes ni después, nada más importante que ese nombre y esa figura.
No estamos negando los aportes que este venezolano egregio y solidario dio a la causa libertaria nacional y continental. Pero existen momentos en la historia de los pueblos, donde es preciso pensar en el pasado más remoto para poder situarnos en el presente y construir nuestro futuro con cierto margen de originalidad y aventura.
Antes, en la historia oral de nuestra cultura existió un padre fundador. Amaliwaká le llamaron. Dio a los hombres de esta tierra progreso y bienestar. El nacimiento de una estirpe y un linaje de hombres y mujeres quienes iniciaron la historia mítico-simbólica de nuestra cultura. Esa memoria quedó plasmada en las rocas altas. Allá, por el sitio de la Encaramada, donde el Orinoco es ancho mar y la selva todavía esconde misterios. Humboldt encontró las siluetas de una escritura que hablaba de antiguos descendientes.
Trascendencia y vigencia para nuestra cultura también la aportó el imperio español con el representante de dios en la tierra. Rey, amo y señor de un imperio donde nunca declinaba el sol. Esa larga historia de nuestra etapa medieval se vivió en lo que llamamos descubrimiento, conquista y colonización de cuanto espacio era avistado por hombres aventureros que se apoderaron de un supuesto Nuevo Mundo. Hoy sabemos que esa memoria cultural, esencialmente oral, tiene una historia, una huella de más de 12.500 años.
Tres siglos marcaron la memoria colonial donde fueron apareciendo otros nombres: Bartolomé De Las Casas, Pedro de Aguado, Pedro Simón, Juan de Castellanos, Oviedo y Baños, Antonio Navarrete, entre otros, que configuraron un pensamiento que permitió comprender ese tiempo y ese espacio llamado, ya no Tierra de Gracia sino Venezuela, quizá derivada de Venezziola o Veneciula (Venezuela= Agua grande).
En modo alguno la historia, y menos la historia cultural venezolana, comienza y termina con Simón Bolívar. Ya han existido, y probablemente existirán, otros hombres con otros aportes. Trascendentales para su tiempo.
Seguir funcionando la sociedad venezolana, sus ciudadanos, con un solo y único nombre, es motivo para alarmarnos. La historia de las sociedades la construyen siempre, anónimos hombres y mujeres. Que haya existido un Simón Bolívar o un Sebastián Francisco de Miranda o un Páez, Sucre, Bello, Rodríguez, Bóves, Sor María Josefa de los Ángeles, Lino Gallardo. O en tiempos posteriores; Vargas, Villavicencio, Guzmán Blanco, Teresa de la Parra, Teresa Carreño, Gómez, Medina Angarita, y un largo etcétera, son nombres que representan la aspiración de una sociedad que deja en ellos cumplir sus anhelos, caprichos o sueños. Habrá que meter en esta lista a este presidente, llamado Hugo Chávez. Nos guste o no, es y será parte de nuestra cultura, de nuestra sangre y nuestra carne.
Generalmente, cuando no se tiene una sólida consciencia cultural expresada en lenguaje reposado y reflexivo, se recurre a una retórica hueca donde la voz ciudadana, esa del respeto al Otro-diferente, se sustituye por voz de mando que impone por momentos, un discurso donde pareciera que no hay más ser trascendente que dios, el rey y el héroe.
Ya es tiempo de entender que la humanidad y las sociedades son hechura del trabajo diario y constante de intrascendentes momentos. Tenemos que dejar tranquilos a los padres fundadores de nuestra cultura y nuestra historia y saber que ellos vivieron su tiempo y dieron su aporte. A veces trágico, a veces dantesco, a veces alegre. Todos andamos por la vida buscando nuestro propio rostro. Este, el de este tiempo. Este momento único e irrepetible que nos pertenece.
También puede leerse este artículo, en:
http://www.eluniversal.com/opinion/120920/adios-pues-bolivar @ElUniversal
http://www.noticierodigital.com/2012/09/adios-pues-bolivar/ @NDtitulares
http://www.aporrea.org/actualidad/a150521.html @aporrea
http://www.lapatilla.com/site/2012/09/19/juan-guerrero-adios-pues-bolivar/ @lapatilla
http://iberoamerica.net/venezuela/prensa-generalista/lapatilla.com/20120919/noticia.html?id=t674RUX @iberoamerica
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
sábado, septiembre 15, 2012
El beneficico de la duda
Todas las mañanas mi esposa me pregunta por quién votaré en estas elecciones presidenciales. Mi respuesta, hasta ahora, ha sido la misma: -Esperemos al 20 de septiembre y te respondo. -Por qué, me riposta. -Es que los venezolanos siempre dejamos para última hora las decisiones más apremiantes, le respondo. Y en mi caso, porque espero conocer mejor las propuestas de ambos candidatos. Ella dice estar clara y votará por el candidato opositor.
Independientemente de la decisión que tome sé que los cambios en nuestro país serán lentos, a contracorriente y en parte, insuficientes. Eso lo sé por saber que la verdadera transformación está en las mentes, en primer término, de los políticos de este país y no en las grandes mayorías de ciudadanos eternamente olvidados por los gobiernos, sean democráticos o dictatoriales.
No es verdad que en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, por comentar la última bota militarista, se encontraba la población nacional en mejores condiciones socioeconómicas ni menos políticas. Para quienes tengan aún alguna duda, les recomiendo el documental del cineasta-historiador, Carlos Oteyza Tiempos de dictadura. Los índices de pobreza, subalimentación y educación eran muy bajos y contrastaban con las monumentales edificaciones y la aparente modernidad que se apreciaba en carreteras y edificaciones.
Después la apertura democrática aceleró ese olvido hasta aparecer en los índices y registros de instituciones honorables, como Fundacredesa, la dramática realidad de una población que aceleró su proceso de empobrecimiento hasta niveles escandalosos. Se habla de cerca del 80% de pobreza y del 48% de pobreza absoluta, en la década de 1980-1990.
Este panorama, grosso modo, conformó un descontento que se generalizó hasta hacerse cuerpo en un personaje que nucleó esa insatisfacción y protagonizó la más notable y aplastante derrota a un sistema de gobierno despótico, pícaro y corrupto, que de demócrata solo le quedaba el nombre.
Para noviembre de 1998 escribí un artículo Un asalto al cielo (en http://papelesagua.blogspot.com/2012/09/un-asalto-al-cielo.html), donde argumentaba la necesidad de un cambio en la dirección del gobierno del Estado. Indicaba que, aunque no apoyaba al candidato opositor Hugo Chávez Frías, este representaba la esperanza de millones de venezolanos hartos de tanto maltrato y menosprecio durante 50 años de gobiernos caracterizados por una hegemonía política donde era imposible realizar cambios y mejoras para los más desposeídos. Esa población, mayoritaria, aparecía registrada en los bajos índices, por ejemplo, de alimentación, empleo, procesos de lectura y escritura, que situaban al país como uno de los más atrasados en Latinoamérica. Lo pude apreciar mientras realizaba mi investigación de maestría en escuelas públicas del estado Bolívar, donde los índices de lecturabilidad eran de los más bajos en países en vías de industrialización.
Todo ese maltrato a la población con menos posibilidades socioeconómicas y alimentarias venía complementado con una franca y planificada embestida represiva de los cuerpos de seguridad del Estado (Disip-Dim).
La esperanza de millones de venezolanos fue puesta en la figura de ese militar quien se atrevió a retar a un gobierno con sus dirigentes cansados, engorilados de poder y en franco proceso de deterioro moral y ético. Así las cosas han pasado cerca de 14 años y de esa esperanza queda apenas la tímida apertura de un rostro de un desconocido ciudadano que ha sido usado para perpetuar aún más la miseria y el abandono por igual, de niños, ancianos, indígenas, entre los más despreciados y olvidados.
Nada, absolutamente nada justifica que continúe ese abandono de más de 50 años sobre la población venezolana. Ya es imposible seguirle creyendo a un continuador de las políticas de miseria y corrupción instalado en el país en el pasado y que siguen en el presente. Es inadmisible seguir pensando que un continuador de las políticas de expoliación a los ciudadanos siga gobernando usando estrategias demagógicas de humanismo, socialismo y apertura democrática. Es cínico, inmoral y corrupto este presidente lo mismo que los últimos 5 gobernantes que lo antecedieron.
Es falso que haya existido algún cambio en la actitud del Estado con respecto a la atención del ciudadano. La existencia de un aparato represor, como lo fue la siniestra Seguridad Nacional (SN) en la época de Pérez Jiménez, siguió intacta en los gobiernos democráticos, solo que cambió de nombre para llamarse Digepol y después Disip. Ahora le dicen Dibise. Solo por mencionar un aspecto de las miles de semejanzas con un gobierno dictatorial, militarista y autoritario.
No creo que una sustitución de presidente, por sí mismo, cambie la actitud del Estado represor y corrupto frente al ciudadano. Es siempre un largo, tortuoso y difícil camino de educación, trabajo y participación solidaria, entre el Estado y los ciudadanos, la garantía primera y última que nos hará realmente libres y aptos para vivir y convivir en una sociedad democrática.
También puede leerse este artículo, en:
http://www.eluniversal.com/opinion/120913/el-beneficio-de-la-duda @ElUniversal
http://www.6topoder.com/2012/09/12/el-beneficio-de-la-duda-el-arma-clave-que-sentenciara-el-7-o-opinion/ @6toPoder
http://www.lapatilla.com/site/2012/09/12/juan-guerrero-el-beneficio-de-la-duda/ @lapatilla
http://noticiasvenezuela.org/?p=122400 @NoticiasVenezue
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
martes, septiembre 11, 2012
Un asalto al cielo (*)
Un partido político es una pasión organizada. JG
En el siglo XIX Carlos Marx fue testigo de los acontecimientos que ocurrían en la Comuna de París, asediada por las turbas hambrientas y los poderes de un Estado absolutista que no reconocía el derecho de los ciudadanos a vivir con dignidad, salvo quienes ocupaban puestos de poder en la sociedad.
Aunque sabía que esa sublevación popular tenía un futuro marcado por la fugacidad del momento y que irremediablemente estaba condenada al fracaso, por no tener organicidad de consciencia “para sí”, esto es; para sus intereses de clase, este “asalto al cielo” merecía el mayor apoyo de su parte. Por ello Marx fue solidario con esta justa aspiración del pueblo francés a vivir con dignidad y tener la legitimidad de rebelarse contra el poder del Estado que no les protegía sus más elementales derechos humanos.
Contrariamente a lo que el común de las personas aprecia en sus concepciones teóricas sobre lo que aportó al conocimiento: el estudio científico de la sociedad, sus leyes internas y sus necesarios cambios para alcanzar una sociedad más humana, solidaria y justa, Marx dio al conocimiento universal aquellas leyes sociales que permiten conocer por qué los grupos humanos tienen necesidad de cambios permanentes, no solo materiales sino fundamentalmente espirituales.
Lo que posteriormente fue conocido como sociedades socialistas, comunistas y anarquistas, ha sido una tergiversación de unos postulados que fueron expuestos después de múltiples períodos de reflexión y búsqueda objetiva de explicaciones a las leyes sociales. Tanto así, que Marx vivió en carne propia la muerte de alguno de sus hijos de hambre, antes de encontrarse con su más entrañable colaborador, Federico Engels.
Han sido los intérpretes de sus ideas quienes, tergiversando sus conocimientos aplicados al materialismo histórico y la dialéctica materialista, intentaron construir un mundo a fuerza de venganza, odio y sometimiento a pueblos que decían proteger y representar. Lenin, Stalin y Mao se destacan en la búsqueda errada de una sociedad sin clases sociales ni poder supremo del Estado.
Han pasado muchos años desde que Marx y Engels elaboraron una doctrina para interpretar las leyes sociales y generar cambios significativos para la felicidad del hombre, sin embargo, al igual que todos los verdaderos maestros, sus enseñanzas todavía están muy lejos de comprenderse y menos de aplicarse.
Hoy continúan los mismos ricos y los mismos pobres. Quizá más tecnificados los primeros: usando sofisticados sistemas de persuasión para mantenerse en el poder del Estado. Acentuando los sistemas de control social, como la educación, la religión y el militarismo; mientras los segundos se hacen ilusiones creyendo en imágenes y mimetizándose a través de la fácil distribución de una aparente riqueza que llega con la suerte de la lotería y casi nunca por el esfuerzo honrado y digno del trabajo sistemático.
El estudio de la sociedad enfocado por Marx no es una filosofía ni una religión ni menos aún, un recetario para aplicarlo indiscriminadamente de sociedad en sociedad por igual. Es una actitud ética ante la vida, un modo de vida enfocado a lo que hoy conocemos como “ética ecológica” de la vida en comunidad. Por ello la educación, desde un principio, debe cambiar hacia una “educación para la paz” y la religión hacia una manera de religiosidad ante la vida, un nuevo hombre que se fortalece paralelamente mientras experimenta cambios significativos en su proceso técnico, tecnológico y científico que derrumba de manera coherente, lógica y objetiva, las calamidades y supersticiones de atraso intelectual, espiritual y psicológico en los seres humanos.
Salvo Dios y los maestros místicos perfectos, el resto del común de los mortales somos una “causalidad” en la vida de las sociedades. Sin embargo las necesidades, tanto materiales como espirituales que subyacen en nosotros, buscan superar las condiciones de vida y es allí donde surgen en la historia de la humanidad los líderes, quienes encarnan esas aspiraciones de cambios.
Toda nuestra historia está marcada por esos personajes quienes identificándose con las necesidades de sus pueblos, dirigieron sus pasos hasta alcanzar niveles más dignos de vida.
Nuestra historia venezolana está llena de esos personajes. Aplicando una de las categorías del materialismo dialéctico, “necesidad-causalidad”, en el siglo XIX existía la necesidad de liberarse de la dominación del imperio español. Había una cantidad significativa de personajes que aspiraban liderar ese cambio. Miranda era uno de ellos. El “loco” Antonio Nicolás Briceño era otro. Quizá era el más cercano a ese liderazgo. Sin embargo apareció una figura que se impuso, Simón Bolívar, una causalidad. Sus dotes como orador, estratega político y militar, e iniciado esotérico completaron posteriormente sus cualidades de liderazgo. Pero como se ve, pudo ser Miranda, quien era más preparado intelectual y experimentado militarmente.
Esto nos dice que los seres humanos somos causalidades, pasajeros y que en ciertas etapas de la historia de las sociedades, algunos encarnan las aspiraciones de una colectividad y devienen líderes. Pero esta condición debe verse más como un compromiso altamente ético y moral y no como un premio para dejar de hacer lo que los miembros de una sociedad desean cambiar.
Todo ser humano y toda colectividad que ha sido sometida injustamente a un período de sufrimiento, de vejaciones, cuando sus mínimas condiciones de vida, como alimentación, sanidad, seguridad y educación son permanentemente insatisfechas, aún cuando se esfuerza el individuo en su trabajo diario y perseverante para salir adelante; está vivencialmente apto para liberarse de esa situación y tiene legítima autoridad ética para no seguir soportando ni reconociendo a quien o quienes le sojuzgan, sean grupos o partidos políticos organizados o el mismo Estado. Además, debe entenderse que el Estado, como entidad superior en la vida de los pueblos, no es una entidad absolutista ni menos estática ni mucho menos inmutable. El Estado es un cuerpo social que debe cambiar y adecuarse a las necesidades de los miembros de una sociedad. Su partida de nacimiento, la Constitución, es un “contrato social” que se redacta para adecuarse a la vida de los pueblos.
Por eso es tan importante comprender que las sociedades organizadas son la razón de ser de la existencia de los estados y las constituciones y no lo contrario. No existe Estado ni Constitución sin seres humanos. No verlo así es creer que los estados son reinos eternos y las constituciones tablas y mandamientos inmutables y estáticos.
En Venezuela se está proponiendo, desde hace ya bastante tiempo, un cambio en nuestra Carta Magna que permita la existencia legítima de un Estado adaptado a las reales necesidades de sus habitantes. Parece ya inevitable que esos cambios se realicen. Es impostergable que ello ocurra. La dinámica social interna es apremiante. La problemática socioeconómica, educativa y sanitaria lo imponen, y sobre todo el quiebre de la moral del Estado y su ausencia de ética en los líderes, exigen transformaciones profundas más allá de una simpleza de una coyuntura electoral, con discursos marcadamente elementales, salvo las propuestas surgidas de un líder, en este caso Hugo Chávez Frías, quien encarna, en la categoría dialéctica de necesidad-causalidad, las esperanzas de un colectivo social.
No estamos apadrinando apoyo alguno a esta candidatura ni preconizamos solidaridades automáticas a sus propuestas. Sin embargo, consideramos que es justo reflexionar las propuestas de discusión que plantea este ex militar, más allá de las pasiones que pueda despertar, tanto de seguidores como de aquellos que de manera casi infantil e ingenua, llaman “comunistoide” a este líder. La realidad nos está diciendo que la interpretación dialéctica al camino que está abriendo este líder venezolano, impone una discusión desapasionada sobre nuevas bases filosóficas, ideológicas y políticas, sean estas de nuestro interés o no, que permitan esclarecer la visión oculta de un país que se está desvaneciendo de las manos de quienes aún quisieran manipularlo.
Ese país y ese Estado desarrollado a partir de la última Constitución nacional ya hace muchos años dejó de existir para más del 80% de una población que en la actualidad está en pobreza, mientras de ese porcentaje, 48% se encuentra en la más absoluta miseria. Y aquellos que representamos de alguna manera el 5% de la llamada “Intelligentzia”, integralmente alfabetizada, y podemos ver un poco más allá de lo trascendente de este momento, tenemos el deber moral, ético y pedagógico de exigir, al menos con nuestra palabra escrita, una justicia equitativa para nuestros semejantes, quienes hoy más que nunca nos piden orientación y que no nos parcialicemos cómodamente para que el Estado venezolano y sus líderes sigan iguales o en el mejor de los casos, cambien para que todo siga igual.
Inevitablemente la historia siempre nos ha demostrado, dolorosamente, que los cambios sociales verdaderos se dan de manera irregular, poco organizados. Y en muchos momentos de manera sangrienta. Ejemplos los encontramos en la Guerra civil norteamericana o la última Guerra Mundial europea.
Pero siempre saldrá de la crisis la claridad para acercarnos cada vez más al hombre bueno que todos queremos ser, viviendo en una nación que se parezca a nuestros sueños de justicia y libertad y con un Estado que respete la condición humana de todos sus ciudadanos.
camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
P.S. Este artículo fue publicado originalmente el sábado 28 de noviembre de 1998, en el diario Correo del Caroní de Puerto Ordaz.
viernes, septiembre 07, 2012
Civilidad
Uno de los rasgos que define a una sociedad es su apego a los valores, principios y virtudes practicadas y heredadas como consecuencia del ejercicio de su libertad. Y es la vida la esencia de ese destino compartido lo que nos define como enraizados a una comunidad.
La práctica de los valores llevados a la enseñanza pedagógica perpetúa al ciudadano y lo fortalece en sus creencias y sus actos como ser humano. Eso es lo que llamamos la memoria cívica del hombre.
Esa práctica es un proceso de construcción individual y colectiva que se obtiene en la vocación de servicio y trabajo comunitario. Por eso, en estos años cuando estamos empeñados en buscar nuevos horizontes para lograr cambios significativos nuestra esperanza la depositamos en el Otro. Aquel candidato en quien depositamos nuestros deseos por una sociedad mejor, renovada y donde prive la civilidad y la decencia.
Olvidamos que gran parte de la responsabilidad está, tanto en ese aspirante a la primera magistratura nacional como en nosotros. Creemos falsamente que la responsabilidad social es un asunto ajeno a nosotros, que solo es competencia de personas, sean presidentes, gobernadores, alcaldes o concejales.
Ciertamente que estos han sido elegidos para ejercer un cargo y por tanto, depositamos en ellos nuestra confianza. Así pensamos que hemos cumplido con nuestra responsabilidad social.
Pero olvidamos que la civilidad, la construcción de ciudadanía adquieren los rasgos que nosotros le dibujamos. Y por estos años no son precisamente aquellos de virtuosismo y nobleza. Muy por el contrario somos una sociedad decadente en su memoria cívica. Sumamente atrasada en su práctica educativa para la construcción y fortalecimiento de su ética y moral sociales. Una sociedad agresiva, peligrosamente enferma de poder y con quiebres y fracturas en su defensa de la vida, lo más sagrado en una sociedad.
Seamos honestos y reconozcamos que el venezolano actual es un ser moralmente débil. Éticamente ambiguo en sus actos cotidianos. Todos, absolutamente todos los venezolanos en la actualidad estamos riesgosamente propensos a caer en actos de corrupción o a corromper al semejante.
Hemos caído en los abismos de eso llamado “depravación social” bien porque lo propiciamos bien porque silenciosamente somos permisivos. Nuestra frágil memoria de la historia de la civilidad nacional nos castiga siendo apenas pisatarios de una tierra que desconocemos en su vida ancestral, en su hechura mítico-simbólica, en su tradición y su orgullo por sus prohombres.
Despreciamos a nuestro semejante cuando lo tenemos frente a nosotros y le sabemos con posibles deficiencias intelectuales, físicas o económicas. Pensamos falsamente que poseer bienes materiales es sinónimo de ciudadanía y persona importante. Hemos confundido la riqueza material con los dones de la decencia y la dignidad humanas. Creemos que el poder político, militar y económico es superior a la formación intelectual, académica y espiritual.
Entendamos de una vez que la vida fácil, esta de valores y principios acomodaticios, de fracturas morales y nula ética son los rasgos que caracterizan a una sociedad decadente y donde los regímenes neo dictatoriales, caracterizados por el autoritarismo y la militarización de las instituciones, hacen su aparición y se perpetúan en tanto los individuos disfrutan de una aparente libertad (¿libertinaje?), siempre y cuando no pienses ni reflexiones críticamente y además, donde todos tus actos cotidianos deban tener un valor monetario, sea para tramitar una constancia de residencia sea para sobrevivir en una cárcel.
Finalmente, la civilidad posee su lenguaje, su voz. Reflexiva, armoniosa y acompasada en la plenitud de una actitud en sus mujeres y hombres que se acompañan en solidaridades criticas. Esto contrasta con el lenguaje autoritario y militarista, aquel de una misma y única voz que ordena, grita y ofende la dignidad humana.
También puede leerse este artículo, en:
http://www.eluniversal.com/opinion/120906/civilidad @ElUniversal
http://www.lapatilla.com/site/2012/09/06/juan-guerrero-civilidad/ @lapatilla
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sábado, septiembre 01, 2012
Comisarios culturales
Conversando con mi dilecta amiga, escritora y ensayista, Milagros Mata Gil, alcanzamos a tratar un tema todavía tabú en el medio cultural venezolano de estos tiempos. No deseo increpar ni hacer señalamientos sobre individualidades, solo indicar la triste y dolorosa situación de flojera intelectual, posiciones acomodaticias y nula solidaridad humana de quienes están al frente de los asuntos culturales oficiales en el régimen autoritario y militarista venezolano.
Es triste apreciar por estos días la manera como algunos intelectuales han optado por el silencio (¿cómplice?), en quienes después de varios años de apoyo al régimen hoy se cuidan de aparecer públicamente.
No criticamos sus posturas políticas ni adhesiones automáticas a las líneas culturales selectivas y discriminatorias. Pero sí es deber ciudadano denunciar la cacería de brujas que desde hace tiempo se ejerce sobre artistas, escritores y cultores, de manera abierta o solapada.
La odiosa y discriminatoria mal llamada Lista Tascón (-ordenada ejecutar por el presidente de la república en carta al otrora presidente del CNE, Dr. Carrasquero) es muestra de lo que afirmamos. Hoy sigue vigente en todas las instituciones del Estado.
En el pasado los regímenes de la Alemania nazi, la extinta Unión Soviética, como también las dictaduras de Franco, de Pinochet o en la Argentina de los generales, persiguieron a miles de artistas, escritores y científicos. Casos como el asesinato de García Lorca, por solo nombrar uno de ellos, son actos que no debemos permitir que ocurran.
Triste es el caso del venezolano Humberto Fernández Morán, científico señalado de ser colaboracionista del régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez.
La lista de intelectuales colaboracionistas o comisarios perseguidores, delatores es extensa como también extensa es la de aquellos quienes fueron torturados, murieron o fueron encarcelados o sufrieron destierros, dentro o fuera de sus países. Caso dramático el de Alexander Solzhenitsyn y como lo detalla en su obra Archipiélago Gulag. También el del venezolano José Rafael Pocaterra y su Memoria de un venezolano de la decadencia.
Los actos de los comisarios colaboracionistas y defensores a ultranza de regímenes dictatoriales, totalitarios, autoritarios y militaristas son una odiosa afrenta a la dignidad humana y a la actividad intelectual y artística.
Esos intelectuales, la inmensa mayoría, han sido olvidados por los ciudadanos. Ese ha sido el precio que han debido pagar por callar y voltear la mirada ante la acción genocida y decadente de gobiernos inescrupulosos, corruptos y pícaros. Han preferido estar cerca del Poder para optar a cargos donde se dedicaron a delatar a sus semejantes, a sus amigos y conocidos para lograr prerrogativas y sentirse privilegiados.
Hoy, cuando los ciudadanos venezolanos más necesitan de sus pensadores, de sus intelectuales, de sus artistas, para encontrar orientación en la búsqueda de nuevos horizontes de bienestar y claridad a sus dudas existenciales, el gobierno del Estado mantiene una cuidadosa y bien aceitada maquinaria de intelectuales tarifados, bien manteniéndolos en oficinas gubernamentales, bien acomodados en cargos diplomáticos o en instituciones culturales, para que otorguen al régimen imagen de apertura sobre una crítica cultural que no moleste demasiado al estamento autoritario y militarista del gobierno. Que no sea demasiado altisonante y menos ofenda la acomodaticia y maltrecha estética de la postmodernidad chavista.
Los hay contratados por horas, como Noam Chomsky, para que declare a favor del gobierno y aparezca en periódicos. Otros vienen de paseo turístico para engalanar foros o congresos, como Galeano y sus “venas abiertas” para recibir dólares petroleros. O los oportunistas europeos que después comentan con sus cercanos, en París o Madrid, sobre lo “marginales que son estos venezolanos tercermundistas” en el gobierno.
A algunos escritores se les retiró la ayuda económica por no haber declarado a favor del régimen autoritario y militarista. Otros han sido execrados y reducidos al ostracismo por sus posiciones críticas frente a la política propagandística y uso de los medios culturales para promover al gobierno.
Pensar el país críticamente es necesario e indispensable para comprender la problemática general por la que atraviesa nuestra sociedad. Pensar críticamente siempre será un ejercicio delicado y riesgoso cuando en el gobierno del Estado existen comisarios culturales autoritarios y militaristas. Y fundamentalmente, cuando estos gobernantes proceden de un pensamiento marginal y han estado durante años modelando una mentalidad autoritaria, militarista y resentida, social y políticamente.
También puede leer este artículo, en:
http://www.eluniversal.com/opinion/120830/comisarios-culturales @ElUniversal
http://www.lapatilla.com/site/2012/08/30/juan-guerrero-comisarios-culturales/ @lapatilla
http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/8680724.asp @analitica
http://www.aporrea.org/tiburon/a149271.html @aporrea
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sábado, agosto 25, 2012
Propuestas culturales
Por estos días el tema de la cultura ha tomado inusual importancia en los espacios de la oposición. Sea por la coyuntura de elecciones o por necesidad de sobrevivencia de quienes hacen vida en sus contornos. Lo cierto es que hablar de cultura por estos días resulta un ejercicio un poco extraño frente a tanta circunstancia terrible y dramática que acecha a los venezolanos.
Sin embargo, quienes hemos hecho parte de nuestras vidas entre el arte y la literatura y la cultura en general, no podemos obviar un tema tan esencial para la construcción de ciudadanía.
Parte de quienes piensan el Hecho cultural venezolano han estado adelantando una propuesta nacional sobre tan delicado tema, a partir de las experiencias que en cada una de las regiones aportan artistas, cultores, artesanos, escritores, entre otros hacedores culturales.
Consideramos que en principio este asunto ha sido colocado en su justa dimensión frente a las demás áreas sociales que deben ser revisadas.
La actividad cultural es un tema que debe ser atendido por quienes conocen de ella y además, comporta en su ejecución la participación de profesionales del área, quienes deben proceder a partir de la aplicación de la normativa existente, comenzando por la visión que ofrece la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Por otra parte, es justo considerar la participación de los principales centros del saber, como son las universidades republicanas, autónomas, democráticas y públicas. En ellas se encuentra una amplia experiencia en el denominado Núcleo de Directores de Cultura y Extensión como centro asesor de la Política Cultural del Estado venezolano.
Muy bien pudiera considerarse esta asesoría entre quienes desean trazar las líneas estratégicas de una actividad cultural inclusiva en nuestro país.
Desde hace más de 30 años la actividad cultural en Venezuela ha sido un ejercicio centralizado por los diferentes gobiernos en detrimento de las realidades culturales en las diferentes regiones. No cabe duda que esta visión, ya desgastada, debe ser superada por una política que en la práctica permita la participación de los estados en la elaboración de un verdadero Plan Cultural donde todas las regiones puedan realizar sus hechos culturales sin mayores restricciones y con el reconocimiento y apoyo de un nuevo gobierno del Estado.
Esta nueva visión debería considerar una red cultural donde se planifique, ejecute y supervise la actividad cultural con la estructuración de los llamados Consejos Estadales de Cultura. Ellos estarían circunscritos a ejecutar la actividad cultural en cada estado.
Por otra parte, también podrían establecerse los Consejos Municipales de Cultura para focalizar la realización de la experiencia en la fuente natural de todo hecho cultural: las comunidades, sean estas urbanas, rurales o indígenas.
Consideramos también que es un deber de Estado aumentar el porcentaje del presupuesto nacional para un nuevo Plan Cultural. Además de permitir, definitivamente, estableciendo para ello leyes y normas, la inclusión de la empresa privada como entes activos en la promoción de la cultura. Debemos entender que la actividad cultural es un asunto “rentable”. Y esta rentabilidad acaso supone entenderla en tres vertientes: Una rentabilidad de tipo académico; toda vez que necesita de un proceso de formación, capacitación y actualización de quienes participan en ella. Rentabilidad social; en la ejecución de planes y programas que beneficien a las comunidades, para dar prestigio y reconocimiento a las personas y organismos involucrados. Y una rentabilidad de tipo estrictamente económico; aquellos programas que una vez ejecutados, se revierten en beneficio monetario como ingresos propios a instituciones o personas.
Son por ejemplo, congresos, simposios, talleres, ferias, donde una gran cantidad de personas y organismos logran beneficios: hoteles, restaurantes, líneas aéreas, pequeños comerciantes, redes de supermercados, imprentas, medios de comunicación, museos, teatros, cines, entre otros, donde se demuestra que el desarrollo cultural es una actividad altamente rentable. Ciertamente y ya se ha estudiado desde hace bastante tiempo, que por cada bolívar invertido en la cultura, hay un beneficio de 1,5 en la inversión.
La Política Nacional de Cultura que un nuevo gobierno adelante debería considerar también establecer en cada estado una Emisora Cultural. Es la vía más expedita para promocionar la cultura de cada región.
Además, reactivar las imprentas estadales con la renovación y ampliación de las llamadas ediciones de la Biblioteca de Temas y Autores (de cada estado). Con ello se reafirma la memoria literaria, histórica y del folclor en cada región.
Finalmente consideramos que es necesario establecer en cada capital de estado una Coordinación Regional de Lectura para promocionar una actividad tan trascendental para el fortalecimiento de la identidad cultural en una sociedad realmente inclusiva y que fomente la convivencia ciudadana.
También puede leerse, en:
http://www.eluniversal.com/opinion/120823/propuestas-culturales @ElUniversal
http://www.lapatilla.com/site/2012/08/22/juan-guerrero-propuestas-culturales/ @lapatilla
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
viernes, agosto 17, 2012
Lectura y libertad
Venezuela fue el primer país de América Latina y uno de los primeros en el mundo que diseñó una Política de Estado en materia de Lectura y Escritura, a comienzos de los años setenta. Consecuencia de ello se estructuró una Comisión Nacional de Lectura (Fundalectura) que estableció en cada capital de estado una comisión regional.
Esto permitió fijar criterios únicos para impulsar la promoción de la lectura y escritura desde los primeros niveles de la Educación, logrando que la actividad se municipalizara y llegara a todos los rincones de la geografía nacional.
Además, la Universidad de Los Andes fue la primera institución universitaria en Latinoamérica en diseñar una maestría para especializar personal en tan delicada actividad.
El desarrollo de esta Política de Estado permitió incorporar la mayor cantidad de las universidades públicas, autónomas y democráticas, como entes académicos, en el diseño, investigación, edición y promoción de los procesos de lectura y escritura. De esta manera, fueron incorporados al Plan Nacional de Lectura y Escritura gran cantidad de especialistas de las mejores universidades venezolanas, quienes participamos como asesores académicos ofreciendo nuestros conocimientos a las maestras en servicio de las escuelas nacionales, regionales y municipales.
El Estado venezolano asumió los procesos de lectura como de fundamental importancia y los incorporó como actividades obligatorias a lo largo de todo el eje curricular del sistema educativo nacional. Esto se evidenció principalmente, en las primeras etapas de la Educación Básica.
Las actividades llevadas a cabo por especialistas y maestras dedicadas a los programas de promoción de la lectura y escritura, permitieron incorporar a un gran número de cultores, artistas y escritores venezolanos.
Programas como el sistema nacional de Cajas Viajeras, donde se seleccionaron pedagógicamente obras de cuentistas y poetas nacionales y de la literatura universal, colocaron en manos de niños y jóvenes, en sectores urbanos, rurales e indígenas, cientos de miles de títulos de cuentos y poemas, gran parte de ellos presentados por sus propios autores.
Encuentros, talleres, festivales, foros, entre otros eventos, fueron estructurados para incentivar, de manera planificada y sistematizada, una labor que es de vital importancia en la formación de un ciudadano capaz de saber vivir y convivir en una sociedad democrática y solidaria.
Ya para fines de los años ochenta y comienzo de los noventa, se iniciaban las orientaciones pedagógicas para establecer el denominado currículo regional. Esto es, permitir dentro del currículo nacional, un 20% para dar a conocer la geografía, historia, literatura, entre otras, de las regiones.
Indicamos esto en razón de solicitar, públicamente, pueda volverse a considerar a los procesos de lectura y escritura como de esencial importancia en el fortalecimiento de los valores y la construcción de ciudadanía. Entendiendo que para ello debe el Estado venezolano ratificar su Política de Lectura como de obligatoriedad para todo el sistema nacional de la Educación.
Ojalá pudiéramos establecer los antiguos “lectorados” que alguna vez existieron en las aulas y salones de liceos y hasta universidades nacionales.
De esta manera haríamos de la niñez y juventud de este país hombres y mujeres útiles a sí mismos y a sus semejantes, y por consiguiente, ciudadanos aptos para saber coexistir en una sociedad verdaderamente democrática y libre.
También puede leerse, en:
http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/5009648.asp @analitica
http://www.lapatilla.com/site/2012/08/15/juan-guerrero-lectura-y-libertad/ @lapatilla
http://www.eluniversal.com/opinion/120816/lectura-y-libertad @ElUniversal
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
jueves, agosto 09, 2012
Visión integral de la cultura
El desarrollo cultural ha pasado por diferentes etapas a lo largo de estos últimos tiempos. Resulta de interés indicar que en sus primeros años la actividad cultural era el resultado de una acción del Estado que la entendía como elemento decorativo que devino en los denominados “actos culturales”.
Tristemente esta pobre concepción pervivió a lo largo de casi toda la etapa dictatorial y primeros años de la denominada democracia representativa. Solo en la primera etapa de los años sesenta se comienza a considerar al desarrollo cultural como acontecer de un conocimiento que exige al hacedor ciertas condiciones para esta actividad.
Con la creación del antiguo Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA) se accederá a considerar la actividad cultural como sistema integrado que resulta de un principio fundamental: el desarrollo integral de la consciencia cultural de los pueblos.
Ese instituto desarrolló toda una estrategia que permitió al Estado venezolano hacerse de una fuente documental para trazar una Política cultural que generó estrategias para su accionar en todas las regiones de la geografía cultural venezolana.
Sin embargo, y aunque fue un adelanto en lo referente a planificación y administración cultural, así como en los denominados comisionados culturales, las concepciones que soportaron dicho instituto todavía estaban alejadas de la realidad. De allí su visión con una concepción centralista de la actividad cultural que poco incidía para que las regiones pudieran, de manera directa y coherente, expresar sus hechos culturales.
La transformación del Inciba en el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) y posteriormente en el Ministerio de la Cultura, son consecuencia de estrategias mucho más amplias y de criterios más depurados, que en mucho responden a los lineamientos que en materia de desarrollo cultural integral adelantó la UNESCO en los años setenta. Esto es, la visión del desarrollo cultural desde una concepción integral de la actividad del hombre.
Concepción esta fortalecida en las décadas posteriores. Autores como Ander Egg, A. Tinoco, Guédez, entre otros, diferencian entre desarrollo cultural integral, acción cultural, promoción cultural, desarrollo sociocultural, y animación cultural. Esta última, si bien resulta de todo un acontecer de las anteriores, soportado por investigaciones, planificación y procesos gerenciales, no es siempre lo más importante.
Incluso enfatizar solo en la animación cultural en sí misma, a la larga deviene esterilidad del hacer cultural. Esto porque tiende a desligarse de su fuente primigenia: las comunidades.
Es desde las comunidades organizadas donde el moderno desarrollo cultural encuentra su razón profunda que permite darle sentido real y justifica su existencia.
Animación cultural implica presentación de espectáculos y grupos como acción de promoción de ellos mismos y de quienes los promueven. Véase acá el riesgoso, peligroso sesgo en la animación y promoción cultural por sí misma. Esto por la injerencia de personajes y entes extraños a la vida cultural.
Hablamos acá de partidos y grupos políticos, y de entes gubernamentales, como ministerios, gobernaciones y alcaldías, que tienden a utilizar la actividad cultural solo para promocionarse.
Por ello las instituciones internacionales, como la Unesco, indican que en las próximas décadas el desarrollo cultural debe entenderse como el resultado de acciones integradas, como la Educación (Promoción de la lectura y escritura), el Deporte, el Turismo, e integrado a un contexto social específico con sentido ecológico, donde la visión de realidades éticas y estéticas fortalezcan la memoria cultural en la construcción de ciudadanía.
Por todo lo anterior, seguimos insistiendo en considerar al desarrollo cultural como actividad básica del hombre que, junto con el desarrollo educativo y deportivo, sirvan para afianzar la memoria de la cultura nacional en los ciudadanos.
Los procesos gerenciales, con visión holística y sistémica, son importantes y aceleran la adecuación para estructurar una Política Nacional de Cultura, indispensable en toda sociedad moderna. Esta política debe ser columna vertebral y articularse junto con políticas regionales, municipales y locales.
En definitiva son los cambios actitudinales, entre quienes gerencian la actividad cultural (personas), quienes contribuirán a transformar la condición de minusvalía cultural de las instituciones culturales de nuestro país.
Bueno sería instrumentar los consejos estadales, municipales y locales de cultura, como estructuras político-administrativas organizadas que permitan el acceso definitivo de las comunidades urbanas, rurales e indígenas (triple realidad cultural) a la rentabilidad cultural (académica, social y monetaria). Con una Política Cultural de Estado construiríamos en corto tiempo una sociedad y un gobierno de Estado que se fundamenta en principios ético-estéticos para fortalece la identidad cultural.
También puede leerse este artículo, en:
http://www.eluniversal.com/opinion/120809/vision-integral-de-la-cultura @eluniversal
http://www.lapatilla.com/site/2012/08/07/juan-guerrero-vision-integral-de-la-cultura/ @lapatilla
http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/5601179.asp @analitica
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis