jueves, julio 26, 2012

La enfermedad del izquierdismo


  En su libro, La enfermedad del izquierdismo en el comunismo, Vladimir Illich “Lenin” realiza una radiografía sobre las mentalidades desviadas ideológicamente y centra su atención en aquellos dirigentes y líderes que se autodenominan de “izquierda”.

  Desde su análisis Lenin advierte sobre los individuos que, valiéndose de una pseudo formación ideológico-política de avanzada, en su acción pervierten la razón última de todo proceso revolucionario de cambio hacia una conciencia de clase.

  Son las denominadas mentalidades burguesas que asumen como suyo el protagonismo histórico del proletariado para mantener sus privilegios e instalarse como clase dominante del nuevo Estado.

  En los procesos de cambios sociales se vive siempre una etapa donde estas mentalidades se hacen presente en actos que son más propagandísticos que de real cambio de actitud ante la vida y la sociedad.

  Esto es lo que presenciamos en muchos de estos novatos dirigentes, quienes están descubriendo en el siglo XXI las tesis de Marx, Lenin, el anarquismo español y ruso, sin haber comenzado a leer ni menos reflexionar ni contrastar el ideario americanista de Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez, con su posición filosófica y política en la construcción de su Colombeia, ni tampoco la visión de un Estado pedagógico (anagógico) de Simón Rodríguez, ni la posición política de Andrés Bello en la afirmación del castellano “de” América, ni tampoco las reflexiones nacionalistas de Pío Tamayo o la visión descarnada del momento histórico vivido por nuestros antepasados más ilustres, como De Las Casas, Oviedo y Baños, Antonio Navarrete, López Méndez, en los siglos XVI, XII y XVIII.

  Ciertamente que el enemigo más peligroso lo tiene este llamado “proceso” en sus propias filas, y se llama “ignorancia”. Esto es lo que llamo la mentalidad marginal hecha Estado.

  El enemigo no está en la acera del frente, en las filas de la oposición. Está en el cerebro, en la mente de tanto funcionario de mentalidad marginal, enredado en la telaraña de un proceso, de una revolución y un socialismo que se mantiene gracias al alza petrolera.

  Quien de entre los llamados revolucionarios de pacotilla afirme que está en el proceso, así, sin adjetivos, debe tenérsele por sospechoso. Esto porque proceso implica cualquier acto humano que conlleva ir de un punto a otro… como ir desde el cuarto al sanitario.

  Por ello es imprescindible entender que en modo alguno esta etapa que vive la sociedad venezolana en su conjunto, es un socialismo o comunismo o anarquismo.

  Es una fase inicial, muy modesta, atropellada y torpe, de cambio de un “estado de cosas” para establecer un sistema de relaciones entre la ciudadanía y el Estado, donde quizá se pueda fortalecer la sociedad en su base comunitaria, como herencia cultural, que permita la construcción de un modelo social municipalizado y con poderes locales compartidos. “Pero”, para lograr esto, debe necesariamente clarificarse y fortalecerse el sistema educativo nacional como práctica de la libertad democrática.

  De lo contrario, seguiremos cayendo en el charco de la barbarie partidista y el chisme político doméstico, aguardando que los marginales de izquierda nos resuelvan la vida a su manera.

(*) camilodeasis@hotmail.com  /  @camilodeasis

También puede leerse este artículo, en:

La enfermedad del izquierdismo - Opinión - EL UNIVERSAL

http://www.lapatilla.com/site/2012/07/21/juan-guerrero-la-enfermedad-del-izquierdismo/

http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/7025227.asp

http://www.diarioelprogreso.com/edi-220712/html/pag18-a.html

http://www.prensaescrita.com/adiario.php?codigo=AME&pagina=htp://www.diarioelvenezolano.com.ve

sábado, julio 21, 2012

Extirpar

La verdadera y real privatización existe en Venezuela desde hace años. Y esta es arrastrada como una enfermedad, como un mal que paulatinamente lo envuelve todo y ahora se ha instalado en el cuerpo social del Estado. Nos referimos a la buhonería en Venezuela. Esta actividad, donde se vive la verdad del capitalismo salvaje, ha copado todos los espacios públicos en nuestro país. Desde la capital venezolana, capitales de estado, de municipios y parroquias, han sido asaltados por estas hordas de improvisados comerciantes. Entre una histeria de gritos, sudores, arengas, sonidos de estridentes vallenatos y rock ácido, se venden pantaletas, fresas, kino y triple gordo, queso guayanés, velas, zapatos, tomates y verduras, pimentón y demás guisos de esta insufrible e inmortal Venezuela. No existe una sola acera en este país que no esté tomada por estos dueños y señores del espacio público. Esquinas, recodos, plazas, plazoletas, frentes de terminales de pasajeros, bulevares, parques, alrededores de hospitales, escuelas, liceos y universidades. Sobre todo los viejos espacios donde el encuentro era cosa normal, como las cercanías de las plazas Bolívar, ahora están intervenidas por estos vendedores de cualquier cosa. Mientras los comerciantes formales deben cancelar puntualmente sus impuestos a las alcaldías y rentas nacionales, los buhoneros colocan frente a los negocios de aquellos sus tarantines de plástico. Pasa esto en San Fernando de Apure, en su único bulevar. Pueden verse las estructuras que arman con barras de hierro y forran con plástico negro. Las aceras en ambos lados son imposibles de transitar. En Cabudare, capital de Palavecino, en Lara, todos los miércoles hay una larga calle de más de dos cuadras, junto con sus aceras y adyacencias, donde el asfalto y aceras sirven de mesa para los cientos de vendedores. Al igual que en la avenida Intercomunal, donde los vendedores de “pan sobao”, frutas y loterías se han adueñado de las paradas de autobuses. Así pasa también en la famosa calle Ramírez, en el centro de San Félix, estado Bolívar, y en Cumaná, Juan Griego, Tucupita, La Guaira, Calabozo, Morón, Maracay, y pare usted de contar. Es triste presenciar como se han estado privatizando los espacios públicos en la Venezuela actual. Y si este paisaje de ranchificación nacional se desarrolla durante el día, mientras el presidente, el gobernador, el alcalde, los diputados nacionales, regionales, los concejales y demás autoridades del Estado transitan el país. Por la tarde el paisaje nuevamente cambia. Alrededor de los desperdicios que quedan por tanto desecho vertido en las aceras y demás sitios públicos, el atardecer venezolano se llena de olores de fritanga en los miles de locales de comida rápida que instalan los perrocalenteros, vendedores de hamburguesas, comida internacional (china, árabe) por millones de improvisados cocineros quienes no poseen, en su inmensa mayoría, permisos sanitarios para ejercer tan delicado oficio. Cualquier esquina es sitio ideal para vender comida por la noche. Los comensales se sientan al borde de la acera mientras los vehículos pasan aderezando con humo y tierra sus aceitosos platos. Los jugos son preparados con “agua del chorro” y los utensilios se restriegan con trapos para volverlos a usar una y otra vez, como el aceite usado para freír. Mientras esto ocurre los semáforos de cada una de las ciudades de este país son tomados por los “pirueteros”. Jóvenes que improvisan maromas entre candela que echan por la boca mientras las muchachas desdoblan sus envejecidos cuerpos entre cintas de colores o esferas que terminan en el suelo. Son los dueños de los semáforos, junto con los niños y ancianos limosneros, en un país inmensamente rico en materias primas pero infinitamente pobre en educación y gerenciado con mentalidad marginal. Un país que tiene la luz roja encendida como señal de urgencia. Como último llamado a una ciudadanía que parece estar contemplando la ruina de una forma de vida que es un tumor, un cáncer que debe ser extirpado de raíz. (*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis

viernes, julio 06, 2012

Tacones altos

De origen incierto los tacones o tacos en los zapatos fueron usados inicialmente, hace más de 11 mil años, por los jinetes en el Asia central quienes los fijaban, debajo del talón, a sus botas de cuero para tener mejor visión y equilibrio en los combates y justas de caballerías. En el antiguo Egipto y posteriormente, la Grecia imperial, hace más de 3500 años, los carniceros solían colocarle a sus sandalias de cuero crudo, unos pedazos de madera debajo del talón para evitar ensuciar los pies con la sangre de los animales sacrificados. Ese uso utilitario fue extendido hasta las jerarquías del Estado. Sacerdotes, reyes y nobles usaron esa indumentaria como símbolo de distinción y categoría. Pero fue en la era del llamado Rey Sol, Luis XIV, cuando el soberano francés instruyó a su artesano para que le diseñara todo un nuevo atuendo de ropas que incluía el uso de zapatos con tacones. Además de aumentar su tamaño los tacones eran pintados de rojo, símbolo este del absolutismo que ostentaba el monarca. Nadie podía usarlos, y la prohibición podía llevar incluso, pena de muerte a quien osara transgredirla. Los siguientes reyes, Luis XV y Luis XVI, coparon todo el siglo XVIII luciendo zapatos, zapatillas y botas de tacón alto. El uso generalizado de los tacones en los zapatos se acentuó a partir de la segunda mitad del siglo XIX donde las mujeres privilegiaron el uso de este calzado. Además, las nuevas tecnologías, como el cinematógrafo, sirvieron para difundir su uso entre bailarines y actrices. En la actualidad los zapatos de tacones altos se presentan en versiones y medidas disímiles que van desde aquellos de menos de 5 centímetros (bajos), los de más de 6-7 centímetros (medios) hasta los que superan los 8,5 centímetros (altos). Pueden contemplarse estas obras de arte utilitario en varios museos y centros de la moda, como en Montreal o Nueva York. Pero, qué hace de este atuendo un símbolo de la mujer moderna. Por qué llama tanto la atención, sea de mujeres como de hombres. Quizá la respuesta esté en la fascinación, el poder que oculta y su variedad y capacidad de adaptación a los tiempos y circunstancias de la vida. Es un objeto fálico por excelencia. Sobre manera el denominado tacón de aguja, usado por fetichistas para prácticas sadomasoquistas. Investigadores y estudios de este objeto han señalado que el uso del zapato de tacón alto beneficia la actividad eléctrica en los músculos pélvicos de las féminas. Además, se ha demostrado que la postura hacia adelante hace elevar y endurecer los glúteos, flexionar cadera y cintura y arquear la columna, con lo cual se aumenta la estima en quien los lleva, así como la tendencia a sentirse observada mientras camina, dando a las piernas la sensación de alargamiento. En esto del pavoneo de los zapatos con tacones altos las holandesas, por estadística, resultan las más propensas a su uso. Pero mientras los diseñadores elevan los centímetros de los tacones hasta alturas nunca vistas, médicos y especialistas en ortopedia, traumatología, al igual que psicólogos, neurólogos y psiquiatras advierten de los riesgos que conlleva la costumbre de usar zapatos con tacones excesivamente altos. El uso continuo de este objeto de arte utilitario no permite el trabajo del músculo tríceps. Esto trae como consecuencia que se obstaculice el flujo de la circulación sanguínea periférica, ocasionando trastornos en la columna vertebral que desembocan en estados de esquizofrenia, además de maltrato a las rodillas y hasta juanetes y callos. De todas maneras, el uso de tacones altos en la mujer actual es parte de sus objetos más preciados y por nada del mundo cederá esta conquista que le tardó siglos obtener. “Primero muerta que mal arreglada”, reza el dicho. Y en esto de locuras y extravagancias Imelda Marcos, la otrora poderosa primera dama en la Filipinas del dictador Ferdinand Marcos, superó con creces a todas las “taconeadoras” al acumular una posesión de más de mil pares de zapatos mientras por las calles de Manila, más de una mujer caminaba descalza. (*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis

lunes, julio 02, 2012

Cultura light

Lecturas de papel
Que sea este uno de los tiempos donde el ser humano ha sido sometido a la mayor avalancha de información, es una realidad que muy pocos cuestionan. Tanta información hace imposible que se pueda estar al día con la serie de lecturas que permanentemente se muestran. Ya incluso se ha demostrado la imposibilidad de poder acceder a toda la información que constantemente se genera. Por eso siempre será mejor concentrarse en una lectura que permita ampliar la visión sobre la totalidad de la vida y sus infinitas experiencias que aporta. El maestro Ángel Rosenblat, quien inició los estudios modernos de filología en nuestro país, advertía que siempre regresaba a las orillas de Don Quijote para entender el entorno idiomático donde estaba viviendo. En esa lectura encontraba resumida toda la cultura del hombre hispánico universal. Y será en los textos antiguos donde la palabra revelada muestra siempre la misma realidad humana, aunque particularizada con los acontecimientos de un momento histórico concreto. No son “muchas lecturas” lo que permite hacernos de un conocimiento profundo sobre la vida y sus circunstancias. Es siempre la lectura de un mismo texto, que sabemos trascendente, lo que nos permitirá la constante reflexión para trascendernos como seres cotidianos. Por eso llama la atención aquellos seres que indagan, buscan y leen cualquier texto y sobre todo, el último libro salido al mercado. Es más una tendencia a querer sentirse “al día”, estar en el último comentario sobre un autor, libro o tema, que leer reflexiva y significativamente un libro, aunque esto le lleve un mes, un año o toda la vida. Es igual a quienes constantemente andan de viaje buscando el lugar más apropiado para reposar su alma. Después de tantas vueltas siempre regresamos al lugar exacto de donde partimos: nosotros mismos. Es igual en la lectura, siempre regresamos a nuestros viejos libros: los textos donde sabemos, siendo lectores independientes y fluentes, que se resume la vivencia de la humanidad. Y será en los nuevos libros donde se encontrará la misma palabra siempre renovada y silenciosa, que nos ofrecerá en sus registros metáforo-simbólicos, las claves para acceder a un discurso que otorgará a ese idioma y a ese hombre, el sentido de vida que requiere para entenderse como existencia y como homo sapiens. Es bueno leer y variar lecturas. De hecho muchos lo hacemos. Lo trágico de este acto es confundir los cientos de miles de millones de estructuras informativas con realidades comunicativas significativas y peor aún, con literatura. Además, existe la pretensión en algunos, de creer que al leer determinado libro, ya se está en capacidad de discernir en una mesa de auditorio sobre la obra de un autor. Generalmente se confunde la obra con la vida del autor, y como esto último es más sencillo, se termina hablando sobre las nimiedades de su vida y sus posibles “infidelidades literarias” Sin embargo no deja der ser interesante que una persona lea. Nos referimos a la intencionalidad en la lectura “ligera” (light) de fácil reflexión y que básicamente se accede en estructuras cibernéticas, como la Internet. Esa manifestación en lecturas ligeras lleva al individuo a una reflexión igualmente ligera y a un discernimiento sustantivamente ligero y finalmente, a la fijación de ideas pobres, fáciles y quebradizas en el intelecto de un individuo que se acostumbra a una existencia superficial que fácilmente será movido por circunstancias intelectuales cambiantes que le estarán cuestionando su sentido de existencia. Esto porque no posee bases sólidas, ni historia cultural que le permita soportar este mundo que a cada instante se contrasta y exige reflexiones profundas para entender los cambios tan vertiginosos que se están realizando en el entorno social, económico, religioso, educativo, espiritual, idiomático y literario. Las mentalidades desarraigadas son quienes tienden a sentirse “bien” en una cultura light. Esto porque sencillamente viven al día, tanto filosófica, como espiritual y literariamente. Únicamente les atrae el sentido de lo perecedero. Eso que a la vuelta de la esquina dejará de tener vigencia por obsolescencia. Es un horror a lo viejo, a lo antiguo. Y el futuro no les importa porque sienten que está demasiado lejos. Pero tampoco el presente se acepta por su aterradora visión de sinuosas y gelatinosas realidades. Son apenas instantes que se cuentan en fines de semana y altas madrugadas las que adquieren y dan sentido. De allí toda lectura que evada, que pueda construir sin muchas reflexiones y de estructura lineal. Por eso resulta cuesta arriba estar estructurando modelos culturales innovadores, que ofrezcan sentido de socialización si de todas maneras tendrá una efímera duración en la realidad de una sociedad que mantiene entre sus miembros a individuos, muchos con decisiones sobre otros, quienes poseen una débil formación educativa que les impide comprender la trascendencia de la cultura, entendida como la única realidad que da sentido a lo que somos como especie humana. (*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis