viernes, junio 24, 2011
El sentido ético del lenguaje
Desde hace siglos hemos sabido que todos los textos antiguos han hecho referencia a la palabra como iniciadora de la vida. Desde el Libro de los muertos, egipcio; el Chilam Balam, de la cultura maya, hasta la Biblia, indican al “verbo” como instrumento de creación, iniciador de la corriente de la vida. A través del lenguaje el hombre se hizo tal y se reconoció en su ser. De esta manera afirmamos que los seres humanos existimos esencialmente en el lenguaje. Somos seres lingüísticos. Lo que somos y seremos está circunscrito a la esencia, a la ontología del lenguaje. Lenguaje es certidumbre de ser.
En este sentido se entiende que la realidad del lenguaje es el hombre mismo. De ello se desprende la coherencia entre pensar, hablar y hacer como esencias que determinan el estado ético (ethos). Lenguaje es en esencia acción que determina la existencia del pensamiento y de la realidad misma. Esta existe a través del lenguaje y también en cuanto tal. El devenir del lenguaje está íntimamente vinculado a la naturaleza humana. Por ello podemos entender que los actos de habla son manifestaciones de una misma y única esencia que se encuentra en la intimidad misma del ser. Hablamos porque tenemos necesidad de existir, manifestar nuestro interés de vida. Esa es la intencionalidad que está presente en todo acto comunicativo.
Más allá del desencadenamiento de la secuencia discursiva está presente el sentido subversivo del lenguaje. Este es por naturaleza una realidad cambiante, transformadora y reveladora de estados de existencia múltiples. La sola enunciación de una secuencia grafémica desencadena una riqueza energética que causa una reacción en quien la recibe. De allí que las palabras golpean, estremecen nuestro ser hasta cambiarnos, transformarnos. La posibilidad de perpetuar ese estremecimiento inicial depende del individuo y sus palabras.
Hablar entonces es una experiencia siempre única y cambiante. Previo a su decodificación, a su traducción semántica se encuentra el estado del disfrute, el goce de enunciar, de sentir cómo las palabras emergen del fondo de nuestro ser como incandescencias que nutren y muestran lo que somos: una infinita inaccesibilidad, esencias libres que jamás podrán ser aprisionadas. Puede el hombre en lo individual ser apresado, encerrado; su ser, su esencia primigenia como realidad lingüística serán siempre inaprehensibles. Y esto es mejor que sea así, de lo contrario caeríamos en la fatalidad, en el extravío existencial que preludia la desaparición del ser. No olvidemos que existimos porque fuimos nombrados, categorizados como especie que pudo, a través del lenguaje, traspasar la barrera de la elementalidad y construir, a partir de la ideación, aspiraciones de vida, utopías señaladas por el lenguaje.
En estos tiempos terribles, catastróficamente agramaticales y cuasi apofánticos, sólo el lenguaje nos proporciona la certidumbre de una existencia más allá de lo doméstico donde la sencillez de la vida se comparte entre los escasos seres que aún, después de siglos y edades, continuamos compartiendo entre diálogos y monólogos, ese sabor y saber de pronunciar la realidad de una encantadora palabra.
Finalmente es menester indicar que todo acto comunicativo tiene un interés, una razón político-idealógica y filosófica, razón por la que el hacer discursivo del hombre discurre entre una comunicación estratégica, perlocutiva y una aspiración de comunicación ético-argumentativa.
En ese borde, en ese quiebre ético se encuentran los políticos, los hacedores de la economía, los practicantes de los cultos, y también los uniformados de la milicia y los herederos del “catre” (catedráticos).
(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis
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domingo, junio 19, 2011
Educación marginal
Por los años ’80 escuché una información que venía de Italia. Era sobre un asesinato en una universidad del sur, creo que en la Universidad de Messina. Un estudiante había sido inculpado por la muerte de un profesor. El joven confesó que lo había matado porque el docente se negó a colocarle una nota aprobatoria. Fue todo un escándalo y movió la raíz de la decencia de la sociedad italiana hasta lograr que el Estado, a través del sistema judicial, bajo la consigna de “Mani Pulite” (manos limpias), controlara las mafias y saneara el sistema educativo universitario.
Indicamos esto por unos comentarios escuchados en estos días a varias docentes universitarias quienes me han confesado sus vivencias en la universidad. Una de ellas tiene en su sección a un estudiante, que al decir de sus compañeros, está siendo buscado por la policía. Esto es; un malandro que se le ocurrió inscribirse en la universidad. Pero la particularidad de esto es que quiere pasar todas las materias sin ir a clases. Le comentó a la profesora que estaba repitiendo esa materia y estaba molesto con la anterior profesora quien, como prueba para ver si lo aprobaba, lo puso a leer en voz alta una página de un libro…y no pudo hacerlo. La policía lo va a buscar pero como no pueden entrar, lo esperan a ver si sale. Él se queda hasta bien entrada la noche, esperando que los policías se cansen y se vayan. Las cosas andan así por casi todos los centros universitarios del país. A otro docente lo tienen amenazado de muerte. Estos dos casos se presentan en la sede de la Universidad Nacional Experimental de Guayana, en Ciudad Bolívar. Los estudiantes malandros introducen armas de fuego en morrales. De esto han sido testigos, no sólo docentes, también estudiantes y personal administrativo. Hace meses asesinaron a la hermana de una jueza en esa ciudad, por error. Debían matar a la jueza. Varios indicios indican que uno de los involucrados estudiaba en la Uneg. También está el triste caso de una docente del núcleo de la Universidad de Oriente, en San Félix, quien se negó a aprobar a un estudiante. Por venganza varios individuos, entre ellos el mismo estudiante, se introdujeron en su casa, amordazaron a sus hijos y cuando ésta entró, la golpearon y violaron frente a sus hijos, y después, se llevaron todo su mobiliario. La profesora debió renunciar y se fue de la ciudad. Otro caso fue la destrucción de la casa del profesor universitario, de la Universidad Nacional Experimental Antonio José de Sucre, sede Barquisimeto, donde unos supuestos estudiantes, a mandarriazo limpio, acabaron con esa edificación. A la fecha no hay detenidos ni inculpados ni menos procesados por este delito. En otras universidades, como son: Universidad Pedagógica Libertador, sede Maturín; Universidad de Oriente, núcleos Sucre, Puerto La Cruz y Maturín; Universidad Francisco de Miranda, entre un largo etcétera, se está haciendo “normal” los asaltos a las aulas, laboratorios, canchas deportivas y espacios culturales, donde los malandros se introducen y roban, tanto a los estudiantes como al docente. Igual ocurre en los estacionamientos, donde se roban y desvalijan vehículos.
No estaríamos en contra de la educación del malandro que quiera adjurar de su condición y dedicarse a la vida universitaria. Es que quieren, a lo mero macho, y por la violencia, de palabra y de hecho, su título académico. Alertamos además, sobre esto: usando una estrategia de violencia verbal, en varias universidades ciertos estudiantes han accedido al liderazgo político. Se está observando que en estos escenarios algunos de ellos caen inmediatamente en los hechos de violencia física. Se agrede ahora no tanto con golpes sino con el uso de armas de fuego, cabillas y otros objetos contundentes.
El lenguaje absolutamente informal y callejero se introdujo en el aula universitaria, en los pasillos de la Academia y se está instalando en las oficinas, cubículos y casi está tocando la puerta de las máximas autoridades universitarias y hasta de los consejos universitarios. Se observa en el lenguaje kinésico y verbal cuando algunos de estos dirigentes son entrevistados por los medios de comunicación. Casi no se diferencian de aquel lenguaje en boca de ciertos y escasos, aún, miembros de la comunidad universitaria corrompidos.
(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis
sábado, junio 11, 2011
Una nueva actitud
Hace tiempo recibí por correo electrónico un escrito sobre el por qué algunos países son ricos y otros pobres. Japón, por ejemplo, no tiene mayores riquezas naturales, su suelo es muy pobre. Sin embargo, es una de las diez economías más ricas y prósperas del mundo. Su sociedad mantiene una expectativa de vida que supera en promedio los 85 años. Australia es un país relativamente nuevo. Su sociedad se estableció en esa inmensa isla, inicialmente una gigantesca cárcel del imperio británico, con los convictos y la escoria inglesas. Sin embargo, en poco más de doscientos años se presenta como una fuerte economía, de las más desarrolladas, al igual que Nueva Zelanda, cuya base de sustentación es la cría de ovejas. Suiza no cultiva cacao ni tiene puertos. Sin embargo, es el país que exporta la materia trabajada del cacao en miles de formas y modelos de presentación de su ya centenaria industria del chocolate y con una de las mayores flotas mercantes del mundo. Pero ¿qué hace de estos y otros países ser lo que son: sociedades altamente desarrolladas económicamente y con un nivel de vida que es la envidia de muchas naciones? Sucede igual con Italia, Alemania, Canadá, Corea del Sur, Suecia, Finlandia, entre otras. La respuesta parece estar en la ACTITUD PROACTIVA que muestran las mujeres y hombres, y no tanto en los altísimos niveles de escolaridad y de protección social a sus comunidades.
La actitud proactiva que un individuo mantenga frente a situaciones que en un momento de su vida le sean adversas, parece ser la diferencia entre ser pobre o ser rico. Por eso, no es tanto la abundancia de poseer bienes materiales y altos estándares de riqueza social para sentirnos satisfechos y seguros, individual y colectivamente, como la actitud proactiva que se tenga frente a la vida.
Algunas veces nos sorprendemos gratamente cuando nos enteramos de las victorias de alguno de nuestros compatriotas quienes obtienen triunfos fuera de nuestro país. Deportistas galardonados, profesionales de las ciencias y la tecnología quienes reciben distinciones por sus logros en investigaciones de altísimo nivel académico, artistas que reciben reconocimientos por sus creaciones. Pero ¿por qué no pudieron hacerlo en nuestro propio país?, nos preguntamos. Son sencillos venezolanos, comunes ciudadanos que estudiaron en escuelas, liceos y universidades públicas. Entonces, ¿por qué triunfan cuando salen fuera de nuestro país y son siempre los más destacados? La respuesta es casi siempre la misma: porque han mostrado una actitud proactiva, positiva, de superación constante de su propia condición intelectual, psicológica y espiritual, junto con un entorno social que le permite desarrollar a plenitud sus potencialidades y habilidades.
Los nuevos paradigmas que se están construyendo en nuestro entorno cada vez prestan mayor atención al desarrollo de la persona, tanto como ser individual y sobre manera, como sujeto comunitario. En ello la actitud que se mantenga establece la diferencia entre ser pobre o ser rico.
La experiencia que vive en la actualidad la sociedad venezolana en su conjunto, no es tanto de orden político ni mucho menos económico. Es la actitud que cada uno de nosotros presenta frente a la cada vez más conflictiva realidad nacional. Por ello los conflictos (realmente delicados) no se superan quejándonos ni lamentándonos por nuestra “mala fortuna”, ni en discusiones estériles ni en denigrar del Otro-diferente a mí tratándole de “enemigo”, sino manteniendo una actitud proactiva de comprensión y reflexión lógica que permita superar positivamente esos conflictos, mostrando una actitud que pueda enriquecernos intelectual, psicológica y espiritualmente a todos por igual. Quizá esos errores, esos quiebres y esa manera de proceder en los liderazgos políticos, que nos parecen grotescos y que rechazamos, son un espejo que presenta nuestra imagen que nos negamos a reconocer. Mientras eso ocurra no podremos superar nuestra cuota parte de responsabilidad social.
Sólo una nueva actitud, que sea proactiva, integradora y que permita establecer acuerdos dentro de la diversidad de pensamientos, podrá construir ese venezolano nuevo, pleno, consciente de su destino y sobre manera, intelectualmente adulto y estable emocionalmente.
jueves, junio 09, 2011
sábado, junio 04, 2011
Ladrar
Por estos tiempos en Venezuela se viven días difíciles. Tanto por la inseguridad como por los bajos sueldos, escasez de alimentos y pare usted de contar. Frente a esto también se ven por las calles de las ciudades y en cuanto semáforo y esquina y acera de este país exista, personajes que hacen cualquier cosa para obtener dinero.
Uno de ellos aparece en los centros comerciales de Puerto Ordaz ladrando. Le llaman El Jimmy. Joven de no más de 35 años. Ladra cual perro cuidador de supermercado chino. Visita los cafés de los centros comerciales pasando raqueta por las mesas mientras los parroquianos celebran y le piden un ladrido adicional. Entre ladrido y ladrido Jimmy se embolsilla diariamente cerca de 400 BsF. como mínimo. Si se suma esa cantidad por 20 días (pues les restamos los fines de semana de cada mes y uno que otro feriado) el perro…digo, Jimmy obtiene 8000 BsF cada mes. Prácticamente el doble del sueldo de un profesor universitario promedio. Que debe tener su título de pregrado, una especialización, maestría y estar en estudios doctorales, además de tener una experiencia mínima de 10 años como docente-investigador.
Pero anoche cuando ladró en el café donde estaba, en menos de 2 minutos, Jimmy recabó en una mesa 30 BsF.
Otro personaje de las calles de Puerto Ordaz es uno que se disloca el hombro para dar lástima. Tiene ya varios años apoderado de uno de los tantos semáforos del pueblo. Dar lástima es su profesión. Después, ya cayendo la noche, se va a la panadería más cercana a cambiar las monedas por billetes de alta denominación y quizá por la mañana entra al banco, como otros de su especie, para depositar. A una de las tantas panaderías también entra otro personaje, quien tiene una camioneta medio destartalada, pero vehículo al fin, que muchos quisieran tener, con bolsas de monedas para cambiar por billetes.
También hay otro personaje en San Felipe, capital de la tierra de María Lionza, quien tiene años paseándose por las calles del pueblo vestido de burriquita. Entre baile y baile ha levantado familia y vive de la gente. O los modernos maromeros que han copado los semáforos en todas las ciudades del país, echando fuego por la boca, lanzando pelotas al cielo o jugando con cuerdas y pines. Uno de ellos estudia ingeniería en la UCLA de Barquisimeto. Tiene su buen celular, usa zapatos y ropa de marca y está cerca de graduarse. También un ex-boxeador que con cuerda y todo, se ejercita mientras la luz roja detiene a los conductores. Estos y otros cientos de miles de personajes se han vivido la vida a costa de las sobras de quienes creen que darles una moneda de 1 BsF (-pues darles menos es casi una ofensa) es poca cosa.
El perro Jimmy quien recabó en una mesa, apenas en dos minutos, 30 bolívares se fue feliz con sus ladridos. Ya podía descansar por más de dos o tres horas, pues ese dinero, promediado en tiempo, le facilita descansar su pierna fracturada y su garganta. No tiene supervisor que lo amoneste. Ni tiene que levantar informes ni corregir exámenes, ni asistir a reuniones latosas, ni marcar tarjeta, ni pagar impuestos, ni buscar los cestatickets mensuales en la cola de la taquilla, ni pedir permisos, ni tampoco reposo médico firmado después de tener que madrugar haciendo las interminables colas del Seguro Social. Jimmy es un buen hombre que apenas ladra y la gente cuajada de la risa le extiende su hueso metálico. Son las sobritas de los incautos parroquianos venezolanos quienes, además de creer que están ayudando a un desamparado, expían sus pecadillos para subir al cielo.
(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis