sábado, mayo 28, 2011
Haberes
Hace cerca de 30 años, mientras conversaba sobre el destino político de Europa y los Estados Unidos de Norteamérica, en un bar en Perugia, pueblo italiano del Pinturicchio y del Arco Etrusco, mi amiga Billy, la maestra de música anglocanadiense, hizo una afirmación que aún hoy, después de tantos años recuerdo con absoluta claridad: -Los EE.UU., son una gran nación, muy poderosa en su economía soportada en la tecnología militar, pero no son un imperio. Llegaron tarde al reparto del mundo por los imperios inglés, español y portugués, básicamente.
Y esto parece cierto porque, los imperios se caracterizan por tres condiciones básicas: imponen una historia, una lengua y una religión. Esto es, afirman su cultura en un suelo extraño donde eliminan todo vestigio de cultura anterior. El poder norteamericano, como tal, no se basa en una fuerza cultural. No posee una religión ni una lengua propia ni una historia mítico-simbólica que le permita perpetuarse en el dominio del mundo. Ese ha sido el gran trauma del Estado norteamericano. En dos ocasiones han intentado crear una religión propia que no han podido imponer: los mormones y la cienciología. Ambas han fracasado. Su lengua, el inglés, no ha podido separarse para crear un nuevo lenguaje de aquel generado en Inglaterra, y su historia no pasa de ser la gloria de los aventados por el imperio inglés a las costas del Nuevo Mundo, reformadores hijos de Lutero y Calvino.
Puede decirse que es un gran país, ciertamente. Más aún, conforma un país-continente, como China, India, Rusia, Brasil, Canadá, Australia y quizá México.
Pero llamar a los EE.UU., imperio parece más una grotesca ignorancia de quienes en la década de los años ´60, en Cuba, inventaron esa estrategia para lograr adhesiones sobre el país más pequeño e indefenso. Una clara alegoría bíblica, a lo David contra Goliat, donde claramente todos se solidarizan con el más pequeño.
Eso hizo triunfar a los barbudos caimanes cubanos internacionalmente pero al mismo tiempo despertó la estrategia del Estado norteamericano para erigirse en la práctica, no como imperio sino como guardián y policía del mundo.
El Estado norteamericano se fue apoderando de muchos símbolos a lo largo de su pequeña historia como nación y república. Uno de ellos ha sido el nombre de “América”. Americanos somos todos quienes nacimos en este continente. Lo otro ha sido el concepto y la práctica de la “libertad” con estatua incluida. Una libertad basada en el silencio de quienes a sangre y fuego impusieron creencias y normaron tradiciones, segregando por siglos al Otro diferente. Y otro importante símbolo ha sido la imagen de “democracia”. La democracia del Estado norteamericano se soporta sobre la base de la fuerza bruta, pura y simple. Cuando no hay ya más nada que hablar ni que negociar, el Estado norteamericano desenfunda su colt 45 y como vaqueros del medio oeste, solucionan todo a balazo limpio. Ejemplos de ello han sido las bombas atómicas en Japón, las de napalm en Vietnam y las decenas de invasiones en casi todos los continentes.
Pero, por qué ahora este inmenso país ha estado metiéndose en Medio oriente y amenazando a otros más? Creo que la respuesta está en algo negro y aceitoso. Las reservas de petróleo están llegando a niveles rojos y los estudios e indagaciones están diciendo que no pasarán más de 20 años antes que se declare una emergencia mundial en países súper industrializados, por falta de petróleo.
Créase o no, lo que parece ser una realidad es la advertencia que ya se ha generalizado en la opinión pública internacional sobre los países a los que les quedan escasas reservas de combustible. Con Japón a la cabeza, con apenas 0,91 años de reservas petroleras le siguen Israel, con 1,40 años; Francia, con 3,91; Reino Unido, con 5,62; EE.UU., con 5,78; después China, con 13,96; España, con 15,08, hasta ir alejándose la lista y presentar a Canadá, con reservas por 145,84, y Venezuela, con 328,94 años.
Lo triste de todo esto y quizá, de ser cierta la información que indica una indagación difundida por un tal Humberto de Jesús Pérez Lanz, quien a su vez dice haberla obtenido de la página oficial de C.I.A., del gobierno norteamericano, de nada nos valdrá a los venezolanos tener reservas por tantos siglos. Si llegamos allá, y eso lo dudo viendo esta realidad, será en cuatro patas y con un garrote entre las manos.
(*) camilodeasis@hotmail.com tweeter@camilodeasis
sábado, mayo 21, 2011
Morir en carretera
En los años ´80 Puerto Ordaz estaba llena de profesionales extranjeros que prestaban asesoría en las empresas básicas. Los fines de semana se veían por la ciudad paseándose entre los parroquianos, con sus rostros tostados por el sol. También confundidos en las tiendas, supermercados y cervecerías. De estos últimos sitios traían las cajas de cerveza y ron para beber en los vehículos que les asignaba la empresa. Se les podía detectar a partir del viernes a las 4 de la tarde, todo el sábado y parte del domingo por la mañana. Bebían como cosacos y después manejaban a exceso de velocidad por las noches en esos amplios espacios de la ciudad y sus entornos. Los lunes era el comentario, generalizado en quienes trabajábamos en la siderúrgica, para preguntar cuál vehículo habían estrellado. Fue tanta la siniestralidad de las unidades que se decidió sólo asignar vehículos a los ejecutivos y sus supervisores.
Una vez le pregunté a un asesor alemán por qué manejaban ebrios y la respuesta me dejó sorprendido: -Acá no hay nadie que nos vigile, nos multe, nos quite la licencia y nos ponga presos.
Esa verdad dicha por una persona que en su ciclo educativo, desde la primaria, haya sido formado en vialidad, es absolutamente válida todavía. La falta de vigilancia del Estado venezolano con su correspondiente aplicación de las leyes acentúan los accidentes en las carreteras. Al mal estado de las vías en absolutamente todo el territorio nacional, por la proliferación de huecos, falta de demarcación y señalización, fallas de borde, se agrega la negligencia de las autoridades por la vigilancia en las carreteras y vías, urbanas y extraurbanas.
Países como Costa Rica, Chile, México, por no indicar los europeos, poseen constante vigilancia y hasta han incorporado sistemas electrónicos y cibernéticos en la vigilancia vehicular. Es posible que el mal estado de las vías y las fallas mecánicas de los vehículos contribuyan en los constantes accidentes viales. Pero lo que acentúa el riesgo real de accidentes de tránsito es que el conductor en Venezuela sabe que puede transgredir las leyes de tránsito y tiene pocas probabilidades de ser sancionado. Y esto es así porque el sólo hecho de detener su vehículo sobre el rayado peatonal, en un semáforo, no lo considera un delito ni menos un riesgo de crimen para el peatón. Menos todavía el saltarse la luz roja. No hay un fiscal de tránsito, ni a pie ni en motocicleta que lo persiga como un delincuente para sancionarlo. Esa es la brutal realidad en nuestra sociedad. Sólo estamos mal acostumbrados a ser precavidos al manejar en los llamados operativos: de navidad, de carnaval y de Semana Santa. Son actos espasmódicos de un Estado que no vigila ni sanciona al ciudadano al transgredir la ley de tránsito. Aunado a ello, tampoco existe un sistema que vigile al vigilante o fiscal de tránsito para que no caiga en la práctica del soborno. En los países antes mencionados y en otros más avanzados en la educación vial, las autoridades tienen ciudadanos, previamente registrados en sus sistemas de codificación, para intentar sobornar a los agentes de tránsito. Así, ellos no saben quién pueda estar detrás del dinero que le intenta entregar el supuesto transgresor. La sanción para el agente es muy fuerte, pues éste representa al Estado frente al ciudadano criminal que intenta burlar la ley y el orden.
El Estado venezolano en la vigilancia y aplicación de la ley de tránsito es sumamente permisivo e irresponsable. Deja que el ciudadano actúe impunemente cuando transgrede la ley y comete una infracción de tránsito. Sabe que puede manejar a la velocidad que le venga en ganas sin que ningún fiscal de tránsito lo detenga, además porque “casi” no se les ve por las carreteras.
Mantener las carreteras en óptimas condiciones, establecer en el sistema educativo venezolano la educación vial como materia obligatoria, desde la primaria, son parte de una estrategia del Estado para prevenir accidentes de tránsito. Pero la vigilancia, control y aplicación de severas sanciones al conductor, como retirarle su licencia para conducir, harán posible que en Venezuela la mortalidad por accidentes entre vehículos no siga siendo una de las primeras causas de muerte e incapacitación.
(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis
sábado, mayo 14, 2011
Ayuno académico
Triste y muy lamentable para el común de los ciudadanos la vida en la sociedad venezolana por estos días. Sobremanera cuando son los sectores sociales más respetados quienes deben manifestarse públicamente para exigir del gobierno del Estado el respeto al cumplimiento de aquello que por Ley les corresponde y es amparado por convenios entre las partes. No son ya las mejoras socioeconómicas asociadas a un contrato firmado entre el Estado y los gremios profesionales, como el de enfermeros, maestros, médicos o docentes universitarios. Es que el actual gobierno del Estado ha irrespetado a todos los gremios, sindicatos y asociaciones de trabajadores que esperan el cumplimiento de las mejoras a sus contratos colectivos firmados con el Estado venezolano.
A tal extremo ha llegado la situación que varios grupos organizados han debido acudir a la huelga de hambre para que el gobierno atienda sus justas peticiones. Esta extrema medida ya ha cobrado dos vidas en los últimos dos años.
Esta radical medida ha sido usada por los presos comunes en las cárceles, que más cabría nombrar como mazmorras por las condiciones tan inhumanas en las que estos seres se encuentran, independientemente de los delitos que hayan cometido. Huelgas de hambre, huelgas de sangre así como coserse los labios buscando ser escuchados y atendidos por el gobierno y la sociedad en general.
Esto ha sido emulado por los estudiantes universitarios así como por las enfermeras y ahora por los docentes universitarios. Los actos van desde el ayuno voluntario por horas o días, hasta los extremos de privación de todo líquido, sacarse la sangre y coserse los labios. Tan extrema medida está siendo utilizada por los grupos sociales como última solución, hasta ahora, para llamar la atención a un gobierno que, de un tiempo para acá, ha ido comportándose en sus actos institucionales, con una clara e inequívoca condición autoritaria y militarista. Estas dos condiciones son quizá los rasgos más evidentes de un gobierno que no tiene propósito alguno de rectificar pues la formación de individuos con estos rasgos, les endurece el alma y predispone psicológicamente para entender que el Otro-diferente es su enemigo y por tanto, debe aniquilarlo, bien políticamente bien físicamente. Toda la actual propaganda del gobierno del Estado está orientada a construir modelos ideológicos bélicos donde todo acto contrario y contestatario es visto como provocación y debe ser respondido para eliminar al enemigo.
La única manera donde los ciudadanos puedan tener éxito para lograr que sus justos reclamos sean atendidos, es la organización social desde las bases mismas de la sociedad. Los gremios universitarios, por ejemplo, que mantienen una justa, legal y legítima exigencia de sus derechos socioeconómicos, deben entender que están enfrentándose a una maquinaria militarista autoritaria que sabe usar los medios audiovisuales para hacer propaganda y neutralizar a las bases sociales. En este orden de ideas, los reclamos deben pasar de ser luchas focales en sitios aislados, a convertirse en manifestaciones colectivas, donde se integren los gremios, asociaciones, sindicatos y sobre todo, cuenten con la participación de las comunidades organizadas, que también están padeciendo las penurias de un gobierno del Estado que les maltrata y se burla de su buena fe. Falta de electricidad, agua potable, inseguridad, son razones más que suficientes para una común solidaridad donde el liderazgo universitario oriente unos reclamos que justifican una lucha que integre a todos.
Los universitarios no deben abandonar los sitios académicos naturales y dejarlos para que sean ocupados por un gobierno pícaro, mentiroso y oportunista. Desde las aulas, desde los campos deportivos, desde los laboratorios, desde los escenarios culturales, desde las oficinas se deben trazar líneas estratégicas que ofrezcan nuevas formas de lucha, que no sean sólo las tradicionales manifestaciones esporádicas de asambleas y reparto de volantines y pancartas. Los nuevos tiempos son de acciones comunes, colectivas, donde los ciudadanos se reconocen como tales, sean obreros, estudiantes, amas de casa, ejecutivos, agricultores o docentes universitarios frente a un gobierno del Estado que intenta frenar el avance hacia el progreso integral de una sociedad que no se dejará imponer la bota autoritaria militarista, sea de derecha o de izquierda.
(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis
sábado, mayo 07, 2011
Contra el Estado Inmoral
Los últimos años en nuestro país han sido indudablemente difíciles. Sobre manera cuando no se tiene una visión amplia del destino histórico de nuestra sociedad. Ciertamente que han existido, tanto en la Colonia como en la posterior etapa de independencia y luego republicana, prohombres que han visualizado nuevos destinos para la sociedad en su conjunto. Existe sin embargo, una suerte de destino común que nos hermana a todos. Ese destino común está soportado en la serie de desventuras, alegrías, traumas, éxitos y fracasos que expresamos a través de una misma historia, una misma religión y fundamentalmente, un mismo idioma. A ese destino común, que es la base de nuestra cultura nacional, deseo referirme. Afirmaba una investigadora que la presencia de lo militar y los militares en la vida civil de nuestra nación es particularmente interesante porque ellos han representado, inicialmente, los civiles que en su momento debieron utilizar las armas para establecer la República. De ahí que la presencia de los militares y de lo que representa la vida militar en el colectivo venezolano, sea visto desde una perspectiva bastante “normal” y hasta necesaria en la medida que ellos han representado la seguridad, la sobrevivencia del Estado frente a los poderes externos, y en amplitud a ello, indicaríamos que hasta de protección y arbitraje.
Es ciertamente difícil y hasta arriesgado atreverse a afirmar que los militares resolverán la problemática socioeconómica y política de nuestra sociedad, siendo que los civiles, líderes en todos los órdenes de la vida nacional, se han comportado como unos déspotas en la generalidad de sus actuaciones.
Pero diremos con toda la fuerza de nuestra consciencia y nuestra formación intelectual y de absoluto compromiso con el destino común de nuestra sociedad, que en las circunstancias actuales no podemos esperar que los militares solucionen nada, salvo aquellas contradicciones donde su jerarquía, que en su proceder deviene casi siempre en arbitrariedad, pueda resolver algo, generalmente por la fuerza, bien de palabra bien de hecho. Ningún proceso social orientado hacia la libertad del hombre y que sea verdaderamente moral, ético y estético, podrá darse en una sociedad donde los militares ejerzan liderazgo. Peor todavía, ninguna sociedad moderna ha podido desarrollarse de manera amplia en regímenes militares. La dictadura siempre es contraria al progreso socioeconómico, político y educativo de los pueblos. Sólo las sociedades que logran educarse, capacitarse y alcanzar niveles ético-estéticos integrales y que se basan en sus tradiciones y se orientan en una vocación de servicio social, como consecuencia de una visión cultural en sus estados, podrá acceder a estadios superiores de florecimiento integrales y armónicos.
Al referirnos a procesos democráticos debemos indicar que existen individuos que de civiles sólo tienen su ropaje. Esto nos lleva a afirmar que en nuestra sociedad hemos asistido a la experiencia de haber vivido bajo una aparente democracia (de aspecto representativa/seudoparticipativa) que en la práctica devino inmensa letrina política, donde los llamados padres de la democracia, hijos, parientes y demás sujetos bípedos, otorgaron a esa experiencia una connotación negativa que hizo del destino democrático de la sociedad en su conjunto, una oportunidad de enriquecimiento para quienes tenían y ahora tienen posibilidades económicas y de compadrazgo político. Por ello afirmamos que así como existe una inmensa cantidad de venezolanos que han obtenido con su esfuerzo una posición socioeconómica fuerte y digna, también existen otros que lo han logrado bajo la sombra de un Estado paternalista y corrupto, que los elevó desde las pulperías que regentaban en su pueblo o cantinas de cuarteles, hasta posiciones institucionales que les han permitido lograr dinero fácil e instantáneo.
Mientras unos se han aprovechado del Estado aprendiendo prácticas pícaras de legalidad inmorales, muchos de los inquilinos del actual gobierno del Estado son absolutamente torpes, resentidos sociales y políticos y fuertemente “talibanizados”, esto es; ignorancia rasa en teorías sobre procesos de filosofía política e incapacidad gerencial para administrar la Cosa pública.
De estos enfrentamientos entre un gobierno signado por la torpeza administrativa y una oposición donde se agrupan oportunistas de oficio con soluciones improvisadas, sólo nos queda esperar y estar siempre del lado de quienes padecen el drama de la desventura y la desesperanza.
La vida de los pueblos son largos corredores, tortuosos, caminos sinuosos, gelatinosos, donde posiblemente quienes hoy se enfrentan en sus liderazgos sociopolíticos y económicomilitares, mañana se den de abrazos, mientras las comunidades continúan padeciendo la misma violencia de un Estado inmoralmente dirigido por una mentalidad militarista marginal, sea de oposición sea oficialista.
(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis www.juanguerrero.com.ve