sábado, febrero 26, 2011

Un cadáver insepulto



Esto de los asombros es un cuento de nunca acabar en nuestro país. Todos los días hay algo nuevo, curioso y novedoso. Por estos días ando de terapia en terapia. La fisioterapeuta, toda ella hacendosa y solícita, pero con una voz aguda y parlanchina, me cuenta de una pareja que debió atender por problemas de estrés. Él, un alemán cautivado por el desorden criollo y ella, venezolana hastiada de tanto problema y deseosa de irse a Alemania por ser país de orden.
-Pero fíjese licenciada, dirigiéndose a la terapeuta. Cómo me voy a ir de este país si aquí llevo más de treinta años y todos los días sucede algo nuevo. Aquí hay bulla, gente que habla por las calles. Aquí todo el mundo es pana del otro, aunque después te roben. Aquí la gente se saluda por las calles. Hay huecos en las calles. La gente anda todo el día quejándose de todo y por todo. Los vecinos se entrometen en tu vida. Pero la esposa está decidida a irse porque no quiere seguir sufriendo. Y el alemán que riposta: -Allá en Alemania la gente está gorda, atomatada de comer tanta salchicha, pero silenciosa y tristona, y ni te miran a los ojos cuando pasan a tu lado. Aquí la gente está famélica pero alegre. Sufre, tiene deudas, se le esconde al turco para no pagarle, pero de cualquier cosa saca un pretexto para bailar y cantar. Aquí uno puede trasgredir el orden y no te meten a la cárcel. No, no y no. Nunca me iré de este paradójico país. Sentencia el alemán. Quien se aburra en este país está loco. Y esto es cierto. Tan cierto, que por estos días un juez –ya fuera de nuestras fronteras, se le ocurrió dictar una medida judicial por reparto de bienes que dejó congelado hasta al mismísimo ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez. El hombre de los grandes saltos de charcos quedó metido en un congelador hasta que se dilucide un pleito por herencia.
Quién iba a pensar que un poderoso político iba a terminar cuasi olvidado y metido en un congelador. Y además, metido en un pleito doméstico de faldas, como fue parte de su vida y de casi todos los políticos. Una de sus mujeres lo quiere enterrar adentro mientras la otra lo quiere afuera…del país, o sea.
Pobre hombre. Envuelto en un absurdo. Y estas extrañas cosas siempre han formado parte de la mágica vida venezolana. Fue cuando truhán disfrazado de jeque se alojó en un conocido hotel capitalino, mientras unos secuaces, vestidos de árabes, le colocaron a su lado, entre alfombras persas, finos cojines de seda y pedrería de damasco, unos grandes tarros de mayonesa forrados de terciopelo rojo, donde él metía la mano para extraer pedazos de pepitas de oro, de pequeño valor, piedras brillantes de Guayana, de esas llamadas casi casi, que obsequiaba a unos ingenuos industriales, empresarios y demás acomodados hombres de negocios de la Venezuela saudita. Al final, todos fueron estafados por cuatro o cinco antisociales, que se llevaron la plata y fueron a parar a Miami, con escala en los burdeles de Catia. No pasó nada. Ninguno de los afectados se le ocurrió hacer denuncia alguna por pena de ser tomados por ingenuos.
Y eso es lo que en la generalidad de los casos han sido nuestros grandes dirigentes de este país; unos improvisados ingenuos. Unas veces representando a tío tigre, otras como tío conejo…pero siempre con la ingenuidad por delante. Una ingenuidad delicada y peligrosa porque en ello va la vida y seguridad de toda una sociedad que va a la ruina y al descalabro, mientras se ríe sin darse cuenta del daño que se está haciendo a sí misma y al semejante.

(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis

viernes, febrero 18, 2011

Los girasoles se oscurecen


Cierta vez fui invitado a casa de una familia italiana tradicional en el pueblo donde vivía, Perugia. Entre comentarios sobre mi vestimenta y mi acento de un extraño italiano, observé al centro de la mesa una bandeja llena con flores de girasol. Muy amablemente me sirvieron varias de ellas y mientras eso ocurría, iba sintiendo en mi paladar el exótico sabor de esa flor en mi boca. Discretamente indagué sobre el uso de esa flor y me explicaron que se utilizaba de manera común entre los campesinos para múltiples usos: desde comer semillas de la flor para las mujeres que deseaban quedar preñadas, como antirreumático, contra los dolores musculares e inflamación de articulaciones, hasta las afecciones nerviosas y dolores de cabeza. -Todo eso y más puede darnos el girasol. Me dijo en un alegre italiano, Francesca, la hija mayor de la nonna. Giró el rostro y señaló al jardín para mostrarme sus altos y amarillos girasoles que miraban al astro rey en un mediodía de verano. –Pero también el girasol es flor de misterios, me susurró al oído la anciana y maternal abuela. Lo demás han sido vivencias de una flor que comí y se quedó en mi carne y mi sangre y que guardo celosamente en mi memoria como talismán para ilumina mis noches.
La anciana abuela me inició en los misterios esotéricos de esa y otras flores y plantas. –Todo buen jardinero debe tener un lindo girasol en su patio, dijo mientras me pidió que bendijera los alimentos. El girasol es guía en los sueños para alcanzar lo anhelado, para iluminar el conocimiento interior y despertar a otros cielos de claridades mañaneras. Es en la historia antigua griega la ninfa Clytie que se enamora del rectilíneo dios Apolo y se transforma en flor solar para estarse eternamente cerca de él. –Pero no debes abusar de ella, me advirtió la abuela. Pudieras enloquecer de amor y padecer de soledad y desarraigo. Después de tantos años me encuentro también con Yajaira, la amable bruja de San Félix que me recetó girasoles para embellecer el alma. Aguamarina y miel para ungir mi cuerpo y protegerlo.
Todo esto y más he estado rememorando por estos días para afirmar las imágenes que guardo en mi alma de la vez que visité la Tate Gallery, en Londres y viví los cuadros del pintor holandés Vincent van Gogh. Digo todo esto porque los girasoles del maestro se están oscureciendo. Tal vez de tanto amor. Tal vez de tanta soledad. Tal vez de tanto desarraigo. Cierto que el mundo los admira y reverencia a su autor. Pero el amarillo cromo acentúa su decoloración día a día y nada parece detener su oscurecimiento.
Algunas noches imagino a todos los girasoles del mundo mirar hacia esos cuadros para que vuelvan a resplandecer en su amarillo original. Para acentuar su brillo y su lozanía. Pero quizá ellos sufran de mundo. Tal vez hasta sientan el padecimiento humano y por la alquimia de los misterios, están ocultando en su oscurecerse, la terrible noche de esta vida.
Vincent apenas vendió en vida un cuadro y fue a su hermano Theo. Apenas si fue famoso para un niño, Camille. Después de morir sus cuadros son famosos y viven en los museos, como el de Amsterdam, santuarios donde los amantes del arte y la cultura han encontrado espacio para lo sublime, lo digno y lo trascendente. Pero también hay un alma en todo, como me dijo la nonna en ese almuerzo. Todo lo que existe y es bello, tiene existencia y trascendencia en la vida. –Ahora esa flor que almorzaste, ese girasol, vive en ti, no morirá, sentenció la sabia abuela italiana. No morimos definitivamente ni morirán tampoco los cuadros del maestro holandés. Están en la memoria de una humanidad que busca en la ciencia la manera de conservar esas obras de arte. Pero también, como almas de arte, como flores, como amarillos, tienen intensidad, tono y vibran en la memoria de quienes un día fuimos a visitarlas, como se visita al amigo, al hermano; un ser amado que resplandece en cada atardecer.


(*) camilodeasis@hotmail.com / twitter@camilodeasis


sábado, febrero 12, 2011

Redes sociales



Posiblemente todavía no se ha asimilado la experiencia vivida con la llamada Revolución de los claveles blancos en el llamado mundo árabe. Son varias las lecturas que derivan de esta extraordinaria experiencia. Una de ellas está referida a la influencia directa y decisiva de las redes sociales.
Quizá lo vivido en Egipto donde la ciudadanía fue la gran protagonista para derrocar la dictadura de Hosni Mubarak, que por 30 años se mantuvo en poder a sangre y fugo, es continuación de varios hechos iniciados en la segunda parte del siglo XX.
No sólo se sabe ahora de manera generalizada que el Estado norteamericano ha protegido y protege a dictadores y respalda tiranías, como en Egipto, sino que ha participado en el derrocamiento de democracias legítima y legalmentes constituidas, como el caso de Chile.
Estas y otras experiencias que estamos presenciando tienen sus antecedentes en tiempos pasados. La primera de ellas fue en 1968, en el llamado Mayo francés, cuando la juventud y los estudiantes de la universidad de La Sorbona, junto con los obreros de la Renault, se aliaron contra el Estado francés para exigir sus reivindicaciones. Pronto la sociedad toda se fue solidarizando hasta que el gobierno del general Charles de Gaulle, debió ceder e introdujo reformas que medianamente convencieron a la población. El otro momento crucial que asomó el protagonismo colectivo ocurrió en la caída del Muro de Berlín, en 1989. Ya era insostenible para la “troika” soviética mantener económicamente a los estados satélites, como Alemania Oriental, Hungría, Rumanía, Polonia, Checoslovaquia, entre otras regiones que formaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS. Fue la gente normal y corriente que se hartó de semejante sistema policial y decidieron, mandarrias en mano, derrumbar un muro que dividía la ciudad de Berlín en dos partes, la unificaron y cambiaron la historia. Ese muro reveló los miedos, las vísceras podridas de un Estado totalitario que durante 70 años sepultó las ilusiones y sueños de miles de millones de seres humanos en los gélidos espacios de la Siberia o en los sótanos y mazmorras de la policía secreta, la KBG estalinista.
El otro momento del protagonismo colectivo se vivió en China. Cuando parte de la sociedad, iniciando por los intelectuales, luego los estudiantes y obreros se solidarizaron con el secretario general del partido comunista, Hu Yaobang, quien fue preso y murió en cautiverio por exigir reformas y el cese de las prerrogativas a los jerarcas del polítburo y contra la corrupción. La protesta sumó millones de personas, tanto en la capital, Pekín –hoy Bêijîng- como el resto del país. Aunque posteriormente el gobierno chino adelantó algunas reformas, la protesta fue cruelmente aplastada por los militares. La culminación de ese acontecimiento fue la aparición en los medios de comunicación internacionales de un anónimo ciudadano, quien se colocó frente a una columna de tanques militares y los hizo detenerse. El Estado chino, siempre con sus misterios y decisiones lentas, discretamente debió ceder y hábilmente recompuso su cúpula partidista para adecuarse a los cambios e introducir nuevas relaciones entre el gobierno y los ciudadanos.
Pero en el llamado mundo árabe parecía que Alá y su profeta Mahoma, tenían todo controlado. Resulta que ahora nos damos cuenta que subrepticiamente, debajo de los abayas, las chilabas y las burgas los hijos del profeta, en Egipto, Túnez, Yemen, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Irán, están construyendo una poderosa red social cibernética de internáutas que les permite estar conectados entre ellos y con el resto del mundo.
El resultado es de todos conocido. Lo más trascendental es saber que el poder ha descendido y cada vez más está en manos de los anónimos ciudadanos del mundo y que el instrumento básico de ese poder está en un aparato electrónico que potencia la participación de los individuos a través de una infinita red de redes que se articula en páginas individuales, blogs, portales, sistemas electrónicos de servidores en cualquier lugar del mundo, telefonía celular, entre otros instrumentos al servicio de los ciudadanos.
Constantemente la ciudadanía organizada en el mundo ejerce presión para que los gobiernos de los estados, cualquiera sea su orientación ideológica o religiosa, ceda ante el uso de la fuerza y contra las injusticias ilegal e ilegítimamente institucionalizadas.
Casos emblemáticos se pueden mencionar: la presión internacional que ha ejercido Amnistía Internacional cuando el Estado Iraní, en 2010, ha querido condenar a la muerte por lapidación, enterrada viva hasta la cabeza y luego apedreada hasta morir, de una mujer, Sakineh Ashtianí, por haber sido encontrada culpable de infidelidad conyugal, habiendo ella estado separada de su esposo. Similares casos ocurrieron en Nigeria, entre 2001-2002, donde fueron condenadas a morir por lapidación Safiya Hussaini y Amina Lawal. Cientos de millones de firmantes en todo el mundo, en correos electrónicos, hicieron que esos gobiernos pospusieran tan cruel y bárbara sentencia. También la campaña que ejerció Greenpeace, a través de la Internet, para que el gobierno brasileño y los terratenientes dejaran de deforestar los espacios de las comunidades indígenas, talando bosques y parte de las cuencas de los ríos en la Amazonía.
Las redes sociales cada día dejan caer el antifaz a los gobiernos de los estados corruptos, abusivos, dictatoriales y tiránicos, sean mal llamados democráticos, religiosos, socialistas, comunistas, monárquicos o liberales. Las redes sociales están horizontalizando la relación entre quien genera la noticia y quien la recibe. Han acercado al mundo y lo están hermanando. Las redes sociales están construyendo una nueva manera de participación en el hecho noticioso y en la cotidianidad de la vida. Ahora el poder está en cada ciudadano, en su equipo cibernético y su instrumento básico de comunicación: la palabra consciente y colectivamente ejercida.


(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis

sábado, febrero 05, 2011

Tuiter


Estar en tuiter (twitter@) se ha convertido para gran parte de quienes hacemos vida en la Internet, en una herramienta donde se reproducen las informaciones de la cotidianidad, más allá de aquellas conocidas por los medios tradicionales, bien sea en la prensa, radio o televisión. Habitado y muchas veces, controlado, por quienes hacen de ella su medio de trabajo: los periodistas. Resulta que ahora son los usuarios mismos quienes se han apropiado de sus hechos noticiosos. Inicialmente este medio de comunicación fue invadido por los periodistas quienes impusieron cierto control sobre las informaciones allí aparecidas. Sin embargo, la presión de los usuarios ha ido horizontalizando el uso del tuiter hasta democratizarlo y ser el usuario, simple y llanamente cualquiera sea, quien determina la información que debe aparecer resumida en 140 caracteres.
Me gusta esto pues es el usuario quien finalmente se apropia de su entorno informativo. Todo escrito que aparece en la pequeña pantalla del teléfono o por la computadora es importante: desde aquellas más insólitas, de usuarios que se despiertan y antes de cepillarse los dientes van a escribir los buenos días, hasta aquellos concienzudos quienes escriben sus reflexiones de vida como sentencias axiomáticas. Los hay quienes usan el idioma trasnochado y sentenciosamente académico hasta aquellos que transcriben la oralidad de la lengua en su versión más pueblerina que lleva a la hilaridad. Unos practican el periodismo callejero despertando en los profesionales del medio noticioso una desenfrenada lucha por acercarse a la verdad del hecho. Otros bendicen y llenan los espacios de santos, ángeles y querubines, mientras unos satanizan y maldicen la vida. Unos cuantos juegan el deporte nacional y apuestan a su equipo y otros se identifican con su grupo o partido político. En fin, que tuiter es el encuentro de aquellos que quieren expresarse. Estar al día. Su uso cada vez se acentúa más y esto posiblemente porque el hecho noticioso se acerca más a la realidad y sobre todo, porque es el propio usuario quien escribe y en ello dibuja su verdad del hecho, y busca compartirlo con el Otro. No pasa por ningún “filtro” formal u oficial. No hay un jefe de redacción ni comisario político ni ayatolá religioso que le modifique ni una coma para autorizar su difusión. Es el usuario con su consciencia quien determina lo que escribe y cómo lo escribe. Obviamente que existen excesos, exageraciones, malas interpretaciones, sesgos y pare usted de contar. Pero el control social, libre, va adecuando la información, decantándola, hasta poderla digerir.
Muchas noticias han aparecido en el tuiter antes de ser conocidas por los medios de comunicación tradicionales, sean estos oficiales o privados. Y muchas noticias, llamadas “tubazos” han sido difundidas por el tuiter en palabras de desconocidos tuiteros que andan por el mundo escribiendo la historia de la cotidianidad de la vida, resaltando su trivialidad, que cada vez se ve más importante.
Esto, curiosamente, está modificando la perspectiva de la noticia y los hechos y además, construyendo una historia que parte, no ya de las grandes verdades que hacen los grandes momentos de una historia oficial y formal, sino de aquellos pedazos de verdades, las cotidianas, las triviales que van hilvanando historias de una sociabilidad de la vida hecha con los retazos que cada uno de nosotros aporta a la existencia. Una verdad donde hemos tenido participación, mientras escribimos los 140 caracteres donde se sintetiza una historia, nuestra historia, que sabemos importante, al menos para cada uno de nosotros y de quienes nos leen.


(*) camilodeasis@hotmail.com twitter@camilodeasis